CONGRESO PEDAGÓGICO NACIONAL – 1988 Escribe Gustavo Rolando Coppola.

Cuando llegué el 24 de Febrero de 1986 a Río Grande, ciudad del, en ese momento  Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, ya estaba en marcha el recorrido del segundo Congreso Pedagógico Nacional (CPN) que el presidente Raúl Alfonsín había convocado con el fin de repensar la política educativa nacional.

Si bien la intención era la de permitir la participación popular en todas sus dimensiones, las noticias que de algunos amigos recibíamos del norte, se referían a como los gremios y los partidos populares, y hasta sus propias internas, no permitían un desarrollo normal de las localías.

Según la convocatoria de la Nación se buscaba una participación amplia, crítica, creadora estableciendo como eje  el respeto de todas la opiniones, y buscando la garantía que en su cierre se refleje fielmente las concepciones en las que hay concordancia, los diferentes puntos de vista y el desarrollo y análisis de los problemas locales y regionales de la educación, suponiendo la convocatoria presidencial que el CPN y su desarrollo podría permitir la consolidación de la democracia, el fortalecimiento de la identidad nacional y la superación de las necesidades educativas del presente.

Las mismas se habían inundado de algunas mezquindades que denotaban una inmadurez que los sectores conservadores, a mi criterio, supieron en adelante aprovechar.
Al poco tiempo de llegar a la isla, supe de la convocatoria a la localía Río Grande  del CPN, empezando a asistir a cada sesión de la misma, en virtud de los intereses que me movían en relación a la Educación. Si bien en Río Grande militaba aún en el Ateneo Sergio Karakachoff, mi llegada al CPN fue independiente de la propia UCR, espacio del cual me fui al poco tiempo.
Las reuniones eran de unas treinta personas, asistiendo trabajadores, algunos profesionales, amas de casa, y, a diferencia de las noticias ya citadas,  tenían la riqueza de la discusión limpia, constructiva, sin dejar de citar que muchas veces había que sacar las disquisiciones catárticas que producen las discusiones sobre la Educación.
Cuando se convocó a la asamblea provincial, se produjo una elección, de donde salieron los delegados que participaron en las Asambleas del Territorio del CPN.
Las discusiones en Ushuaia fueron intensas pero muy productivas, saliendo de allí  los delegados a la Asamblea Nacional del CPN:

Por Ushuaia:
·                 la señora Dora Chelaliche (Ushuaia), militante del justicialismo en ese tiempo, y, a mi criterio, mentora de un sistema de bibliotecas escolares, que en formación y organización superó a muchas provincias argentinas.
·                y los señores Daniel Moreno y Francisco Bonvehi, militantes ambos de diferentes expresiones políticas.

Por Río Grande:
·                 la señora Stella Maris Monchietti, docente, directora en ese tiempo de un centro educativo, y una de las responsables, junto a la recordada Diana Cottorruelo, de las asamblea local del CPN,
·                 y los señores Domingo Montes, responsable en ese tiempo de la Biblioteca Popular, y que se había desempeñado como director de Cultura de Río Grande, en una de las gestiones del justicialista Esteban “Chiquito” Martinez,
·                 Carlos María Ratier, docente de una de la escuela de adultos, hombre constructor de procesos culturales y de la historia de Río Grande, 
·                 y el que escribe estas líneas.



