El Padre José Zink y sus representaciones-


A diez años de su muerte el Cura Gaucho suma referencias a su vida, varias de ellas en el Centro de Gestión Participativa que lleva su nombre.


Allí se pueden apreciar en la guarda pictórica identificatoria del recinto, el el busto que se encuentra en el salón de ingreso, y en una talla hecha en madera.


Mientras que sobre la Avenida San Martín es de larga data la estatua conmemorativa donde se lo muestra tomando mate, cuando no pasa algún irreverente que le roba la bombilla.




Mientras que es reciente el tríptico de imágenes que se visualiza desde la rotonda cercana al lugar de su fallecimiento.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Sumo algunos pasajes de la entrevista al Padre José Zink oportunamente publicada en el libro “A hacha, cuña y golpe. Recuerdos de Pobladores de Río Grande” (1995):

“Mi apellido es de origen alemán. Mis padres vinieron aquí, al país, en el año 1905, de lo que se llama la zona del Volga (...). Fuimos doce hermanos. Yo soy el penúltimo. ¡En casa me mandaban todos, menos el último! (ríe). Nací en 1923 (...). Mis padres fueron a La Pampa, a Alpachiri, y allí nacimos todos (...). Estuve en Alpachiri hasta cachorro, hasta los doce o quince años (...). (...) Me mandaron de alumno a un Colegio Salesiano de General Acha, a un par de leguas de donde vivíamos. Ahí estudié hasta séptimo grado (...). Fui a Buenos Aires, siempre a institutos salesianos, de Don Bosco. Terminé los estudios, en primer lugar en un colegio de Ramos Mejía los dos años. Después pasé a lo que era el Instituto Salesiano de Bernal y de allí hice lo que llamábamos en aquella época el trieño: tres años de práctica en los colegios salesianos (...). Después de estos tres años, teníamos en esa época un estudiantado teológico internacional en Córdoba (...). Yo me ordené el 23 de noviembre de 1952. ¡Imagínese! Es una emoción que es muy difícil de describir”.

En 1956, cuando el Padre Zink se hallaba en el Colegio Hogar San Miguel de La Plata, fue llamado para reemplazar a un compañero de ordenación en la Escuela Agrícola de Río Grande. “Así fue como vine. Y venía por dos meses o dos meses y medio hasta que empezaran las vacaciones. Eso fue en 1956”. En ese mismo año, otro salesiano, escritor, fotógrafo y montañista, personalidad también destacada en la Isla, Alberto De Agostini, publicaba su libro “Treinta años en Tierra del Fuego.

El Padre Zink vino a Río Grande en avión. Nos cuenta: “Llegué finalizando marzo de 1956 (...). Viajaba conmigo un alumno que había ido a estudiar a Bs. As. y que ahora volvía. Yo le pregunté: “¿Dónde está el pueblo?”, y él me contestó: “Ahí, padre”. ¡Todo pelado! Me sorprendió (...). Recuerdo que tomamos un taxi. El taxista vive todavía acá ...¡Un gran amigo! Fue el primero con el que me encontré. Bueno, llegamos a la parroquia. Allí estaba el director, el padre Forgas, que cuando me vio aparecer, me hizo subir y habló por teléfono a la Misión para que me fueran a buscar. Cuando llegué a la Misión, estaban en plena época de clases y me presentaron a los alumnos. Eran alrededor de ciento veinte alumnos, todos internos (...). A mi me tocó en aquella oportunidad dar clases en quinto y sexto grado, y después en algunas materias en los años secundarios. Asistíamos a los pibes en el recreo, jugábamos con ellos. Recuerdo que jugábamos al fútbol en los recreos (...). A veces, cuando veíamos que por ésta, entonces huella, todavía no era la Ruta 3, venía algún coche, ¿Quiere creer que quedábamos como tontos hasta que se perdía otra vez? Y los chicos decían: ¡Tire Padre, tire, pase el fútbol, padre! (ríe). ¡Y entonces jugábamos con sotana!

Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.).

Unknown dijo...

Hola, gracias x contar esta historia y honrar la memoria del Padre Zink. Claudia Zink