Este fin de semana me surmergí en la exploración de algunos rincones de la casa que pertenecían a Patricia Cajal. La tarea no ha sido fácil en estos diez meses, y no lo fue del todo en esta oportunidad. Comencé a examinar publicaciones relacionadas con su quehacer como custurera, tejedora y bordadora.
En algún momento creo haber escrito que por 1985 llegó a Ushuaia en compañía de Elsa Sguazzini, hija de una afamado bordadora, pensando en experimentar una suerte de adaptación a un nuevo mundo -distinto a su Buenos Aires- para más tarde encarar un viaje a Italia, donde soñaban con emplearse en alguna casa de alta costura.
Distintas circunstancias llevaron a una a desistir de su estadía austral, y a la otra a permanecer en la isla. Cuando yo conocí a Patricia ella tejía con fervor, y al unirnos aprecié cuales eran sus condiciones de modista y bordadora.
He conservado diversas prendas que salieron de sus manos, distinatarios: Marcial -el hijo-, yo y ella misma; pero ahora fuí encontrando diversas publicaciones que ella atesoraba y que respaldaba sus laboriosidades.
Qué podía hacer con ellas?
Hubo cabildeos, idas y venidas. No podía quedarme con todo. No podía despojarme de todo. Finalmente hubo tres caminos: Una parte de ese todo nos seguirá acompañando en el mismo rincón de la casa en que durmieron por años -ocupando eso sí menos espacio-, otra parte fue llevada al rincón de lectura del Periférico Dos -esperando encontrar utilidad en otras manos laboriosas-, y una tercera parte fue desechada.
Las niñas de hoy son educadas familiarmente en estas hacendosas tareas? Puede el mundo de la computación o de otras prácticas artisticas e intelectuales hacer desaparecer estos menesteres u oficios de su sexo, en un futuro más o menos inminante?
Me quedo aquí con algo de lo mucho que fue de ella. Tal vez hoy piezas de museo... En otro tiempo un soñado pasaporte para irse a vivir a otro continente.
No mucho antes de morir Patricia miraba cono poéticos ojos una serie española que hablaba de un Tiempo de Costuras, anterior al suyo, donde la protagonista era española, y el escenario africano -al menos me parece-, ella me invitó para que compartiera la trama de suspenso que guardaba esa producción en el canal Europa.., y yo de recordarlo siento la fuerza de su mano al seguir lo que iba pasando, llegando a crisparse de tanto en tanto sus dedos sobre mis dedos.
Mis dedos, sobre sus dedos...
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