Aunque es muy sesgada la descripción de los perfiles de los participantes, se podrá observar que los mismos, ya sea en lo personal, lo profesional y lo político de cada uno de los delegados, mostraba una diversidad que favorecía a una discusión plena, vigorosa, pero absolutamente constructiva.
Cuando observábamos como se iba a constituir la Asamblea Nacional, comenzamos a entender que existía la necesidad de observar, debatir y conocer que pasaba en el resto de las provincias patagónicas, que, por número de delegados, sabíamos que íbamos a ser una minoría casi extrema en la Asamblea Nacional.
Con 7 delegados por cada provincia patagónica (salvo Río Negro que tenía 8), sólo integrándonos pudimos superar el número de la Capital Federal (22) y acercarnos en algo a Buenos Aires (67).
Es así que, un tiempo antes de concretarse la citada asamblea, se organizó una instancia patagónica en San Carlos de Bariloche, donde consensos y disensos fueron abonados con mucho compromiso de cada delegado, y que nos permitió ir con posturas que creímos importantes para la región, diferenciándonos fuertemente en algunos puntos entre los delegados de la patagonia austral con el resto.
Saliéndonos del análisis cuantitativo, es inmedible la superación cualitativa que en la propuesta y en las acciones produjo esta integración de “sólo” 36 delegados.
La llegada a la Asamblea Nacional del segundo CPN que había sido convocado para la semana que iba del 27 de febrero al 6 de marzo de 1988 por ley nacional 23.714, se cargó de sorpresas dado que, de la mayoría de las provincias con mayor cantidad de delegados (Cap.Federal, Bs. As., Córdoba, Santa Fé), llegaban a esta instancia con pocos acuerdos, y demasiados disensos.
La Asamblea trabajaba en siete comisiones, en la escuela fiscal de Embalse, y se discutía siempre con micrófono en mano, dado que las sesiones se grababan en forma permanente, cosa que permitió una gran fidelidad de lo dicho en cada una de ellas, en los documentos que hoy se pueden ver en diferentes sitios de Internet.
Ese avance tecnológico favoreció a un sector muy importante de la Asamblea: la iglesia católica y los representantes de la educación privada.
Grupos de trabajo, coordinados por un famoso conductor de la educación católica, desde un hotel podían escuchar las discusiones de cada comisión, dado que las mismas, para que funcionen en la escuela, se entablaban a través de una onda diferente de fm.
Esta organización hizo que los sectores defensores de la educación pública como tal, se comenzaran a organizar desde diferentes actores que incluían dirigentes políticos, gremiales, sociales, así como personajes devenidos de la investigación educativa, que comenzaron a organizar reuniones que se hacían en los “bungalows” del complejo de hoteles de Embalse, y que comenzaron a concretarse a partir del bloque patagónico.
No fuimos los integrantes de este bloque quienes garantizamos en nosotros mismos una actuación organizada, consensuada, discutida seriamente, sino que justamente la concreción de un bloque fortalecido ya previamente a la Asamblea Nacional, hizo que el Bloque fuera vertebrador de acciones que llevaron a enfrentar a un gran grupo de delegados que traían mandatos muy cerrados, muy firmes, y que respondían a intereses del CONSUDEC (Consejo Superior de la Educación Católica), así como también grupos representantes de los propietarios de las escuelas privadas.
En la comisión 7 éramos cuatro integrantes del bloque sobre 44 delegados. Además del suscrito compartieron este lugar Jorge Stacco por el Chubut, quién después tuvo altos cargos en la Universidad Nacional San Juan Bosco, Antonio Cabrera por el Neuquén, y Jorge Calvo, por Río Negro, quienes tuvimos que afrentar fuertes enfrentamientos, de una interesante y profunda discusión sobre bases epistemológicas e ideológicas que luego se explayaron en el informe final de la misma.
Cada día, era levantarse, estar todo el día en la escuela, parando para almorzar y merendar, y luego de cenar, nos juntábamos en uno de los bungalow, para discutir las estrategias para el día siguiente, lugar donde había representantes del ministerio de Educación de la Nación, del justicialismo, del radicalismo y del partido intransigente, entre otros, y otros conocidos representantes de las teorías educativas progresistas que al momento se vislumbraban en Latinoamérica, algunos de los cuales actuaron después para el menemismo, que en contrario a lo que los sectores populares consideraron en el CPN, consolidaron los preceptos del Consenso de Washington, y la imposición de la estructura neoliberal en la educación de nuestra República, con la sanciòn de la ley Federal de Educación.
El último día en uno de los salones de los hoteles del complejo, se convirtió en la sede de la instancia final de la Asamblea Nacional del 2do. Congreso Pedagógico Nacional.
La discusión fue intensa, permanentemente interrumpida por aplausos, por abucheos, entre otras cosas, producidas por la discusión que se armó con cada tema entre los dos grandes bloques en que terminó conformada la asamblea.
Por un momento pareció que el CPN fracasaba, y si bien se zanjaron las cuestiones más ásperas, en lo personal siento que el fracaso se instaló cuando el presidente Menem mencionaba al CPN para justificar el dictado de la citada ley Federal de Educación y la zaga de normas, acciones y políticas que la sucedieron, que significaron un retraso en la construcción colectiva de la Educación.
Tal vez como anécdota, en la comisión 7 que trataba sobre el gobierno y financiamiento de la educación, se entablaron diversas discusiones que diferenciaban claramente a la educación pública de la privada. La reforma de la Ley Federal produce un concepto que aún hoy sostiene  la ley de Educación Nacional, promovida por el gobierno nacional actual, y que dice que existe una EDUCACIÒN PÚBLICA DE GESTIÓN ESTATAL y una EDUCACIÓN PÚBLICA de GESTIÓN PRIVADA.
Hoy en el tiempo, buscando explicaciones a cada cosa sucedida en la República, es inexplicable que la actual Ley de Educación Nacional siga conteniendo este concepto, que en pocas palabras se traduce en un gran sistema inequitativo y ajeno a los intereses de una República más justa.
Será seguro un camino de las próximas generaciones, repensar la Educación y en ella una escuela no sólo inclusiva por la permanencia de niños y jóvenes en la misma, sino por la calidad de  un proyecto educativo, que la haga comprender como necesaria para comprender la realidad contextual y proyectar críticamente a futuro, así como pensado en la movilidad social que beneficie que todos los sectores de nuestra sociedad.
Releyendo los dictámenes de las diferentes comisiones me quedan muchos interrogantes de cuanto fue tergiversado, y de cuanto fue “ninguneado” en 26 años. Entre ellos es el de observar cuantas preceptos sostenidos por los congresales se cumplieron en la letra pero que aún no se constituyen en una transformación de la realidad social.
Por ejemplo
¿ Sirve de algo asistir a las familias con la obligación que los niños y los jóvenes asistan a la escuela, si la misma no trabaja en un nivel de calidad que forme ciudadanos críticos, que puedan afrontar al mundo desde un proyecto de progreso y de movilidad social? …
Mucho para pensar, mucho para seguir pensando ya casi con 60 años de edad, que tenemos porqué luchar …


 En la imagen: Gustavo aparece en otro de sus roles: el de periodista en LRA 24.

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