POEMA 1
Sólo habrá que escribir
hasta
que los ojos hieran
la voluntad.
Después,
un obraje de palabras
secundará
Las lilas del pensamiento.
TU LENGUA
Racimo de hebras
salobres
que se derrama
Hasta
la última playa.
Látigo uliginoso.
(Hermana de las noches
de fonética).
Marea rosa
que inunda la vigilia,
Las intemperies de mi pregunta.
Daga perfumada
a veces letárgica;
otras
nada más que un relámpago.
La lengua.
Frontera.
Anzuelo de manzanas.
ODA AL GATO
Un zarpazo
tuyo
fabrica magia,
incienso, cristal.
Tu cuerpo
un inventario de luz
que atraviesa incandescente
la soledad.
Que desamparo el mío
-de alguna lumbre
De un suspiro-
cuando me enredo
a la pesadilla de tu pelo.
Eslabón de amatista,
Espiral de trigo que mora la casa.
Tus ojos
Relámpagos perpetuos
(en los míos
las bujías don de bruma)
Y la rigidez de tus pupilas,
barrotres que no encadenan.
Extraña conjunción la nuestra:
amo a los pájaros.
entumezco los sentidos
ante las ratas
y son tus manjares preferidos.
Caen bajo la dictadura
de tus garras,
-palidecen pluma y cuero-
es púrpura
la
presa
los colmillos
el placer.
Como un sacerdote augusto
después de la ceremonia
limpias
los adheridos utensilios.
Doméstico felino
Bengala de
azafrán.
Acróbata sin amo.
Amante de los techos, los enfermos,
los poetas y la luna.
Eres gato.
Yo, mujer:
Me habitas por la mínima
condición
de
salvaje
que poseo.
ODA A LA EMPLEADA PÚBLICA
No les queda
una espuela de luz
en la mirada.
llevan ornamentos
de fibra importada con olor a nicotina.
Se reparten entre
rizos eléctricos,
abanicos de aburrimiento,
y la celulitis acomodándose
al último “jeans”.
En los extensos pasillos
se dilatan y contonean
-dueñas de la pasarela-
con el expediente de turno
y la inseguridad humeando
entre los dedos.
Amorosas.
Felinas.
Legalmente inservibles.
Hay que enfrentarse a ellas
para sellados, inscripciones,
matriculados, pagos
y cualquier otro ejercicio estéril.
¡Ninfas de la burocracia!
Epicentros de chismes y calumnias,
gualichos y demás bendiciones.
Tristes como alondras cautivas
cuando las muerde el diente
de la
mediocridad.
En el ajedrez de su rutina:
Detestan a los peones.
Coquetean con los alfiles.
Ansían al rey.
(*) Silvia nació en Berisso y llegó a la isla en 1978.
Comenzó a habitar –en familia- en un paraje que denominaron Las Goteras situado
a 11 kilómetros de la Ushuaia de entonces. Llamaron la atención en su
marginalidad. Fueron objetos de la curiosidad de la prensa.
Después, ya viviendo en la ciudad, se la supo “hacedora de
poemas” y al visitarnos Ana Emilia Lahitte –poeta platense- la incluyó en su
Hojas de Sudestada Número 2.
Ahora se desenvuelve como Narradora Oral, ha vuelto al
gesto, a la lengua, a la tormenta.
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