El pueblo no tenía más que treinta mujeres.
Treinta mujeres del pueblo, entiéndase,
puesteo que las otras, entre casadas, solteras y viudas no llegaban a cinco.
Pero tampoco los vecinos eran tantos... sobre
todo los solteros que en aquel año al que llama la memoria llegaban a siete,
todos empleados de comercio.
Yure, Lagos, Tito, Kusanovich, entre los que
se puede recordar.
Todos empleados en las cuatro casas de
comercio, mejor dicho, en tres, puesto que “Rastrillo” no invertía en personal
y tenía suficiente atractivo en la clientela con su patrona trepando a la
escalera del negocio para incrementar las ventas, sin más personal.
Rastrillo no concurría tampoco a las casas, cuando
una vez al mes, o en cada relevo de las chicas –eso ocurría cada quince días-se
cerraba la tertulia para los patrones.
Esas noches los muchachos de la barra cruzaba
el río para truquear con los empleados del frigorífico, o bien raptaban
gallinas para armar un tremenda cazuela en la que invariablemente era invitado
el damnificado.
Fue en una de esas en que al vaciar un
gallinero dejaron el cartel: “A partir de las 12 de la noche el gallo quedó
viudo”.
¿Qué más podían hacer esos hombres, solos,
solteros, en este confín sureño?
De los boliches, dos tenían cantina en los
mismos establecimientos, allí de yapa, por las compras, se le daba a los
paisanos el traguito fuere, que luego
invitaba a otros, estos sin pagarse. También la copa en aquellos años en que
faltaban monedas y bancos, era el vuelto obligado que se prevería a los vales,
dado que éstos terminaban siempre perdiéndose.
Para Navidad y Año Nuevo cuando todos los
futres debían pasar cristianamente la
noche en familia, los muchachos festejaban en
En realidad las casas de la alegría eran su lugar de reunión cinco noches a la
semana, todas las que quedaban libres, puesto que la gran concurrencia
campesina se daba sábados y domingos, gozando los restantes ellos –los
dependientes- de la amistad de las niñas que invariablemente les eran
presentadas en cada negocio por la patrona, cuando recién llegaba de Porvenir.
-Eran mujeres jóvenes,
Los ganaderos habían formado su club, al cual
no tenían acceso, al igual que los peones y ovejeros, los chilenos, resultaba
incómodo trasladarse al sur del río para distraerse en el Hotel de Roque, y un
buen día decidieron pro competencia formar el Deportivo y Cultural con el cual
encontraron una nueva pasión: el fútbol.
En la inauguración contaron con los discos de “
Entre las nueves y las diez de cada mañana se abrían
los comercios y el trabajo era interrumpido hasta que se marchaba el último
cliente. Había días en que esto se daba a la medianoche.
Fue así que para una fecha de importancia
comercial, quien sabe en los carnavales o para fin de año –o para el dieciocho-
los muchachos decidieron no trabajar el sábado.
¿Estaban disconforme con lo que ganaban?
¿No se contentaban con el increíble estímulo
que a fin de año representaba la bonificación sobre las ganancias?
¿La queja era por la comida?
En absoluto, a pesar que faltaba, y el pollo y
el vino eran de los malos; se podía comer bien, aunque a los apurones si
llegaban los clientes.
Lo que pasaba es que desde el momento en que
se enteraron que una de las Inglesas de la estancia pagaba de sus dividendos
sábado inglés a los peones –aun a disgusto de los hermanos que no comprendían
estos prejuicios laboristas- ellos, los dependientes, también querían descansar
y disfrutar en el club en la noche del sábado.
Uno a uno fueron llevándolos a la comisaría.¡Hasta
el sobrino de uno de los comerciantes que se había plegado a la huelga tuvo su
destino!
Allí fueron entrevistados por la comisión de
notables, los que presionaron a los primeros huelguistas del pueblo a deponer
su actitud, pero la camarilla se salió
con la suya y como entraron.. salieron.
Desde ese día, los patrones atendían los
boliches ellos solos todos los sábados por la tarde, hasta que la cosa no fue
tan buena, no se ganó lo que se ganaba antes, los negocios cerraban al mediodía
y no se daba comida, y nuevos empleados pidieron horas extras y se disputaron
los turnos del sábado inglés, que pasó al olvido..
Foto.
Viejo almacén de la provincia de Buenos Aires.
2 comentarios:
Muy lindo Mingo, me trae cierta nostalgia ,no de los boliches, porque yo era un nene en esa época, pero si de lejos me imagino que fue así....
Me encantó!!
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