Hoy hace justo un año recibí la visita de Oscar González y Hugo Fayanás. Venían más que a ofrecerme trabajo a darme una gran oportunidad: querían que escribiera sobre lo que se me ocurriera en el diario nuevo que se estaba por editar. Hasta ahí yo los conocía de vista, fueron ellos los que se debieron molestar en decirme cuál era el rumbo a emprender.
Indudablemente estábamos en Río Grande y, como
siempre se dan las cosas aquí, la competencia prometía ser inclemente. Ya
existía un diario que se orientaba políticamente con una apuesta de nombres y
figuras que tenía muy en cuenta la elección provincial que se venía encima, y
por si esto fuera poco el Dr. Milán Pasucci Visic, desde
Hugo y Oscar llegaban a proponerme le lo que
nunca me habían dado en mi pueblo: publicar mis escritos sobre el
ayer...¡pagándome!
Ayer me sorprendí al darme cuenta que se viene
el aniversario de El Sureño y que yo, con mi columna dominical, seré fiesta en
pocos días. Vengo de un tiempo de vacaciones fuera de la isla y todavía me
cuesta acomodarme a la realidad que no viví; estas últimas semanas en que se
movieron tantas estanterías para que cayeran tan pocos frascos. Y yo que había
dejado todo lo mío escrito de antemano, he debido leer todo lo que pasó,
encontrar respuestas para mis preguntas y tratar con ello de seguir adelante.
Lo histórico ocupa un lugar no esperado en la
cotidianidad de la gente de nuestro pueblo. Hoy encontré entre mis papeles de
oficina una invitación que no llegó a tiempo:
Siguen editándose libros sobre la historia
fueguina, pero las librerías locales no son vehículo que permita su
conocimiento y adquisición. Así lo esperan los últimos volúmenes de la obra de
Martín Gusinde: Los Halakaluf y
Luis Benito Zamora, después de un largo tiempo
de espera, resolvió desglosar su obra histórico-política sobre el Territorio
Fueguino con la presentación de Pueblo Chico, publicación a la que un fuerte
respaldo publicitario ( y Estatal) le permite ser obsequiada entre los
interesados.
Peláez Garrido descubrió las posibilidades que
da el ayer para conformar un suplemento semanal en el otro diario de la ciudad,
en tanto que en Ushuaia se interrumpía la edición de Raíces del Fin del Mundo,
revista de
En Río Grande, el cambio institucional de
diciembre puso fin a la existencia del Centro Histórico Documental, mucha gente
acudió entonces a solicitar elementos que tenía allí confiados: la suerte fue
dispar. Miguel Angel Vitola partió con su proyecto del Museo Provincial de
Fotografía que no fue aceptado por la gente de Estabillo, en tanto que si
encontró amparo en la órbita de Danielle.
Lo que hasta entonces quería ser El Galpón de
Carlos Baldassarre, que para abril del ’91
presentara en
Junto a Juan Sabino Andrade y su libro de
memorias con el rótulo Yo, el petiso –editó La isla, libros- fue nuestro primer
ensayo de desarrollar una historia de vida: la buena y la mala vida transitan
por esas páginas que fueron presentadas en una cena realizada en la
“Churrasquería
La palabra Historias de Vida apareció en un
concurso municipal que no encontró participantes. Igual que el cuadernillo que
se prometió entregar antes del cotes de luz de la última cena de viejos
pobladores, con lo que se pensaba editar un libro de vivencias colectivas.
Tanto como El Sureño, en magazín cultural
Impactos de la vecina Punta Arenas se ha dado lugar para mis trabajos; allí se
terminó de publicar la serie Mis últimos onas, y se inició la secuencia
testimonial sobre antiguos vecinos de Río Grande a la que titulamos De por acá.
A impactos llegaron otros nombres nuestros, entre ellos los de la postergada
Nelly Iris Penazzo de Penazzo.
Si Rastros en el Río fue mi puerta de entrada
a muchos lectores, Cordón Cuneta me dio la satisfacción de lo cotidiano. Lo
histórico no dejó de invadirlo, y el 80% de las fotografías que hemos publicado
partieron de la contribución comunitaria para nuestra receta más simple:
adornar la memoria con optimismo y alegría.
En Radio Nacional hicimos nacer Fronteras del
Pasado, un nuevo lugar para la evocación. En 29 programas hicimos transitar las
voces de 79 vecinos, muchos de ellos ya desaparecidos.
Durante esta semana visitamos la muestra
organizada por el Museo local en Los Yaganes, una nueva dinámica sí, pero casi
nada distinto a lo que el Centro Histórico a su tiempo había rescatado; y la
lección de tiempo: deben ampliarse los plazos para facilitar una planificada
visita por parte de los escolares.
El Parador de
Con todo esto, y muchas cosas más que en el
andar seguro me olvido, creo que vale la pena seguir andando los caminos del
ayer junto a Ustedes, nuestros lectores, a los que les regalo con motivo del
primer cumpleaños de nuestra voluntad de existir como Rastros en el río, esta
foto de nuestra plaza cercada, en nuestro pueblo que crecía a nuestro
encuentro...
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