RUMBO A LA GLORIA, del VGM Luís Jorge Ramirez.



Lo anunció en su página de facebook: Tengo el orgullo de comentarles que durante los Juegos Olímpicos y Paraolimpicos para veteranos de Guerra realizada en la Ciudad de Córdoba, gane la medalla de oro en cultura (narrativa testimonial). 

Y así este veterano radicado en Río Grande adjuntaba el trabajo que resultó premiado. 

RUMBO A LA GLORIA 

A medida que pasan los años resulta cada vez dificultoso recordar con detalles lo ocurrido hace ya 36 años, de los hechos que nos llevaron a ser protagonistas de una parte de nuestra historia argentina.
Teniendo 33 años de edad, casado con dos hijos y siendo Cabo Principal de Infantería de Marina Técnico Electrónico, el 17 de Diciembre de 1981 me presente a mi nuevo destino, que era el Batallón de Infantería de Marina N° 2 Ec., haciendo los tramites de rigor y conocer a las autoridades del mismo me conceden la licencia anual hasta el 18 de Enero.
Al presentarme inmediatamente me aboque a conocer la Unidad y viendo donde desarrollaría mis actividades. Ignorando que a partir del 29 de ese mismo mes, nuestro Comandante recibiría la orden de preparar planes para recuperar las Islas Malvinas.
Era constante escuchar por el sistema de difusión que ingresaban altas autoridades de la Armada y también del Ejército y que se reunían en una sala especialmente acondicionada en la parte superior del edificio Comando. Ahí en una sala de situación se estaban elaborando los planes para cumplir con lo ordenado, había un detalle que llamaba la atención era que regía la prohibición de subir a ese lugar, habiéndose constituido una guardia que impedía el acceso al mismo.
En los primeros días de Marzo comenzó una instrucción intensiva que no era común para esas fechas, muchas salidas al campo, y varias navegaciones con la Flota de Mar (sin saberlo estábamos ensayando el desembarco).
Y comenzó el incidente en las Islas Georgias que determino el adelantamiento (según los planes era para concretarlo a fines de Junio) de la recuperación de nuestras islas Malvinas.
El viernes 26 de Marzo en horas de la tarde, hubo una reunión del personal de jefes y encargados de comunicaciones de las distintas Unidades que participarían, donde se presentó un Plan de Enlace radioeléctrico, distribuyéndose frecuencias e indicativos para una operación que aun desconocíamos. Fue en esa oportunidad que tuve el honor de conocer al Capitán Giachino que se acercó adonde yo estaba y me manifestó lo siguiente: ¡que misteriosos que son ustedes los comunicantes, si total vamos y regresamos enseguida¡ lo que resultaron ser palabras proféticas, que más adelante explicare.
Me dieron franco para ir a mi domicilio (solo salieron los casados) y durante las horas de la tarde del día 27 disfrute junto a mi familia, comentándole a mi compañera de vida que lo que se venía era una operación real por la magnitud de los preparativos, en horas de la madrugada del Domingo me despedí de mis hijos que se encontraban durmiendo y también lo hice con mi mujer en la puerta de mi casa, sin darme vuelta subí al camión que había pasado a buscarme y casi llegando a la esquina giro mi cabeza y la vi a Ella que estaba en el medio de la calle despidiéndose de mi (intuía que mi vida podía correr peligro).
Una vez en el cuartel me aliste y fuimos transportados a la Base Naval Puerto Belgrano, cuando al llegar me di cuenta que estaba la totalidad de la Flota de Mar en el apresto antes de zarpar, las chimeneas humeantes indicaban el encendido de los máquinas y calderas. Embarque en el BDT (Buque de desembarco de tanques) ARA Cabo San Antonio, la cubierta principal llena de vehículos de la Armada y también algunos vehículos del Ejercito. Y llego el momento esperado la zarpada, formamos en la cubierta mientras una guardia de honor nos despedía desde el muelle y comenzaba a alejarse la silueta de la Base, ya no volveríamos a divisar tierra hasta llegar a nuestro objetivo. El primer día de navegación comenzamos con las actividades de rutina, zafarrancho de incendio, zafarrancho de abandono, etc.
A partir del segundo día de navegación comencé sentir la furia del mar, haciendo que gran parte de los que íbamos en el buque sintiéramos cierto malestar (mal de mar) incluso se prohibió la permanencia en cubiertas superiores, eso hizo que al estar cerradas todas las compuertas, el aire enrarecido se acentué cada vez más. Pocos que nos animábamos a concurrir a rancho y aun así la gran mayoría no consumían su ración completa. Al tercer día pude asomarme porque estaba abierta una puerta que daba a la popa (donde estaba el guardia de guindola), y junto a algunos integrantes del Ejército me encontré aspirando el aire fresco y recién ahí me di cuenta del temporal en el cual navegamos, había instantes que se levantaba una pared de agua que superaba los 10 metros y en otros momentos nos encontrábamos muy arriba lo que permitía ver los demás buques que nos custodiaban, íbamos en formación de guerra. El jueves comenzó a mejorar el tiempo, en horas de la tarde escuche la arenga del Almirante Carlos Busser donde nos dijo que éramos los elegidos para recuperar la soberanía sobre nuestras islas y termino con un Viva la Patria, que respondí con toda mi fuerza. A partir de ese momento intercambie miradas con quienes me rodeaban (a pesar el rostro serio) en todas ellas se veía el orgullo inmenso sabiendo que íbamos RUMBO A LA GLORIA.

