Primer Congreso Internacional, Educación e Inclusión
desde el Sur
Entre el 18 y el 20 de octubre llegaron a la ciudad
de Río Grande Tierra del fuego, más de tres mil docentes para participar del
“Primer Congreso Internacional, Educación e Inclusión desde el Sur”. Pensado
como una espacio de producción de conocimiento pedagógico que busca recuperar
experiencias educativas escolares favoreciendo procesos de inclusión y
enseñanzas democráticas, el congreso se presentaba también como una propuesta
“desde el sur”, haciendo hincapé en la necesidad de hacer visibles las particularidades
de la región. Como nos refirió Gabriel Brener, uno de sus organizadores, “La idea de realizarlo aquí tiene fundamentos ideológicos,
geográficos y epistemológicos”. Esta misma idea fue refrendada por
Gustavo Galli en el inicio de las actividades, al ubicar al congreso como una
alternativa frente a otras propuestas que en ese mismo momento se estaban
desarrollando en otros sitios del país. La propia estructura del programa daba
un lugar central a la producción de experiencias situadas en la provincia. En
un gesto absolutamente novedoso para este tipo de eventos, los trabajos
desarrollados por las escuelas constituyeron la columna vertebral de cada una
de las mesas, ubicando a los especialistas en el lugar de comentaristas.
Las propuestas se organizaron en torno a dos
grandes ejes: proyectos áulicos y proyectos institucionales que favorecen
procesos de inclusión, enseñanza y aprendizajes. Parte de las producciones
fueron elaboradas y compartidas previamente por los equipos docentes de las
escuelas y de institutos de formación docente de Río Grande, Tolhuin y Ushuaia
en dos encuentros de charlas participativas en modalidad pre-congreso, a partir
de los cuales se generaron instancias de intercambio y presentación.
En relación a las conferencias centrales, el
congreso nos dió la oportunidad de escuchar a Philippe Meirieu, quien con la
agudeza y exactitud de siempre, abrió el evento ayudándonos a pensar algunos
interrogantes desde la escuela frente a los desafíos del presente. En un
auditorio abarrotado de estudiantes, docentes, directivos e investigadores de
Argentina y de diferentes lugar de América Latina y el mundo, Meirieu hizo una
activo llamado a resistir frente a los procesos de individualización y
mercantilización de la educación, haciendo foco en la dimensión colectiva de
nuestro trabajo y en la necesidad de repensar la forma escolar para garantizar
el acceso democrático a los bienes culturales.
El mismo jueves por la noche, disfrutamos de
“Escuela transhumante” una conmovedora película de Alejandro Vagnenkos, basada
en el libro “Un maestro” de Guillermo Saccomanno. A través del relato pausado y
profundo de docentes y familias de una escuela primaria ubicada en Cajón
Chico-Huncal, Provincia de Neuquén, el director nos muestra la cotidianidad de
la comunidad Millaín Currical. Finalizada la proyección, tuvimos la posibilidad
de conversar con Alejandro acerca del valor de la educación popular y el poder
transformador de la escuela.
La segunda jornada del congreso abrió con una
ponencia magistral de Flavia Terigi, quien pareciera no agotar nunca su
capacidad creativa. En discusión con el modelo pedagógico hegemónico, Terigi,
en absoluta complicidad con el objetivo del congreso y con las mesas de trabajo
que se presentarían más tarde, realizó un agudo análisis sobre diferentes
modelos y ejemplos de alteración de la forma escolar y la posibilidad de que
estas experiencias devengan en saber pedagógico. Finalizada su exposición, fue
el turno de Orlando “Nano” Balbo, maestro normal nacional y educador popular
secuestrado por la dictadura, a quien además de escuchar, tuvimos la
oportunidad de entrevistar para la revista. Sería muy difícil resumir la
profundidad conceptual de sus palabras y seguramente no haría justicia a la
riqueza de su trayectoria laboral y de vida, de modo que compartiré algunas de
las muchas definiciones que esgrimió a lo largo de su presentación:
"Una escuela
democrática permite el diálogo de saberse y la negociación cultural".
"La escuela
debe ir al lugar conflictivo en que el alumno se constituye como sujeto".
"Estamos
perdiendo una significativa batalla en el campo de las palabras".
"El
conocimiento es un bien social que no tiene propietario".
"Por suerte la
escuela fracasa. Si hubiera tenido éxito todos pensaríamos lo mismo".
El sábado amaneció absolutamente despejado. Desde
la ventana del hotel me llevé la última postal de esta hermosa ciudad. Subí a
desayunar esperando cruzar una última charla. Al rato entró Gabriel, después
Gustavo, más tarde Daniel, Laura, Sebastián, Alejandro… Se fueron sentando
todos alrededor de una mesa, debieron juntarla con otra. Conversaban en ese
tono distendido en el que conversan los amigos. Estaban preparando la actividad
de cierre, que fue eso mismo, un charla de amigos ocupados por nuestra
educación; eso si, con un público mucho más grande.
Tratando de ser objetivo (a esta altura ya no voy a
los lugares en donde sé que no me voy a sentir cómodo), me gustaría destacar
algunas cuestiones de este congreso. Con más de tres mil participantes, la
organización de las actividades fue de una puntualidad suiza. En cada una de
las sedes se ofrecía agua, café, té y mate cocido para los asistentes. El día
viernes se entregaron viandas a todos los inscriptos que no fueran del municipio.
Y vale decir que se trató de una propuesta pública y gratuita para todos los
docentes que quisieran participar. En tiempos de angostamiento del Estado y
“opacidad” educativa -parafraseando a Balbo-, este primer Congreso
Internacional Educación e Inclusión Desde el Sur, fue una bocanada de aire
fresco, un llamado a la reflexión, una propuesta política clara y contundente
para que el sur comience a marcar el norte.
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