Aquellas primeras mujeres de LRA 24


Mes a mes en las páginas de LRA 24 por internet (www.nacionalriogrande.com.ar) llevamos adelante el link Ton&Son.

Al renovarlo le damos destino en este blog, como para que los curiosos puedan sostener un diálogo más extenso sobre nuestros escritos.

LRA 24 es mi medio laboral desde 1977.

Al inaugurarse nuestra emisora en 1973 la dotación de estudio tenía presencias femeninas; en la Planta Transmisora –transplantada del Correo- todos eran varones, pero en estudios sobre un total de 18 agentes, 7 eran mujeres. Para los tiempos que corrían, más que el cupo

En discoteca, programación: Cecilia Beatriz Morales de Valdez, Josefina Otilia Ureña de Barbera y Carmen Eugenia Valencia. Redacción: Emma Susana Cobos de Domínguez y Gloria Novak. Locutores, dos hombres y dos mujeres; ellas eran Nilda Mabel Traberg (foto), y Silvia Cuello de Fattori.

El área más nutrida era donde estaba la responsabilidad de la elección de los contenidos musicales, se comenzó con escasa discografía, prestada por otras filiales, en deficiente estado, y con la gentileza de los oyentes –entre ellos la confitería del Cine-, por entonces se calculaba que en media hora salían entre 8 y 10 temas, 20 por hora, en doce horas de programación…¡Saquen la cuenta! A lo sumo, salvo que el disco fuera variado, se tomaban dos temas por LP, confeccionando una rutina y marcando una tarjeta, rutina con copia a locutor y operador, tarjeta en tandero estudios. Con este material los locutores hacían sus presentaciones y redactaban la planilla de Sadaic.

El trabajo era intenso para innovar con lo poco que se tenía. Cecilia fue la primera en renunciar por traslado de su cónyugue. Josefina, que había sido mi profesora de inglés en el secundario, por urgencia de atender a los hijos; aunque seguiría siempre ligada a la radio por Pedro, su marido trabajando en planta, y porque la emisora le quedaba de paso ante los trámites bancarios que diariamente debió hacer por el comercio que instaló entonces, la mercería Cococho’s. Carmen era maestra, se casó a poco de entrar a la radio, y permaneció en la función de discoteca hasta pasado el conflicto del 78. Ese año experimentó un traslado compulsivo a Bahía Blanca puesto que era argentina por opción, era hija de padres argentinos pero nacida en Porvenir durante un viaje de regreso. Carmen resistió a la imposición, y cuando regresó la cordura ya comenzó ha hacer carrera en la docencia, renunciando a la radio, y escalando posiciones en el ámbito educativo donde se jubilaría como supervisora. Cármen era la sobrina de Luís Valencia, el jefe de Correos, y por lo tanto era la primera en saber cuando cobrábamos, puesto que por esos años te pagaban en efectivo, con sobre, y sobre la recaudación de la oficina telepostal.

En el tema redactoras diremos que daban apoyo a la tarea de los locutores. Corregían comunicados que llegaban de la comunidad con bastantes defectos, era común que se convocara a una reunión y no se decía ni cuando, ni dónde. Elaboraban programas de contenido, y eran a veces una suerte de periodistas. Cuidaban del lenguaje, y trabajaban sobre un estilo libre de modismos lugareños. Desterraron la palabra “subir” o “bajar” de los mensajes al poblador rural.

Gloria Novak era la hija mayor del encargado de la Misión Fonotécnica que a partir de 1971 comenzó a dar clases de mecánica en Belgrano y Perito Moreno, el germen de la educación técnica en Río Grande. Ella no había estudiado aquí pero llegó justo para aprobar el examen de redactora. Estaría poco tiempo en la función puesto que cuando el encargado de filial –José “Nani” Finocchio- renunciara ella pasó a desempeñar esa tarea y así se la veía entre TI –trámites internos- y Notas enviadas y Notas recibidas; actualizando legajos y licencias. Partiría cuando su esposo, que era como todos los Menón oriundos de la localidad decidiera probar suerte en el norte del país.

Emma Susana Cobos, la sanjuanina, había sido mi profesora de Geografía en el secundario. Y de otros chicos maestra de Quinto Grado en el Colegio Ceferino Namuncurá. Me orientó enormemente cuando ingresé a la radio. Me dijo por ejemplo que no debía complicar mi vocabulario, que debía entender que el nivel de instrucción promedio de la audiencia era de cuarto grado. ¡Cuánto me costó! Ella realizaba algunos programas que a mi me gustaban mucho: Grandes obras de autores argentinos, Conociendo la Tierra del Fuego. Pero por lo que era trascendente era por sus programas infantiles, entre ellos “La hormiguita hippie”, programa que experimentó un conato de censura por parte de las autoridades del Batallón, las que juzgaban que no quedaba bien eso de que “la hormiguita hippie, no trabaja más, y de mochilera la vieron pasar”, era el leit motiv una suerte de invitación al abandono colectivo del trabajo. Susana había experimentado el 24 de marzo de 1976 un intempestivo allanamiento en su vivienda –su esposo era el titular de la CGT local- y más allá de su amistad de siempre con ciertas personalidades del nuevo gobierno (caso Elena Mingorance) se sentía siempre en la mira. Con los años se dio cuenta, y se lo confirmaron altas autoridades que visitaron la emisora, que en la radio no tenía mucho futuro, que los cargos de mayor responsabilidad no estaban destinados a las mujeres, sino a los hombres. Susana renunció, siguió su carrera docente esta vez también en el ámbito de la educación pública; y durante unos años fue referente del Centro Cultural Onaisín, una actividad de encuentro que alimentó la vida cultural de los riograndenses, en años duros.

Silvia Cuello tuvo una corta residencia entre nosotros. Un traslado del marido la devolvió al norte y muchos años después pasó a formar parte de la dotación de LRA 9, Radio Nacional Esquel, donde creo permaneció hasta su muerte.

Nilda Traberg renunció para seguir a su marido, ingeniero de YPF, y regreso unos años después en un nuevo traslado. Fue mi compañera de turno cuando mi compañera de turno cuando ingresé a la radio el 2 de enero de 1977. Era Maestra Normal Nacional, de la última promoción del Instituto Don Bosco. Allí siguiendo el estímulo de Diana Cotorruelo habíamos hecho teatro, compartimos las tablas con una obra de Alejandro Casona: Los árboles mueren de pie. Mabel fue la primer riograndense que participó en un intercambio estudiantil, viajando a Estados Unidos. Para nosotros era la autoridad en temas de pronunciación. Ella se mostraba siempre muy cuidadosa, antes de tomar el turno leía silenciosamente toda la carpeta de textos, y las rutinas previstas para poner al aire. Después en el locutorio se quedaba entre tema y tema haciéndolo en voz alta. Así no se equivocaba nunca. Con Rubén Ramírez eran los locutores oficiales, y estaban en todos los actos de la comunidad. Alta, rubia, interesante. Todavía recuerdo su presentación en YPF del folklorista cordobés Carlos Di Fulvio, todavía recuerdo como la miraba. Fue la primera conductora de un programa infantil: Tía Mabel; y cuando terminado su contrato local y emigrando al norte del país se le dieron posibilidades de estudiar en locución, lo hizo y concretó su sueño se ser profesional. Así apreciamos por años su tarea junto a Roberto Maidana, y más recientemente en LRA 1 con un programa dedicado al MERCOSUR.

Hoy la dotación de LRA 24 mantiene algunas características del ayer: en la planta todos son varones; en estudios suman 17 los agentes, entre titulares y contratados, de estos sólo 6 son mujeres.

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