James Radburne es el nombre de un
inglés conocido también como EL JIMMY, y es bajo este pseudónimo que se conoce
su libro donde se relata un largo historial patagónico que se inicia cuando llega
a la ciudad del Estrecho de Magallanes, el 8 de diciembre de 1892, luego de
haber partido de Inglaterra el 10 de noviembre anterior, en un viaje que por su
duración puede considerarse un récord.
Una de sus primeras impresiones
cuenta los hábitos de gringos y criollos en torno a la infusión americana
conocida como YERBA MATE.
“En
la casa encontramos a Santiago, el jefe de la expedición y a un uruguayo que
iba a quedarse ahí mientras Santiago salía de exploración con el jefe. En la
vida de la campaña en la Patagonia nunca se hacen presentaciones, un poco de la
etiqueta derivada de la necesidad de muchos de permanecer desconocidos. El
uruguayo nos estrechó las manos y se puso a preparar mate”.
“El
mate es el gran “rompedor de hielo” de la vida social en la Patagonia. En
cualquier reunión, lo primero que se hace es sacarlo y comenzar a hacerlo
circular. La mayor parte de las veces todos se sientan en el suelo en un
círculo, pero estando en una casa nos sentamos alrededor de la cocina. El
uruguayo sacó su calabaza y la llenó con yerba como se llama a las ligeramente
tostadas hojas molidas de una planta nativa de Paraguay de la misma familia que
nuestro acebo, hasta algo más de la mitad. Le agregó agua fría e insertó un tubo de plata con un extremo
bulboso perforado, llamado bombilla. Absorbió toda el agua y fue a la puerta
para escupirla (si hubiésemos estado en una casa menos grande con piso de
tierra, la hubiese escupido sin riesgo al suelo) y rellenó la pequeña calabaza
con agua caliente, absorbiéndola y tragándola, la volvió a llenar y la pasó con
la con la bombilla insertada en el ángulo debido, a la persona que estaba a su
derecha. Después de chupar todo el líquido, una escasa cantidad ya que las
hojas de yerba dejan poco espacio para el agua, la devolvió al que servía quien
la rellenó y se la paso al próximo en turno y así sucesivamente hasta que todos
estuvieron satisfechos. Solamente el que sirve puede mover la bombilla. Cuando
cree que la mezcla se está debilitando, puede sacar las hojas superficiales y
revolver el resto, pero nadie más puede hacerlo sin ofender a quien sirve. Es
un estricto ritual y el servir un mal mate puede ser tomado como un insulto,
como también puede ser si alguien que es servido tiene un modo incorrecto de
devolver la calabaza vacía o mover la bombilla”.
“Sabíamos
poco sobre la costumbre y habíamos traído desde Buenos Aires nuestras propias
calabazas y bombillas, pero sabíamos que era mejor no sacarlas en esta
ocasión.. Se usa solamente un mate a la vez en un grupo en particular. Sería el
peor tipo de insulto rechazar un mate y sacar el propio. La costumbre de chupar
todos con el mismo tubo puede parecer un poco insalubre, pero no debe ser
rechazada si alguien quiere sociabilizar con otra gente”.
Pero el narrador ha venido mucho
después, y se llama Herbert Chils, y el Santiago de la narración, es el Jimmy,
veamos que dice el nuevo visitante.
“No
sentíamos rechazo al tomar mate de la manera acostumbrada, en cambio, me
gustaba tanto estar sentado en esacocina que se oscurecía, escuchando la
conversación y sintiéndome contento de
estar tan lejos de todo lo que conocía, que expresé mi alegría, diciéndole
gracias al devolver el mate al uruguayo. Me sorprendí cuando llegó otra vez mi
turno y fui saltado pero pensé que era un error, hasta que volvió a pasar lo
mismo en la siguiente corrida. Al preguntarle a Jimmy en un susurrante inglés,
que pasaba, me contestó riéndose. Me explicó, ante el júbilo de los demás que
en la Patagonia cuando uno dice gracias, significa que no quiere más. Mi
expresión de gratitud había sido tomada como significando que no quería
servirme otra vez. El uruguayo se rió con los otros y la próxima vez me sirvió”.
“Nos
aficionamos mucho al mate. En la Patagonia, siemrpe es servido amargo, “mate
amargo”, pero en lagunas de las ciudades se echa azúcar en polvo en la calabaza
con la yerba. A veces se prepara como infusión y se sirve en tazas como te,
pero nunca nos gustó ese método, ni tampoco a los patagones. Los Porteños (nativos de
Buenos Aires) consideran al mate
demasiado provincial para los sofisticados cosmopolitas y lo desprecian en
público, aunque conscientemente lo toman diariamente tras las cortinas de sus
casas”.
“Algunas
calabazas son muy decoradas, bandeadas con plata u oro. La del uruguayo tenía
un pedazo escogido de intestino de caballo en el extremo bulboso de la calabaza
por donde se agarra. Las bombillas pueden ser extremadamente artísticas, el
extremo filtrador, de variadas formas, siempre que sirva para colar y pueda ser
usado para revolver la yerba que se debilita. Frecuentemente los tubos están
engastados o bañados o tienen diseños realizados, tales como cabezas de
carnero. La punta que se pone en la boca es frecuentemente de oro. Algunos
piensan que si es de oro no puede contraer enfermedades por su indiscriminado
uso”.
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