LOS PUENTES DE LA MEMORIA.44. Entretiempos: “De cómo –conscientes de nuestra maduración temporal- nos allegamos a hacer un racconto de cuanto había operado en nuestro mundo de evocaciones y nostalgias”.

  


  Hoy hace justo un año recibí la visita de Oscar González y Hugo Fayanás. Venían más que a ofrecerme trabajo a darme una gran oportunidad: querían que escribiera sobre lo que se me ocurriera en el diario nuevo que se estaba por editar. Hasta ahí yo los conocía de vista, fueron ellos los que se debieron molestar en decirme cuál era el rumbo a emprender.

 

Indudablemente estábamos en Río Grande y, como siempre se dan las cosas aquí, la competencia prometía ser inclemente. Ya existía un diario que se orientaba políticamente con una apuesta de nombres y figuras que tenía muy en cuenta la elección provincial que se venía encima, y por si esto fuera poco el Dr. Milán Pasucci Visic, desde la Imprenta Don Bosco, y con profesionales traídos desde el norte del país, apuntaba con “La República” a dar una sólida lucha por los lectores cotidianos.

 

Hugo y Oscar llegaban a proponerme le lo que nunca me habían dado en mi pueblo: publicar mis escritos sobre el ayer...¡pagándome!

 

Ayer me sorprendí al darme cuenta que se viene el aniversario de El Sureño y que yo, con mi columna dominical, seré fiesta en pocos días. Vengo de un tiempo de vacaciones fuera de la isla y todavía me cuesta acomodarme a la realidad que no viví; estas últimas semanas en que se movieron tantas estanterías para que cayeran tan pocos frascos. Y yo que había dejado todo lo mío escrito de antemano, he debido leer todo lo que pasó, encontrar respuestas para mis preguntas y tratar con ello de seguir adelante.

 

Lo histórico ocupa un lugar no esperado en la cotidianidad de la gente de nuestro pueblo. Hoy encontré entre mis papeles de oficina una invitación que no llegó a tiempo: La Directora de Cultura, Marisa Dumé, me participaba de un encuentro en vistas a la realización de un libro sobre la historia de Río Grande. La cita era para el 16 de mayo, yo no estaba aquí y aun no he tenido tiempo de averiguar sobre sus resultados. La idea que da la participación de la Fundación La Otra Historia me hace recordar un proyecto compartido con María Isabel Mora, y que no encontrara a su tiempo respuesta en el Centro Histórico Documental, ni en la Fundación del Banco del Territorio. Si es lo que yo pienso, Hebe Clementi –Directora Nacional del Libro durante el gobierno radical- coordinaría la tarea: ella visitó el año pasado nuestra ciudad, cuando con el auspicio de la Federación de Bibliotecas Populares presentó en la Edurdo Schmidt (h) el libro de lecturas escolares La Patagonia, editado por Coquena Grupo Editor.

 

La Otra Historia es también el título de una colección dirigida a los jóvenes en la que Miguel Ángel Palermo ha publicado durante el último años: Los Yámanas y El Verdadero Nombre de los Onas: Los Selk’nam. Con el departí preocupaciones  en común días atrás cuando visitando el Museo Etnográfico Argentino descubrí su lugar de trabajo.

 

La Otra Historia se corresponde a un programa de participación comunitaria que en el ámbito de la Patagonia sirvió para que luego Ediciones Culturales Argentinas publicara Los Ferroviarios que perdieron el tren y Relatos de la Patagonia de Juan Meisen.

 

Siguen editándose libros sobre la historia fueguina, pero las librerías locales no son vehículo que permita su conocimiento y adquisición. Así lo esperan los últimos volúmenes de la obra de Martín Gusinde: Los Halakaluf y la Antropología Física, logrados en este último año por el Centro Argentino de Etnología Americana; y otro tanto la obra del arqueólogo Luis Borrero titulada Los Selknam (Onas) su evolución cultural, publicada por Búsqueda Yuchan.

 

Luis Benito Zamora, después de un largo tiempo de espera, resolvió desglosar su obra histórico-política sobre el Territorio Fueguino con la presentación de Pueblo Chico, publicación a la que un fuerte respaldo publicitario ( y Estatal) le permite ser obsequiada entre los interesados.

 

Peláez Garrido descubrió las posibilidades que da el ayer para conformar un suplemento semanal en el otro diario de la ciudad, en tanto que en Ushuaia se interrumpía la edición de Raíces del Fin del Mundo, revista de la Asociación Hanis.

