El aprovechamiento del mismo pasaría por la extensión de las fronteras ganaderas del país, y cuando se pensó en el sur se pensó en estancias. La acción militar sobre el nativo daba garantía que aquellos no serían un problema, pero se llevarían la sorpresa que en este sur no se había dado un proceso militar de control y exterminio, y eso lo sabrían los primeros consignatarios de las tierras rurales, que debieron trazar su estrategia en detrimento del natural de esta tierra.
¿Quiénes eran aquellos antiguos pobladores? Los mismos dueños de las grandes estancias magallánicas que comenzaron por adquirir las tierras fueguinas puestas en subasta. No eran argentinos. Los que recibieron algunas extensiones de estepa o bosque por favores del Estado, por ejemplo premios militares, no tardaron en venderlas a los propietarios extranjeros que extendieron sus dominios.
La Tierra del Fuego tenía idénticos dueños de uno y de otro lado del alambre fronterizo, y un modelo de desarrollo pecuario confluyente en el mercado inglés –destinatario de lana y carnes ovinas- con epicentro en Punta Arenas. Pero como había que mantener ciertas formas el norte fueguino agropecuario necesito de un puerto para canalizar el comercio y la escasa administración argentina: eso fue Río Grande.
Algunos jalones para destacar y terminar nuestro segundo capítulo introductorio:
1. Los salesianos previendo el destino de los nativos llegaron para instalar una misión en el lugar, los contratiempos hicieron que emigraron más hacia el norte de la desembocadura del principal río fueguino. Con su acción inconsulta comenzaron a fragmentar el lote XLI de la demarcatoria fiscal que sería reservada para pueblo.
2. Los ganaderos, en la persona de José Menéndez cedieron espacio en su estancia primera, situada en la desembocadura sur del Río Grande, consolidando primero una grasería, y más tarde –especulando con grande ganancias durante la gran guerra- la cesión a un frigorífico que, si bien era presentado como un sindicato de productores, tenía apariencia familiar.
3. El estado hace presencia con una Ayudantía Marítima para controlar el comercio de uno y otro lado del río; lo que junto a la policía territorial da cierta presencia de bandera en una comarca que eran entrada y salida del norte fueguino: una tierra con futuro.
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