Después de tantos
almanaques
superpuestos a otros calendarios
hoy, inconscientemente
tropiezan en mí
aquellos malabaristas al caudillaje del tiempo.
Poetas que
abrían los hielos
para rasgar el lápiz
con puntas de fuego.
Alquimistas con
un corte soberbio
de gaviota
colgada en los ventisqueros.
Barbados guevaristas
carámbanos de
fusiles y ojos de misterio
hoy algunos desaparecidos
otros en la
infinidad de un libro abierto.
Libres esparcidos
, presos de ensueños
pero siempre bajo
el mismo cielo.
Anhelando en la
vida lo que no encontraron
en la asonancia de
un poema
o en el
laberinto de un verso nuevo.
Hoy, tropiezan en
mi,
y cada uno me
arrebata la memoria
para reconstruir la
mansa palabra
del cual todos, una
noche larga
surgimos como si
fuéramos
criaturas al
viento.
(*) Jorge Muñoz Murúa llegó de Mendoza por los 80 y vivió entre nosotros. Ahora, desde hace largos años, reside en Estados Unidos. En Ushuaia participó del movimiento Gente de Letras que lideró en un momento Lucinda Otero. Gente que participaba los sábados de los talleres litearios de Alicia Viladoms, y de dejó un par de Antología. Se comunicó conmigo a partir del fallecimiento de Patricia Cajal, con grandes recuerdos hacia ella y su vínculo en la lectura con Octavio Paz, y también hizo memoria sobre Manuel Zalazar. Le llamábamos EL YAYO.
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