Desilusionado
Como un niño
De zapatos nuevos
Manchados de barro,
Me vi un día
En un opaco espejo
De madera.
Mis ojos trizados
Por el plomo del llanto,
Amenazaban caerse
Dentro del jarro,
Donde el rojo vino
Era un mar encerrado,
Invitando desde el fondo
A copular con mi sangre,
Entonces subyugado
Bebí con hambre,
Noté mis manos,
Mis orejas y mi todo,
Plagado de gnomos
Susurrantes e inquietos,
Que sublevaron mis ganas
De matar dragones y conquistar doncellas.
Al despertar
Los jueces
De túnicas negras
Seguían impávidos
Cosechando querellas,
Sembrando embargos,
Al despertar,
Sin dragones degollados,
Ni doncellas seducidas,
Salid a despejar mi mente,
Salí a respirar la mugre cotidiana,
Seguía amarillento
Como un sol de propaganda
Al igual que el resto de la gente.
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