LA CANDELARIA 1910.6


Si bien han pasado 20 años desde la edición de LA CANDELARIA, cuyos capítulos hemos ido colocando en estas páginas, hubo un proceso de búsqueda que comenzó cuando el Padre Miguel Bounicelli se hizo cargo de la Dirección de aquel establecimiento.


El padre había revistado en esa casa con anterioridad a un destino en Río Gallegos, su estadía en el pueblo de Río Grande había sido fecunda y en el momento de recibir la obediencia de partir hubo manifestaciones de reconocimiento que unieron a alumnos y exalumnos, amigos y colaboradores.


Se mandó hacer una placa que después los intereses mezquinos de alguno de los que lo sucedieron hicieron desaparecer.


Pero el padre no se iría muy lejos, "lo enviaron a la Misión" donde iría a demostrar su condición de cura constructor. Allí llegamos a saludarnos y nos mosstró la colección de Crónicas a las que de inmediato tuvimos acceso.


Ya salía con cierta desesperanza de la función pública: había sido concejal en los albores de la demoracia, y ese oferta me llenó de entusiasmo.


Pero sobre la escritura simple que sería la materia de cada uno de los relatos que dieron vida a LA CANDELARIA hubo otras búsquedas, como aquellas que nos llevó junto a Luján Muñiz Wolker -secretario de la EAS en ese momento-, a tratar de dar con un vestigio del santuario levantado otrora en lo alto del Cabo Domingo.


Y fue así que nos detuvimos un día frente a esta enzoquetadura, con Luján, con mis hijos mayores: María Florencia y Damián Eloy.

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