En la primavera de 1968 mi padre llegó a casa con un ejemplar -el número 15- de la revista de Félix Luna Todo es Historia. En ella aparecía destacada la figura teatral de Juan Moreira, y en el extremo inferior un título LOS VENGADORES DE LA PATAGONIA TRÁGICA (Conclusión).
Mi padre gustaba de esta lectura y había iniciado su colección desde el número 2, cosa que he continuado en mi vida. El número anterior, que tenía a Evita en la tapa, no había llegado a la isla, cosa que podría a tribuirse a los tiempos de censura que imperaban bajo la presidencia de Onganía.
Ya de sobremesa se me puso al tanto de la relación que tendría este escrito con el mítico libro La Patagonia Trágica, que al decir de la gente no se conseguía porque los Menéndez habían comprado su edición y la habían hecho desaparecer.
Algo se leyó, mi padre para que mantuviera la atención me entregaba a la lectura, y en otro momento me la retiraba y encabara esa tarea. La cosa dio para varios días. El la dejaba en su mesita de luz, y yo pasaba cada tanto y adelantaba el trámite.
Papá parecía tener otra versión de los hechos, y quedaba la intriga sobre lo que habría dicho el comienzo de la nota. Solía decir: -Esto se tendría que enseñar en los colegios. Y entonces yo creí cumplir con su deseo y se la llevé a la profesora -ese año veíamos en tercero Historia Argentina-, ella dijo que la iba a leer y nunca me la devolvió.
Esta situación era motivo de conflictos en la esfera familiar. Papá no había alcanzado ni siguiera a tomar nota sobre ciertos acontecimientos como lo hacía en su libretas Cooper.
Pasaron unos años y pude volver desde La Plata, con un primer tomo de Galerna donde reaparecía Bayer y la historia prometía continuar. Galerna también había editado Memorias de un carrero patagónico, de Asencio Abeijón; otra lectura que conmovió la Casa de Obligado.
Con el tiempo pude ir conociendo algo más de Bayer, en el suplemento cultural de La Opinión que dirigía Tomás Eloy Martínez: el autor había tenido una infancia en Gallegos, y en su juventud realizó periodismo combativo en Esquel, con una hoja quincenal en la que enfrentó el poder de los terratenientes y defendió los derechos de los desposeídos: los indios.
De origen alemán, preocupado por los araucanos, mi padre entró a endiosarlo.. y yo también.
Bayer se nos fue mostrando como un Polemista, un hombre que enfrentaba con su verdad a otros que creían tenerla, y daba lugar a polémicas que se reflejaban en la prensa escrita.
Como lo hacía Jauretche.
Llegó el golpe, y llegó el silencio.
El verano del 82 llegó un sobre timbrado en Alemania conteniendo el cuarto tomo que nunca se había podido imprimir en el país. Alguien le había dado mi nombre como el de un posible multiplicador de su esfuerzo, y así leí sus páginas con entusiasmo.. mi padre ya había fallecido.
Con él habíamos visto en Comodoro, unos días antes de la muerte de Perón, a la película que se conoce como La Patagonia Rebelde. Nosotros estábamos allí por una derivación de mi madre. Era en el cine Coliseo, alguien disparó contra la figura de Alterio cuando cantaba al finalizar la cinta. Salimos precipitadamente, éramos gente de variados colores y olores.
La película hacía algunas concesiones con la verdad histórica, la verdad del relato, pero era una herramienta poderosa para explicar que había pasado por los años 20, en el tema de las matanzas obreras.
Esa noche de invierno mi padre recordó que a Antonio Soto lo visitaba en el bar Oquendo, de Punta Arenas, y que allí me llevó una vez para un festejo del Primero de Mayo. Me dio que no era suerte que había traicionado la huelga.
Un día, ya estábamos en democracia, conseguí un número y nos encontramos en el Tortoni. En la foto está él. Dedicándome un libro que no formaba parte de mi colección inicial pero que había comprado en una librería de Callao.
Ya se estaba vendiendo la nueva serie. Identificada con el nombre de la película, puesto que nunca logró acuerdos con la familia de Borrero -autores de La Patagonia Trágica- para utilizar plenamente ese título.
La vez siguiente que me encontré con él fue en Río Gallegos en el marco de un congreso de historia regional propiciado por el Instituto del Profesorado. y donde fue figura descollante. Entonces reclamaba a los radicales, y allí había unos cuantos, la autocrítica sobre la matanza dada en días de Yrigoyen.., cosa que nunca logró.
Ya para entonces Bayer había desarrollado otras temáticas libertarias y hasta resultó ser guionista de una película sobre fútbol.
Pero fui a encontrare nuevamente con él en Buenos Aires, en la calle Brasil, muy cerca de donde defenestraron los golpistas del 30 al presidente de aquellos días de masacre: Yrigoyen. El lugar tenía una chapa enlosada Asociación Amigos de la Filosofía, y encubría una biblioteca y centro de documentación libertaria.
Se presentaba una película hecha para le televisión El vindicador, sobre la vida de Kurt Wilkens, en asesino de Varela, el jefe del ejercito en aquella campaña nefasta.
Más tarde, ya sin él, pude ver otro capítulo del mismo origen -TV alemana- titulado Panteón Militar.
Pero con los años se dio la posibilidad de recibirlo en Río Grande:
Octubre 22, de 1996.- Osvaldo Bayer se
presentó en la UTN
ante 200 personas. ¡Era mucha gente!
Volvería el 27
de marzo de 1999, junto a Hebe de Bonafini Segio Schoklender y Gabriel
Fernández en el Segundo Encuentro Patagónico de Derechos Humanos, yendo a visitan presos.
Y la tercera visita fue el 11 de mayo de 2002. cuando se presenta en la Casa de la Cultura, en compañía de los historiadores Felipe Pigna y José
Luis Quondamateo, que por entonces escribía un libro aun no publicado sobre Simón Radowitzky. Durante la jornada se recuerdó las luchas sociales en la
Patagonia, y se procedió también a inaugurar un salón en la UOM con el nombre del
autor de La Patagonia Rebelde.
Y ahora estamos sin él, y en él; por la fuerza que impuso en su vida una actitud ya perdida entre los intelectuales argentinos POLEMIZAR. El hombre que fue un puente, entre aquello que fue, y tantas cosas que esperamos deben ser.
1 comentario:
Execelente !!
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