Durante un buen tiempo no advertí que las visitas del viejo
amigo se producen en un mismo día del mes: el quince.
Luego me di cuenta porque el tema de conversación siempre es
el mismo: la economía familiar al estilo de cómo la resuelve en su familia y de
la cual hago práctica similar.
Dice Don Pulgar que para el 15 hay que tener pagados todos
los compromisos, y los que no se logró de ser posibles deben pasarse para el
próximo ejercicio (léase mes).
Después hay que contar el dinero del cual se dispone y también
los días que quedan hasta el momento de cobrar nuevamente. Con ese importe fijo
hay que tratar de llegar.
Por ejemplo, si te quedan 300 mil pesos y cobrás en quince
días podrás gastar cotidianamente hasta 15 mil en todas estas jornadas donde se
ve lejos el horizonte.
Si un día llegás a gastar menos algo queda para agrandar el
presupuesto de los días subsiguientes, pero en ningún caso hay que desprenderse
del efectivo y menos incursionar en ese mundo del plástico para el cual no se
encuentra preparado.
Dice que esta estrategia vino del lado de sus suegros, y su
finada esposa la impuso estrictamente. Cobraba y le entregaba de inmediato a
ella todo su sueldo, restando sus “gastos de representación”, que han sido los
puchos, el cafecito que engalana su mesa dominical en la confitería, y el monto
fijo de la quiniela. La quiniela que a veces de entrega más de lo que tenía
para subsistir, pero ante la cual debía medirse no arriesgando un peso más.
Le dije que desde que no conozco él siempre ha sido
asalariado, y le pregunté cómo vería la cosa si no se tiene un ingreso fijo
mensual. Entonces Don Pulgar se comprometió a una lección en la materia dentro
de treinta días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario