En un reciente viaje de mis primos Verónica y Eduardo Angelosanti a la ciudad
Punta Arenas, se registró un retorno cargado de emociones para mí. Es que portaban la Agenda en la lual durante más de 25 años la menor de mis tías por línea materna iba anotando las novedades de la familia.
Nacimientos, casamientos, defunciones, encontraban su lugar en este diario al que ella repasaba con frecuencia como para mantener viva en su memoria el recuerdo de los que ya no estaban, los que vivían lejos, y los que se encontraban a mano de su saludo.
Mi prima Nedi había anunciado a sus hijos juicios - hace un par de Hermandades- que ese libro debía esta en mi poder; al menos por un tiempo, puesto que yo sabría interpretarlo y cuidarlo. Pero Titín y Juan salieron con prisa de corredores y se demoró la entrega.
Ahora está en mi mesita de luz, dispuesto a ser desentrañado antes de conciliar cada noche el sueño.
La tía Ana, y el tío Volé, fueron un sacrificado matrimonio que trabajó -en medio de sus privaciones- para que sus hijos: Nedielka e Ivo tuvieran una buena educación; ella se recibió de docente los trágicos días del terremoto de 1960 cuando por un momento nada se supo de ella que estudiaba en el Normal de Ancud, él es Ingeniero en Petróleo y sus hijos también son ingenieros en distintas áreas.
Anita me decía, y recordaba a mis padres, como fue mayor la inversión la de las hermana con menos recursos para que sus hijos fueran a la Universidad, y entonces me acariciaba la barba.
Pero más allá de las recordaciones de cada página la agenda tenía disponible muchas páginas, y en ellas encontré recetas de famlia, cuadros interpretativos de las relaciones de personajes de telenovelas que solía ver, y también sus secretos puntos de tejido: la tía hacía al crochet prolijos manteles, abrigadas mañanitas y elegantes guantes "el guante de la nona", dice la anotación: y también en unos párrafos están las indicaciones de lo que llama "el punto Viamonte", seguramente un aprendizaje de labores obtenido en aquellos días en que -recien casada- tuvo por destino la estancia fundada por Lucas Bridges.
2 comentarios:
¡hermoso, hermoso escrito!
¡Un tesoro! tienes en tu manos un tesoro, Mingo.
Publicar un comentario