Rubén se nos presenta
con indumentaria fabril, Susana tiene porte ejecutivo. Uno y otro tiene una
historia de amor en común que va más allá de la relación recíproca. Es que
ambos aman la Tierra del Fuego.
Esto se ha visto reflejado en dos libros: 54 Experiencias en Tierra del Fuego.
Caminando lugares de ensueño (1987-2012) y Más allá de las 54 Experiencias en Tierra del Fuego. Hacia paisajes de
ensueño más lejanos (2012 -2015). Ambos de CEN EDICIONES.
Susana es por línea paterna hija de un prefecturiano de
trayectoria, que también sirvió en la dotación fundacional de Canal 13. En tanto
que en el ascendiente materno, hay un apellido Ríos, el del padre también
marinero, y escalando por los ancestros de la madre: Los Begg. Con una abuela
que llegó en el siglo XIX como maestra en María Behety.
Rubén, es de Mercedes, Provincia de Buenos Aires, se formó
en la infantería de Marina en Mar del Plata como infante comunicaciones; las
primeras acciones de maniobra y patrulla lo llevaron al corazón de la isla, que
lo capturó.
Pronto Arismendi conocería a Ghermas, él trabajaba de estafeta y rumbo al correo la
vio por una ventana abierta de su casa: estaba leyendo. Como estaba estudiando
en Dinea para obtener un título secundario que había extraviado (Era más fácil estudiar
de nuevo que ponerse a buscarlo), un día se atrevió y le preguntó si no tenía un
libro de contabilidad.
Ese fue el acercamiento fundamental, que algo después los
llevaría en el Transporte Los Carlos a una primera salida rumbo a Kaikén.
Susana tenía entonces taquicardia, tal vez no la podríamos imaginar
desarrollando la vida que después hizo en contacto con la naturaleza.
Cuando tuvieron su primer auto –un Renault 12- ya se
atrevieron a la ruta f, y terció la compañía de Bernardo, su perro que iba con
ellos, incluso cuando comenzó a envejecerá le prepararon un bolso para llevarlo
cargado. Bernardo, el perro caminante, es el tercer protagonista en los libros
que estamos presentando.
Porque en 25 años comenzaron a experimentar, en cada fin de
semana, en invierno como el verano una relación de búsqueda en el medio de la
montaña y los bosques, de las lagunas y los ríos, más allá del paralelo 54..,
numero clave en su producción libresca.
Y hay lugares que los han visitado cien veces.
La mayoría de las referencias pasan por cosas que no están
en los mapas. Acomodando su recorrido a las horas le luz en cada día, para
saber cuánto tiempo debían emplear en ir, y cuando en volver.
Laguna del Caminante
puede hacer en un día, un día con 19 horas de sol, un día de diciembre.
En el primer libro aparecen los itinerarios desde los más
cortos a los más largos, aclarando que no son difíciles, sino extensos.., que
toman tres días –como la Laguna
Escalonada, mientras que los hay de solo cuatro horas de marcha.
Saliendo de Ushuaia describen la Tranquera Verde, que es puerta de entrada a múltiples recorridos:
Laguna del Caminante, Cañadón Negro,
Paso de la oveja, Laguna Encantada..
En uno de esos periplos, cerca de una castorera, se tejió
una misteriosa relación con Flavia, una niña que había dejado en un frasco una
carta pidiendo que se cuidara al lugar, y a los castores, especialmente al que
ella llamaba Juancho. El lugar cercano a Laguna Margarita hoy se llama Laguna
de Juancho. Hubo respuestas y contra respuestas.
Susana y Rubén hacen una defensa del castor. Señalan que
este tipo de castor –canadiense- es el único que hace diques. Que su pariente
de Asia no los construye, y por eso turistas de todo el mundo vienen a
conocerlo. Recuerdan que los embalses fabricados por estos roedores han sido
funcionales al hombre, situación que la acreditan los bomberos en los incendios
forestales que se proveen del agua que ellos juntan para extinguir incendios
cuantiosos. Creen que ha sido mucho más dañino el hombre, con su actividad
forestan, donde hay grandes evidencias de desmontes y abandono.
Afirman que de todo el andar lo que más disfrutan es del
silencio, preciando en eso el que se encuentra en Laguna Escalonada.
Nuestros caminantes respetan el nomenclador preexistente, y
solo en pocos casos intervienen con algún topónimo, para el caso recordamos del
Tobogán de la demencia, un lugar increíble cerca del Valle de Olum al que se puede llegar con cierta experiencia, o como
lo han hecho… chicos de jardín. Es el encanto de cascadas congeladas, ríos de
hielo, que alcanzan gran dimensión en invierno, y son un leve chorrito
cristalino en verano. Una cascada congelada de 74 metros, como quien dice –para
los riograndenses- tres veces la altura del Hotel Atlántida.
Salían inicialmente con la guía de Natalie Goodall, pero al
tiempo armaron sus propios recuerdos documentales, el GPS les dio otra
dimensión, y en el libro, en cada recorrido se detalla con precisión el punto
de salida y el de llegada, el rumbo, y la estimada duración de la travesía.
Han comprobado en su larga experiencia que nada mejor para
este andar que la bota de goma. Pantalones deportivos, con calzas para protegerse
del frío, la campera de todos los días. No hay grandes gastos en indumentaria.
Para acortar los tiempos se valen del
esquí y travesía, y de las raquetas que se alquilan en el parador de Tierra Mayor.
La mochila no debe estar muy cargada: arroz, alimentos
deshidratados. Maní. Chocolate. Y un lugar para las marmitas, o calentadores,
puesto que nunca hacen fuego.
El agua abunda, y es riquísima. Cada lugar tiene su gusto
distinto, pero rescatan como superior la que se obtiene en el manantial del Ojo del otro lado del mundo.
Todo este andar los ha llevado a conocer animales y
vegetales extraños, alguno de los cuales pudieron ver una sola vez en el cuarto
de siglo que llevan caminando.
De esta manera Rubén echó raíces en nuestra isla, en todo
este tiempo volvió dos veces a su Mercedes, y no es porque no le faltaran
ganas, sino porque la Tierra del Fuego manda.
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