Por mandato de algunos amigos, si nos dimos un cuento en Navidad y otro en Año Nuevo no puede faltar el de reyes. Ojalá sirva de antemano para contener la ansiedad de la espera.
El primero era un caudillo militar. Había unificado su país derrotando uno a uno a los reyezuelos que gobernaban pequeñas tribus africanas, cada una con su idioma, con sus creencias y sus distintos niveles de negrura.
El segundo era mago de profesión, situación que le permitía acercarse a las personas mediante los anuncios de los designios del cielo. Si alguna vez alguien vino a pedir su intervención para hacer daño a un semejante siempre dijo enérgicamente que no: lo suyo era magia blanca y en alguna medida era –donde fuera- un reconocido médico.
El tercero era un rey. Por generaciones lo habían sido su padre, su abuelo, su bisabuelo, su chozno. Construían los suyos enormes silos de piedra donde guardaban el grano de sus cosechas, y en lo alto de cada una de ellas se levantaba un observatorio, donde el soberano ascendía en determinadas fechas para predecir el futuro.
El caudillo miraba al cielo pensando que alguna vez se le pondría su nombre a una estrella, tal creía que era su gloria, cuando observó una de ellas que se desplazaba y parecía llamarlo. El hombre dejó sus armas por primera vez en muchos años, abandonó a su gente y cabalgando sobre un ágil avestruz siguió el rumbo de la estrella.
El mago se levantó un día, al alba, y al lavar su rostro en las frescas aguas de un arroyo vio reflejando a sus espaldas el firmamento. Y en él una estrella azul que parpadeaba. Cuando se dio vuelta la misma había desaparecido. El lucero nunca visto lo mantuvo inquieto todo el día, y cuando llegó el crepúsculo volvió a aparecer. Era una luz azul que se movía y decidió seguirla. Por ello reunió a sus mujeres, estas a sus hijos, sus criados levantaron campamento y todos emprendieron un largo y misterioso camino.
El rey estaba viejo pero debía seguir con sus rituales. Su función era indelegable aunque ya tenía un hijo en condiciones de perpetuarse en poder. Por eso en el crepúsculo llegó fatigado a lo alto de su más reciente zigurat, que así le llamaban a los silos. Se sentó en el observatorio y dormitó por un par de horas. Despertó encandilado por una luz que parecía estar a la altura de sus ojos. Y de pronto lo comprendió todo. Con una energía que ya era desconocida en él bajó de a tres los escalones, convocó a su guardia de corps y así salieron cada uno en su camello escoltando a su soberano.
Los tres se encontraron en Belén, y esta historia está en la Biblia.
-Eran los tres reyes magos! –interpretó a continuación una pequeña voz.
-Se llamaban Melchor, Gaspar y Basaltar.. –dijo el relator
-Baltazar abuelo!-corrigió una niña.
-Ha si querida –afirmó el abuelo a la mas lista de sus nietos- el negro Baltazar, el caudillo. Veo que algo han leído o les contaron sus padres sobre esta leyenda.
-No es una historia verídica?
-Es una leyenda, o una historia, que no está documentada pero si está en el corazón de una parte de la humanidad.
-Por eso - dijo uno de los pequeños que se expresaba lentamente- todos los años los reyes vuelven con regalos de la misma manera que lo hicieron con Jesús en el pesebre.
-Pero abuelo - ,se volvió a escuchar la voz de la mayorcita- vos que fuirte periodista debes tener algunas últimas noticias de los reyes magos!.
El viejopensó que era que lo dicho por el pequeño era un buen título.
-Voy a calentar la pava para unos mates y después les cuento.
***
Asistimos en la primera parte de nuestro relato a la referencia dada por el abuelo periodista sobre el origen de los tres reyes magos. La curiosidad de sus nietos, y la exigencia de traer las últimas noticias que se tienen sobre estos extraordinarios personajes.
***
El niñito Jesús recibió como regalo de tan singulares personajes que se encontraron en Belén, al poco tiempo de su nacimiento, los conocidos donativos del oro, el incienso, y la mirra.
El oro fue entregado por el caudillo militar y era una de sus medallas. El incienso era materia ornamental del mago. La mirra tributo del soberano astrólogo.
Estas cosas no se conseguían en cualquier almacén de la esquina.
Los tres creyeron cumplida su tarea, siguieron a la estrella, tuvieron un breve encuentro protocolar con Herodes prometiéndose enviar embajadores. Pero el soberano de Israel, súbdito romano, por los datos que recolectó de inmediato mandó matar a los niños recién nacidos: los Santos Inocentes. De cuyo destino salvó Jesús por intervención de un ángel que les mandó escapar a María, José y el pequeñín.
Finalmente cuando la estrella se apagó sus seguidores terminaron desorientados, decidieron volver a su lugar y se despidieron primero con profundas reverencias y finalmente con fuertes apretones de manos.
