Pudimos apreciar esta obra de teatro el pasado fin de
semana, en la sala de Tierra de Teatro, que de esta manera comenzó su semana de
festejos: 10 años de vida riograndense.
Concurrimos a la función del domingo a las 18, y conseguimos
sentarnos en segunda fila. El espacio informal donde se desarrollan actividades
de expresión y aprendizaje a las que dio vida Corina Amilcar, estaba colmado de
pública.
Apagamos celulares,
nos acomodas visualmente a lo que comenzó a mostrase, y aquí estamos
reseñando lo vivido.
Ocupan la escena cuatro mujeres.
Una de ellas se encuentra en silla de ruedas, es viuda y
tiene dos hijos en lejanía.
Otra mujer cuida a la anterior mientras sueña con viajar a
Buenos Aires donde debe pasar una prueba que le permitirá ser actriz.
La hermana de la primera tiene cáncer. Va a ser derivada a
Buenos Aires, no tiene quien la acompañe, tal vez sea la aspirante actoral.
Y la última ha llegado hace poco a Río Grande, vive con
felicidad el descubrimiento de este lugar.
Los personajes interactúan y reflexionan en torno a los 25
inviernos que se planteaban como meta jubilatoria, y la jubilación como la
posibilidad de escapar a este lugar.
En más de un momento las actrices tomaban una carnadura
propia de personas reales que habitan en nuestro espacio.
Afuera una tormenta de lluvia se constituía en la banda
sonora dominante de los distintos planos de la actuación: ora haciéndonos reír,
ora conmoviéndonos.
El destino se reparte: hay dos personajes que conseguirán
salir de la fatalidad, y otros dos se verán
airosos al final de la prueba.
Los 25 inviernos, desde un primer momento –se nos advierte-
son cosas del pasado.
David Gudiño es el autor y director de esta obra que gira en
torno a las contradicciones del desarraigo en nuestra población.
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