La provincia de Lola, Segundo y Margarita

Desperté al mediodía del 1 de junio con un mensaje en mi celular, el Chino Aranibar me decía lo siguiente:

“En este día de nuestra provincia recordemos la memoria y el sacrificio de quienes nos precedieron, fortaleciendo el compromiso con la vida, la familia y la educación de nuestros hijos”.

El Chino es un veterano de Malvinas, jubilado de Defensa Civil municipal y graduado en periodismo.

De pronto me pareció que sus dichos eran estimulantes para volcarme a mi blog, y pro eso le pregunté:

-¿Podrías darme tres nombres, por favor?

-Lola, Segundo y Margarita. Fue la respuesta.

-¿Cual Margarita?

-Maldonado.

Seis horas después me sentaba a escribir. Ya para entonces había escaneado tres imágenes que vuelco aquí para Uds. Junto a una pequeña evocación.

La inútil.

Lola vivió buena parte de su tiempo en la cabecera del lago Khami, lago que para ella nunca fue Fagnano. Khami era palabra que tenia sentido, a Fagnano no había tenido la oportunidad de conocerlo, falleció en 1916 y para entonces ella era un mujer hecha, pero no hay testimonio de un encuentro.

¿Cuál habrá sido la familia de Lola?

Se consigna un compañero selknam, Anik. Con el tiempo vendrá un a escritora magallánica, docente parvularia, a escribir un libro didáctico donde ella y el son los personajes conductores del relato: “Aprendiendo de nuestro pasado indígena: la etnia selknam” de María Angélica Andrade. Lola nunca se imagino que esos contactos con Anne Chapman la convertiría en una de las fueguinas más famosos, por sus cantos inolvidados, por su condición de chamán. Digámoslos como se decías antes, en tiempos en que estaba viva: bruja. Con las distancia que condicionaba esta discriminación.

Murió en el Hospital Regional de Río Grande, y el médico que la atendía –el Doctor Jorge Saúl Ferra, le sacó una foto poco antes de morir, en su cama de internación; foto que prometió acercármela si la encontraba, por que la tenía bien guardada, pero también le vino la muerte…

Lola develó secretos bien guardados y por eso se la recuerda.

Sus manos eran tan toscas como las madras de la vivienda donde posó un día para un fotógrafo curioso. Con esas manos vivió y sobrevivió muchos años en el corazón de la isla.

Su apellido, Kiepja, en realidad era su nombre nativo, significaba inútil. ¿Inútil para qué? ¿Inutil para quién?

El sordo

¡Quién se acuerda del segundo apellido de Segundo? Nació en un tiempo en que era usual, por la influencia chilena el usar tanto el del padre como el de la madre. El padre fue el ausente, dejó su semilla y partió hacia el olvido. La madre Perpetua Kailjen, falleció a temprana edad de su hijo, asilados ambos en La Candelaria. La perpetuidad no prosperó y Segundo no usaba el primer nombre Antonio, como su padre, el que le había dado nombre.., nombre y apellido. ¡Y nada más!

Lo poco de escuela que tenía lo consiguió entre los salesianos.

Después vino un largo tiempo de trabajo, de cárcel, de trabajo.

Sus últimos años fueron de asilo, de reconocimiento,, de impaciencia.

Se esmeraban por su presentación, y el se cuidaba en todo.

Pero con el tiempo quería una cosa por sobre todas: poder oír. Los huesos del oído se le habían desgastados y no había forma de encontrar reparación alguna, ni con cirugías, ni con prótesis.

A Segundo lo venían a buscar y el pensaba que era para curarlo.

Pero era para mostrarlo.

Mano de piedra.

Margarita creció como todos sus hermanos en la casa paterna, al cuatrocientos de la calle Moyano. Por su madre, Herminia, la identidad selknam la ligaba más a la tierra fueguina de su nacimiento.

En aquella manzana, sobre el barrio La Vega –la número 43– había en un tiempo, curiosamente 43 niños.

Con los años 90 creció la identidad del origen entre los descendientes onas, y hoy por hoy Margarita ejerce su rol de instructora en Cultura de la Provincia enseñando las artesanías de sus mayores en niños de los más diversos orígenes. Margarita dirige esta actividad identitaria con blanca mano.

Pero hubo un momento diferente para ellas. Fue cuando debatía en la legislatura provincial la restitución a la comunidad indígena de las tierras de la antigua reserva. Titín, uno de los legisladores mopofistas, que había comprometido su voto con los demandantes se dio vuelta a la hora de la votación. Entonces Margarita salvó las distancias que los separaban y en todo el recinto se escuchó la bofetada, y la palabra traidor.Debe constar en actas.

Titín era uno de los chicos de aquella manzana.

Una provincia traidora, una provincia sorda, una provincia inútil. ¿Nuestra provincia?

Una provincia memoriosa, una provincia incomprendida, una provincia valiente. ¿Nuestra provincia? Un lugar o un tiempo diferente en el cual vivir… Un tiempo o lugares diferentes donde morir. ¿Vivir para qué? ¡Vivir para quién? Una provincia con muchas preguntas y demoradas respuestas.

1 comentario:

cristina dijo...

Vaya con la provincia donde seguimos viviendo!