La democratización, para otros la vulgarización, del sustantivo poblador, se originó en Río Grande por obra y gracia de Carlitos Maida.
Fue allá por el año 1973, cuando un grupo de
estudiantes universitarios planteamos ante las autoridades territoriales, por
la ineficiencia del sistema de becas. Carlitos, que no hacía mucho que estaba
entre nosotros, dijo ante las cámaras de Canal 13 –Gallardo, reportero de por
medio- que en nuestra condición de antiguos pobladores merecíamos la atención
de las autoridades de turno.
El tema de Carlitos Maida antiguo poblador fue
motivo de múltiples conversaciones entre la población, que por aquellos días no
tenía muchas alternativas de informarse, ni de deformarse.
Cierto es que la voz de “poblador” puede
haberla escuchado Carlitos, y muchos otros recién venidos al sur, en boca de
los estancieros de la zona, o para mejor decir: de los estancieros chicos, esos
que más han llorado su esfuerzo y sus angustias.
Poblador de Lago Blanco, Poblador de Los
Antiguos, Pobladores de Teka, de Bajo Caracoles, del Lago Fagnano, fueron
calificativos que emergieron en lo patagónico-fueguino para situar un oficio
vinculado a lo económico y social; pero pasó mucho tiempo hasta que el
calificativo de poblador alcanzara a las clases bajas.
De media a alta servía. Un poblador debía
tener campo y debía vivir en él.
-¿Los Menéndez fueron pobladores?
-No señor, esos estaban en Buenos Aires. Aquí
en el verano y de paso nomás.
-¿Los Bridges?
-Un buen ejemplo, y también como ellos los
estancieros chicos esos que, en
-¿Qué era un palo blanco?
-¿Qué es? Un empleado de una de las grandes
firmas ganaderas que recibía el dinero suficiente para hacerse de una estancia
chica, pero esta ba comprometido a seguir sirviendo, con su producción, a los
intereses de los latifundistas.
-¿Y la gente de la ciudad no eran pobladores?
No señor. Ellos eran vecinos. Estaban los
caracterizados vecinos que integraban las fuerzas vivas, la entidades sin fines
de lucro, la parte sana de al sociedad. Y estaban los otros, los que no eran
tan vivos, no tenía más remedio que lucrar con su trabajo, vivían de un sueldo
o de un jornal y derrochaban la salud de vivir.
Interrumpamos este diálogo en momentos en los
cuales se han hecho notar algunas observaciones sobre la utilización del término
poblador.
El poblador es el hombre que pretende ignorar
que esto ya estaba poblado; el poblador corresponde generacionalmente, a
aquella etapa del desarrollo histórico donde el aborigen fue desalojado, él y
el guanaco, y reemplazado prontamente por el blanco y la oveja. El poblador es,
en alguna medida, un despoblador, aunque el mérito genocida parece residir en
la acción del latifundista.
El poblador era, en términos de la época –con
una antropología mezquina- un civilizador; aunque su ilustración y su cultura
no fueran deslumbrantes como su fuerza y su tesón.
El poblador, en muchos casos, fue tributario
de las entidades públicas y del comercio. Las pequeñas estancias, al sur del
río, dependieron enormemente del crédito que las cuatro casas de Río Grande
podían darle para sustentarse entre una y otra venta de lanas y corderos. Los
pobladores eran seres agrestes, bojaban al pueblo a invertir y divertirse, como
el peón lo hacía para derrochar y olvidarse.
De esta “clase pobladora” surgiría algún círculo
de amanuenses de los gobiernos de turno, y alguno de sus hijos se capacitaría a
un nivel terciario sin se ese escalón el distintivo de su progreso social. Mas
bien solían concurrir a colegios pagos de buen nivel, que les permitiría de
futuro reconocerse como ex-compañeros de
algún Ministro o funcionario de renombre, y citar ese pasado para luego golpear
la puerta de un despacho que, ante un ex-condiscípulo, se abría mucho más
rápidamente.
Los pobladores eran, en su momento, de origen
europeo y algunos también argentinos –los menos, eso es cierto- salvo algunos
pocos casos que no olvidamos, los chilenos no ingresaban a esta categoría, por
la sencilla razón de estarle limitado su acceso a la tierra. Por lo tanto, los
hijos de los pobladores no padecieron las limitaciones que sobre los hijos de
estos últimos pesaron con el correr de los años territorianos. A la hora de
salir en defensa de los derechos comunes, unos eligieron la alternativa
amigable de estar cerca de los despachos, otros la confrontación de algunas
formas de organización y otros el silencio amargo.
Para el chubutense Juan Meisen el término
poblador debe asignarse a quien puebla un campo fiscal. Y esta aseveración nos
coloca ante un cuadro de interrogación nuevo:
-¿Cuántos estancieros no son dueños de sus
campos?
-¿Es regular el pago de sus compromisos
contraídos con el Estado, propietario aún de estos predios?
Osvaldo Bayer, al historiar las huelgas de
Un buen día comenzó a divulgarse esta
situación de poblador como un rango social al que podían aspirar aquellos que,
incluso, no tenían un campo del que usufructuar. Y las notas necrológicas de la
radio reivindicaban el título de poblador para más de una vecino –más de un
paisano- que había pasado para el otro lado. Entonces surgió la polémica en
cuanto residía la antigüedad indispensable para ser poblador, porque ser
poblador era ser antiguo.
En 1982, desde el Centro Fueguino nos quemamos
los sesos considerando este tema. Para algunos bastaba con haber llegado antes
de la 19640, para otro antes que
Hoy en día, con se sustantivo democratizado y
una década de experiencias de integración sobre nuestras espaldas, ya no se
discute el tema, más bien se sabe que en cada cena de antiguos vecinos
–pobladores- hay muchos que permanecen olvidados, sobre todo la gente pobre que
es la que, más allá de la buena voluntad- siempre pasa inadvertida.
María Elena Smolsic de Berbel me comentaba su
apreciación sobre el tema, para ella ninguno de los dos somos pobladores,
nuestros padres sí lo eran; aunque mi padre siempre me recordaba que él trabajó
para varios pobladores: Pizarro, Caffarena, Bianco, es decir... estancieros
chicos.
Yo no soy poblador ni lo quiero ser. Soy un
vecino que no encuentra sus paisanos, porque paisanos eran entre sí los indios
una vez europeizados, soy un ciudadano de los comunes nomás, porque no me
convence esto que también se ha construido, la categoría de “ciudadanos
ilustres”.
Y a qué se debe mi rezongo? No se debe a
alguna posición individual que me lleve a juzgar inadecuada las ponderaciones
que se han hecho. Es que no me queda en claro si el término ilustre lleva a
reconocer “ilustración”, o una simple enunciación de méritos considerada casi
un título de nobleza. Sea cual sea la alternativa esta moda ponderativa pude
estrangular las nominaciones del futuro, porque se pude quedar sin personas
intachables para colocar en el podio.
Post
scriptum. Con el tiempo algunas cosas cambiaron, también en mí, pero esto es lo
que escribía en EL SUREÑO por 1992.
1 comentario:
Así es amigo Mingo...para mi los pobladores fueron los primeros que llegaron y poblaron esta región, incluidos los chilenos que fueron en su mayoría los mayores pobladores de esta, pero si también a ellos les otorgaron tierras, pero dentro del ejido urbano...para mi los descendientes de esos pobladores, osea nosotros, también somos los primeros pobladores,...a que voy a que para tomar una fecha determinada de antiguos pobladores, tendríamos que referirnos a las décadas pasadas de los años 30 si se quiere hasta los 70.....
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