Cuando Jesús murió y pasó por el Seno de Abraham a buscar a los fieles que sin haber sido bautizados había tenido conductas dignas , de Adán en adelante, y se los llevó Paraíso. Se extrañó de no encontrarlos a los reyes , y alguien –vaya a saberse que arcángel- le indicó que por no ser judíos no habían tenido espacio en ese lugar y esperaban en el limbo insistiendo uno de ellos que merecerían formar una constelación en el firmamento boreal, mientras que el otro decía que debían estar en el firmamento austral. Y el tercero que ya estaba harto de esta discusión se comportaba nerviosamente.
El arcángel trató de apaciguarlos les dijo que en el limbo no les faltaba nada, y confidencialmente les adelantó que para el tiempo del Papa Benedicto XVI desaparecería como dogma, y allí tendrían un nuevo destino.
Ninguno de los tres sabía lo que era un Papa, y siguieron esperando.
Hasta que un día apareció la estrella. Ya no tenían sus cabalgaduras para seguirla, pero la estrella les habló, dándole cuentas de un interesante mandato.
Una vez al año saldrían por el mundo a repartir juguetes entre los niños, juguetes que estos pedirían y recibirían solo si habían sido merecedores por su buena conducta.
Los reyes serían portadores de la alegría.
Y así los tenemos cumpliendo año a año su tarea.
-Pero abuelo. –vuelven las intervenciones de los pequeños- Ahora la cosa no es tan así. Los padres nos comprar las cosas que queremos, Papá Noel tiene amplia demanda para alegrar a chicos y grandes. Y encima a los chicos cada vez les gusta menos escribir, dejan sus zapatos tirados por cualquier parte, y en muchos lados se olvidan del agua para los camellos, en parte por el peligro del dengue.
-Tienes razón.-retomó el dueño del relato- En un tiempo la Navidad era para gastarse el aguinaldo. Y los reyes para separar unos pesos del sueldo y volver a darle una alegría a los más pequeños.
Pero nada ha sido fácil para los tres reyes desde que se cerró el limbo: los tres han quedado a cargo del Fondo Residual del Limbo, junto a un conjunto de almas que no pudieron cumplir vaya a saberse que requisito y que son los que se encargan de los juguetes, no de fabricarlos, porque ese es un medio totalmente espiritual, sino de conseguirlos.
Es cierto que ahora a los chicos no les gusta escribir, pero en un principio existían otros problemas: muy pocos niños sabían escribir, muy pocos grandes. Cuando creció la alfabetización, ¡que locura!, los reyes magos se llenaron de pedidos. Cuando llegó internet abrieron una página, pero fueron escasas las comunicaciones que recibieron.
Melchor reclamaba que también en esa batalla mediática con Papá Noel fueron perdiendo terreno, y el 6 de enero se transformó casi exclusivamente en el día en que se desarma el arbolito, y se termina de comer toda golosina que haya sobrado de las fiestas. Y los reyes, en estos tiempos republicanos, no se festejan en muchos países como nosotros acostumbramos en Argentina.
Gaspar sonríe cada año cuando ve que la primer cartita es la de Panchito Huineo, que siempre pide un pequeño regalo, tal vez muy discreto para sus méritos, y que ahora pide también a nombre de la señora, de los dos chicos; en la de este año les anuncia que ha cambiado de domicilio, que tiene casa propia.., tal vez un regalo mucho más importante que el que siempre le trajeron los reyes.
Baltazar se queja por tener que volver a subir al camello, animal hediondo y lento, que no puede rivalizar con el avestruz de sus recuerdos. Además camellos y dromedarios son asustadizos, cosa que se pudo comprobar en los dos años anteriores con el gran revuelo del Dakar entre Argentina y Chile, justo para el 6 de enero.
Pero además había otra circunstancia impensada dos mil años atrás. Los colaboradores de los Reyes quieren tener participación en las decisiones, y lo van logrando.
Y estas fueron algunas de las más importantes:
No hay chico malo que no merezca recibir un regalo.
No se dará respuesta a los que pidan juguetes bélicos, Medida que un año después se cambió por entregarles juegos didácticos.
Aunque no escriban se tratará de conformarlos a todos con algún engañito. Situación que comprometió presupuestariamente a los tres monarcas.
Se amplió la edad de los beneficiarios. Mientras que en un tiempo terminaba con la escuela primaria, ahora alcanza a las niña hasta los 13 y los varones a los 15… por eso de la edad de pavo.
El reparto deberá realizarse, si es necesario más allá de la salida del sol, porque los chicos ahora se acuestan tarde y cuesta encontrarlos dormidos para no ser vistos.
Pero este año el comité de la asamblea se presentó ante los tres reyes con gesto severo anunciando una determinación que va de la mano de los tiempos, pero que intranquiliza el futuro inmediato de Melchor, Gaspar y Baltazar.
Los reyes ccompañados del viejo arcángel escucharon la sentencia del parlamento límbico:
-Sus majestades, a partir del próximo reparto, vuestro generoso triunvirato debe dar lugar al cupo femenino.
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