En el mes de octubre,
edición número 25, la revista EL FUEGO DEPORTIVO publicaba un reportaje
realizado por Nicolás Mazzini, a la figura riograndense que ganaría una medalla
de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud.
El Iñaki Mazza que se
perfilaba como el campeón que es aparece la crónica modelado por su pasión…
Con apenas 18 años, el joven atleta nacido en Río Grande irá
en busca de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud que se
realizarán en Buenos Aires este Octubre. Es por eso que previo a uno de los
desafíos más importantes de su carrera, nos reuniomos con él para conocerlo un
poco más.
-Iñaki, la pregunta obligada es consultarte como te iniciste
en el BMX para llegar hasta donde estás.
Comencé a andar en BMX porque fue una de las primeras cosas que vi penas tuve conciencia.
Desde los 3 años más o menos agarré mi primera bici, regalo de mi papá, porque
mi hermano Tomás (28 años) ya estaba practicando la disciplina en la calle, acá
en Río Grande, con sus amigos. Yo lo veía a él, y como no me dejaban salir a la
calle, aprovechaba a practicar dentro de mi casa, saltando y practicando hasta
que un día mi mamá me dejó salir para, a menos, dar una vuelta a la manzana.
Para mí era muy divertido, toda una aventura salir a la calle. Era abrigarse, ponerse las rodilleras y el
caso y salir hecho un “power ranger”. La
gente me veía y quedaba impresionada al ver a alguien tan chiquito haciendo
algo que no era común en aquella época. Daba vueltas a la manzana e iba
descubriendo rampitas, obstáculos con ramas, objetos con los que empezaba a
practicar saltos y otras cosas, a raíz de eso empecé a descubrir el mundo que es el BMX Freestyle.
En aquel entonces no era ni consciente de que se podía ser profesional, todo
era como un juego y creo que eso fue parte de lo que me hizo ser como soy hoy:
hago BMX para divertirme. No voy con la mentalidad de ganar las competencias,
si me va bien es porque me pude divertir al máximo.
Nacido el de octubre de 2000, el chico riograndense que
viene de coronarse en la tercera Copa del Mundo FISE de BMX Freestyle and
Flatland en Edmonton, Canada, es uno de los grandes candidatos para darle un
oro a la Argentina. Sin embargo antes de llegar a ser la figura reconocida que
es hoy, pasó por diversos cambios, entre ellos la partida desde Río Grande para
irse a vivir al norte.
-¡Y cómo pasaste de ser ese chico que salía a dar la vuelta
de la manzana buscndo rampitas a viajar por el mundo con el BMX?
Mudarme a Buenos Aires fue fundamental porque me permitió
participar de mis primeras competencias. Recuerdo bien la primera vez que fui a
una, en 2009 con apenas 9 años en la categoría Iniciante. Salí tercero y mi
hermano y sus amigos estaban “como locos”, me cargaron en brazos y celebraban,
pero yo estaba enojado porque era chiquito y quería ganar. Esa fue una
experiencia increíble, a partir de ahí fue todo crecimiento. En el 2010 volví a
participar y gané la categoría; al año siguiente, ya en Amateur, volví a ganar.
Fueron años de mucho progreso donde entrenaba todos los días. Como mi hermano
estaba en Buenos Aires estudiando, salíamos todos los días a practicar por la
ciudad y los diferentes parques. Ya en la primera competencia a la que fui se
acercó el organizador sorprendido por mi nivel siendo tan chico, ya que Red
Bull –el auspiciante del evento- estaba buscando la nueva promesa del BMX argentino, y ese fue mi primer contacto con el gran
mundo de las competencias de la disciplina. Entre 2010 y 2013 siguieron mi
progreso de cerca, me decían que siga practicando, que si todo siguiera así
cuando tuviera la edad legal para representar a la marca me iban a auspiciar, y
eso me motivó aún más. Fue justamente en 2013, luego de estar en diversos
eventos importantes con varios referentes de BMX, cuando por fin se dio todo, y
entrar a Red Bull me abrió un montón de puertas. Mi primer viaje internacional
fue a Barcelona, el Happy Ride Weekend, uno de los más importantes del mundo.
Fue un mes de ensueño, donde conocí muchísima gente y gané un premio al mejor
rider de la sesión. Ese fue un envió anímico muy importante. A partir de ahí
comencé a viajara numerosas competencias y conocer muchos lugares.
Si bien hoy en día viaja por el mundo y nos representa en el
nivel internacional, Iñaki tiene los pies bien puestos sobre la tierra.
En Río Grande es un ídolo, sobre todo entre los más
chiquitos que se están iniciando en estos días. Todos quieren saludarlo, y que
él los mire mientras intentas una pirueta. Esa misma humildad lo llevó a no
volverse loco por el llamado olímpico.
Sabe que será una oportunidad única pero no se
desespera y quiere disfrutarlo al máximo.
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