CARLITOS, SIEMPRE VIVO


Alina Iturbe nos fotografió mientras yo realizaba la transmisión para LRA 24. Fue en la audiencia pública realizada el viernes 20 de febrero en el Concejo Deliberante de Río Grande, donde Carlitos Estefó fue un disertante inesperado.

Es que ayudado por los concesionarios del servicio de Estacionamiento Medido ha dejado de vender -en la vereda de Carrefour- las plantas mediante las cuales sobrevivía. Ahora recibe una contribución que lo aleja de la incertidumbre.

Carlitos quería dar las gracias y el concejal Pagella, presidiendo la audiencia, le brindó esa oportunidad; entonces él recordó parte de sus 68 años fueguinos, y esa interesante historia de cómo se lo dio por muerto. Una historia que escribimos para El Sureño en el año 2000.




CARLITOS, EL FINADO

¿Por qué lo presentamos así?

Porque nos resultó tremendamente interesante un episodio de su existencia ocurrido por 1950.
Carlos Estefó partió de Tierra del Fuego, la situación económica era buena, pero corrían rumores de catástrofes naturales después del temblor del diciembre anterior.
Llegó a Río Gallegos y se alojó en el hotel de Gómez, un comerciante que estaba alojado incriminado por la muerte de tres clientes. La estadía de Estefó fue breve pues que le salió un trabajo casi de inmediato en Lago Argentino. Pero mientras tanto, en otro lugar de la capital santacruceña, el villano requería del juez para confesar nuevos crímenes. Y dio la pista de otros cadáveres que fueron encontrados sepultados en el patio, sumergidos en el pozo ciego, pasajeros que fueron despojados de sus pertenencias y que fueron reducidos siniestramente en aquel Hotel Primavera que funcionaba en Urquiza 72.

-“El 21 de abril yo partí para arriba, pero a esa hora me despedí de la dueña y de la hija, porque la gente estaba trabajando a esa hora: 10 y media de la mañana o diez. Así que nadie me dio partir”

En total fueron ocho los muertos y entre ellos encontraron a un muchacho rubio jovencito, recién echado al pozo ciego al que otros parroquianos pensaron que era el “Chico Estefó”, que para aquellos años tenía el cabello color cobre.
Resolver que lo pasaran por muerto le costó como 35 años, es decir tener documento que acredite que estaba vivo fue cosa de la última década.

-“Todo el mundo se asustaba cuando me veía porque ya me tenían por muerto desde hacía varios años. No había manera… En el único lugar donde fui a encontrar mi nombre y mis datos fue en el cementerio del Río Gallegos, porque ahí algún familiar que hizo un nicho: ¡Ahí está Carlos Estefó!

Carlitos, el de los gruesos anteojos de otros días: de la órbita vacía de este presente, suele demostrar en su memoria una aptitud poco frecuente de recordar fechas, de muchas cosas vividas y observadas desde su llegada a Río Grande, el 11 de febrero de 1942, cuando era un niño.
Unido a tantos trabajos recuerda los días junto a otra gente y bajo la dirección de Juan Bonacic, actualmente residente en Punta Arenas entre las calles Patagona y Boliviana, interviene en la construcción del primer aeropuerto del Río Grande norte.
Por aquellos años revistaba en Vialidad Nacional y a préstamo a la Gobernación Marítima les tocó encarar las tareas de mejorar la tierra para recibir a los aviones. De su paso por Vialidad recuerda al Ingeniero Carlos Mayor, el que el 19 de abril de 1949 les tomó juramento a todos los empleados de guardar fidelidad a la nueva Constitución Nacional.

-“Era un libro grande y blanco”- Que se perdió como tanta documentación que registraba la acción del peronista de aquella época.
Después de años dedicado a la construcción, operando máquinas viales, los lugareños más recientes lo identificaban por su dedicación a las plantas, durante un tiempo empleado en el área municipal, en años más cercanos desde su actividad particular. Recuerda con afecto a Don Alberto Vicente Ferrer, que lo hizo trabajar en la comuna soñando un Río Grande más verde. Pero eran los años de la guerra con Chile y la falta de recursos por el crecimiento poblacional:

-No había agua para tomar ¿cómo iba a haber agua para regar las plantas? Si no esto debería estar todo lleno, porque Don Vicente plantaba él también. Para el Aeropuerto plantamos a ambos lados. Pero cuando se ensanchó pasaron máquinas y no quedó nada.

¿De dónde nació esta inclinación por las plantas?

Cuenta que un año en un descuido provocó un incendio de campo, esas cosas que se dan cuando se sale de pic-nic. Entonces secretamente comenzó a esmerarse en devolver el verde perdido.

-“Siempre planté árboles, andaba con mi hermana por el campo. Ella me rogaba que no llevara fósforos, pero cuando volvíamos de vuelta para el aserradero no podíamos pasar y esa vez estuvo ardiendo como siete meses. Había cambio de viento y volvía otra vez”.
“Creo que he plantado todo lo que quemé esa vez”.
“La gente no lo cree”- afirma Carlos.

Y yo me quedo pensando ¡cuántos en esta Isla Grande deberían pensar cómo devolver a la tierra, lo que a la tierra le han quitado!

1 comentario:

Pali dijo...

¡¡¡Otra vez Carlitos, cómo a él le gusta que lo llamen!!! ¡¡¡Y otra vez Mingo, aquí presente con alguien que desde que vine a Río Grande, ha sido un gran compañero en las plantas, en brindarte (cuando ya estás tan cerca de él) un café delicioso,preparado por su hermana; en contarte tantas anécdotas; en decirte que si la gente se dedicaría a hacer plantas no tomaría tantas pastillas; para darte cuenta que el trabajo es sienpre alegría cuando lo hacés gustoso: en aclararte que su sustento no son las plantas; en demostrarte que darle la "yapa" a la gente que te compra es parte de la alegría de dar y no sólo de vender; que si tenés solamente como meta vender, pierde todo el sentido de ver desarrolarse "eso" que vos pusiste en tierra. Tuve esa suerte vivencia, esa dicha, de tener ese gusto e intercanbiar planta y experiencia. ¡¡¡Gracias Mingo para hacerte eco de la vejez de nuestro Carlitos, pues él y sus plantas todavía existen, allá por Rivadavia y Almafuerte!!! Como vos pusiste "Carlitos, siempre vivo", Orea vez ¡¡¡Gracias Mingo, pues Carliots, seguro que ni sabe que está en Internet!!!