 

En Río Grande, el cambio institucional de diciembre puso fin a la existencia del Centro Histórico Documental, mucha gente acudió entonces a solicitar elementos que tenía allí confiados: la suerte fue dispar. Miguel Angel Vitola partió con su proyecto del Museo Provincial de Fotografía que no fue aceptado por la gente de Estabillo, en tanto que si encontró amparo en la órbita de Danielle.

 

Lo que hasta entonces quería ser El Galpón de la Historia –para lo cual hubo un primer presupuesto que puso a trabajar al Arquitecto Klein- pasó a llamarse Museo de Historia y Ciencias Naturales durante los días de receso del Concejo Deliberante, y sin su intervención. La gente no se acostumbra al hecho y todavía se habla del Centro y del Galpón. Juan Gómez que una vez más visitó Río Grande, me comentó el pasado viernes por teléfono que por Julio volverá con alguno de sus trabajos fotográficos para la inauguración del galpón...

 

Carlos Baldassarre, que para abril del ’91 presentara en La Casa de la Cultura su audiovisual Voces y Cánticos del Hain –sobre pinturas de Patricia Maluf- llevó esta producción suya –y del Centro- cuando fue designado para integrar la delegación fueguina a la Feria del Libro de Buenos Aires; allí también fue presentado el cuaderno El Cielo de los Selknam que con su firma y la del astrónomo Ormaechea se distribuyera gratuitamente por faltar un organismo que autorizara la rentabilidad de lo cultural. A él volvimos a verlo en actividades de extensión cultural en la Universidad de Magallanes. De aquellos contactos surgió la presentación en el Salón de Usos Múltiples de la muestra del Museo de Porvenir en el marco del Primer Encuentro Histórico Cultural Argentino-Chileno, al que también se invitó al Cadic. Carlos Ozuljevic, titular de la entidad porvenireña, nos hizo ver cuantas cosas tenemos en común. Baldassarre fue enviado también a presentar en Río Negro su trabajo sobre los salesianos, y allí, ante la Asociación Dante Alighieri, organizadora del Congreso de los Italianos en la Argentina, comprometió a Río Grande como sede de un futuro encuentro.

 

Junto a Juan Sabino Andrade y su libro de memorias con el rótulo Yo, el petiso –editó La isla, libros- fue nuestro primer ensayo de desarrollar una historia de vida: la buena y la mala vida transitan por esas páginas que fueron presentadas en una cena realizada en la “Churrasquería La Querencia”, cuando el Centro Histórico Documental descubrió una placa recordatoria en el antiguo boliche.

 

La palabra Historias de Vida apareció en un concurso municipal que no encontró participantes. Igual que el cuadernillo que se prometió entregar antes del cotes de luz de la última cena de viejos pobladores, con lo que se pensaba editar un libro de vivencias colectivas.

 

Tanto como El Sureño, en magazín cultural Impactos de la vecina Punta Arenas se ha dado lugar para mis trabajos; allí se terminó de publicar la serie Mis últimos onas, y se inició la secuencia testimonial sobre antiguos vecinos de Río Grande a la que titulamos De por acá. A impactos llegaron otros nombres nuestros, entre ellos los de la postergada Nelly Iris Penazzo de Penazzo.

 

Si Rastros en el Río fue mi puerta de entrada a muchos lectores, Cordón Cuneta me dio la satisfacción de lo cotidiano. Lo histórico no dejó de invadirlo, y el 80% de las fotografías que hemos publicado partieron de la contribución comunitaria para nuestra receta más simple: adornar la memoria con optimismo y alegría.

 

En Radio Nacional hicimos nacer Fronteras del Pasado, un nuevo lugar para la evocación. En 29 programas hicimos transitar las voces de 79 vecinos, muchos de ellos ya desaparecidos.

 

Durante esta semana visitamos la muestra organizada por el Museo local en Los Yaganes, una nueva dinámica sí, pero casi nada distinto a lo que el Centro Histórico a su tiempo había rescatado; y la lección de tiempo: deben ampliarse los plazos para facilitar una planificada visita por parte de los escolares.

 

El Parador de La Misión, que no alcanzó a cumplir su primer año, se fue en llamas y con él algunas cosas irrecuperables; la picota municipal se ensañó sin permiso sobre la plaza  para ofensa de algunos e indiferencia de muchos.

 

Con todo esto, y muchas cosas más que en el andar seguro me olvido, creo que vale la pena seguir andando los caminos del ayer junto a Ustedes, nuestros lectores, a los que les regalo con motivo del primer cumpleaños de nuestra voluntad de existir como Rastros en el río, esta foto de nuestra plaza cercada, en nuestro pueblo que crecía a nuestro encuentro...






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