Desde ese momento mi jefe de sección Teniente De Corbeta IM Héctor Gazzolo convoco a una reunión a los integrantes de comunicaciones del Batallón donde impartió directivas precisas y se repartió el Plan de Comunicaciones. Entre tantas ordenes dio una que iba a cambiar mi vida y fue que llevara una Bandera y que la haga flamear donde sea y sin pedir permiso a nadie. Luego se habilito el agua para que todos podamos ducharnos y más tarde tuvimos misa. Fue difícil conciliar el sueño y aun antes del toque de Diana me encontraba despierto. Nos levantamos a las 4 de la mañana (el ARA San Antonio tenia izada la Bandera de Guerra), ya alistados, desayunamos y escuchamos la radio AM de Malvinas (música clásica) se acercaba el momento de la verdad, donde íbamos a poner a prueba nuestra preparación militar. Cerca de las 5,30 se ordenó por el sistema de difusión el embarque del personal en los vehículos anfibios, completándose este movimiento antes de las 6 y ahora el encendido de los motores, cerrándose las compuertas y solo teníamos en su interior una luz roja que apenas permitía el ver lo que ocurría dentro, comenzó el VAOPs a moverse y el momento que nos hicimos a la mar recordé lo que había aprendido sobre ese instante de un desembarco, es el instante más vulnerable el movimiento buque a costa, donde es imposible defenderse, por eso di un respiro de alivio al sentir que el vehículo cambio de sistema de propulsión ya que estábamos tocando tierra e inmediatamente se abrieron las compuertas superiores donde personal designado daba seguridad. Estaba amaneciendo y el horizonte se divisaron proyectiles trazantes, indicándonos que había personal combatiendo. Luego que de la columna principal se separaran varios VAOPs en dirección al aeropuerto, el resto nos dirigimos a la localidad y estando aproximadamente a 1 Km de las primeras casas, la cabeza de vanguardia recibe fuego de armas automáticas y de cohetes antitanques, lo que hizo que nos desplegáramos en el terreno repeliendo el ataque con fuego de armas individuales, ametralladoras 12,7 mm y de los cañones 75 mm. Ceso el fuego enemigo y continuamos la marcha entrando en Puerto Argentino, estando detenidos a 400 metros de la casa del Gobernador (donde aún se escuchaban disparos), frente a la Iglesia Católica, eran las 8,20 hs, observe que había un mástil y ahí recordé que llevaba una bandera Argentina entre mis ropas e inmediatamente la desplegué y pedí a mis compañeros que me ayuden a izarla, el Suboficial Acevedo y el Cabo Godoy me acompañaron cruzando la calle, me arrodille mientras me daban protección y por fin en plena localidad flameaba nuevamente nuestra enseña nacional. Luego nos enteramos de la triste noticia, había fallecido en combate el Capitán Giachino (nuestro primer héroe). Alrededor las 15 Hs. fui designado junto a otros hombres de las distintas Unidades participantes para ser recibidos por el Sr. Presidente de la Nación, a bordo de un avión Hércules nos trasladamos a Rio Gallegos y desde ahí a la Base Aeronaval Comandante Espora. No llegamos a Buenos Aires (por cambio de planes) y nos informaron que participaríamos del sepelio del CFIM Giachino que se realizó en la Iglesia Stella Maris y luego trasladamos el féretro al cementerio de la ciudad de Punta Alta, y ahí pensé lo que me había dicho unos días antes: “Total vamos y regresamos enseguida”, tenía razón fuimos y volvimos pronto pero yo llevaba su cuerpo para su descanso eterno. En este momento que escribo recordando lo acontecido mis ojos se llenan de lágrimas, porque sé que sin proponérmelo entre en la historia grande de la Argentina.

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