LOS ANTIGUOS POBLADORES Y SU RELACION CON EL MEDIO NATURAL.4

Ya estamos familiarizados con este tema. Es cosa de prendernos a él y seguir el relato.

CINCO

La Colonia Agrícola de Río Grande creada como muchas otras en el país por un decreto del presidente Yrigoyen, no tenía un proyecto en particular, pero lo fue teniendo con el tiempo.
El conjunto de chacras debía atender a la subsistencia de la población, y lo cumplió en parte: varias fueron recibidas por hacendados que allí hacían engordar los animales que llegaban desmejorados de sus establecimientos, en días el que el ganado llegaba en pie, en lentos y enormes piños, el nombre sureño con que se identificó pronto a las majadas. Cuando los animales alimentados en la periferia pueblerina mejoraban su condición pasaba al matadero y a las carnicerías donde se vendían los capones enteros, o por medios y cuartos.., no había necesidad de balanza.
Muy pocas chacras desarrollaron la siembra de forrajes, es recordada la del vasco Ardanaz, aunque hay más elogios para una quinta, de menor extensión, la de James Stirlin, de donde salía buena parte del forraje que se consumía en la hotelería de entonces. Stirlin era un caso singular, hijo de familia británica, estaba unido a una nativa ona, con la cual no tuvo descendencia.
Otras quintas apuntaron en el tiempo al desarrollo de la huerta, de la cría de aves de corral, de algún ganado en engorde, atendiendo a las familia propietaria que solía ser numerosa, y la producción lechera. En este tramo de nuestra descripción resulta inevitable recordar a los Visic, los Velásquez y destacar que la leche no era para todos, ya sea por su precio, o porque la oferta era escasa y se privilegiaba clientes fijos, que podían pagar por anticipado.
Pero toda esta actividad de granja , que debía prosperar en el cinturón productivo de Río Grande tenía su reflejo en múltiples espacios domésticos.
Ahora vamos a seguir simplificando historias en ese terreno, que tal vez haya sido para algunos de los que nos escuchan: ¡nuestro terreno!

SEIS

En un primer momento conseguir la tierra no pasaba por mayores requisitos. No eran muchos los que querían vivir aquí, y estaban los que temían blanquear su situación de propiedad de sus solares, ante posibles futuras cargas pecuniarias.
Pero si alguien se comprometía a levantar su vivienda y antes cercar, ya podía comenzar a elegir donde hacerlo.
Sobre el trazado primigenio se levantaría el otro, el de la mensura de 1928, y en la nueva fisonomía los sitios se multiplicaban disminuyendo su extensión; ya eran más comunes los de 25 x 50, 25 x 25, o en el menor de los caso 12.50 x 50 o 12.50 x 25; los adjudicatarios de estos últimos, ya en tiempos del boom petrolero lamentaban sobre el poco espacio que disponían para sus necesidades. Después ya iremos viendo cuales eran estas.
Cercar era lo principal: Postes, cintas, piquetes. Si algún vecino lindero ya había hecho su parte se podía conversar con él. Algunos preferían no realizar este trámite cordial e iniciaban con ello una disputa que duraba años, o una vida. Altos los piquetes, en parte para cortar el viento y luego había que ver como se levantaba la mejora, y esta debía ser pensada en función también de los vientos dominantes del oeste a contracara debían estar puertas y ventanas principales pero luego debían destinarse otros rincones el terreno:
El lugar donde se debería almacenar la leña, pensando en el invierno.
La canaleta que juntaría agua de lluvia para ayudar al pozo que también debía ser pensado como un recurso necesario.
El lugar de la letrina, y el destino de las aguas servidas que no debían confluir con las surgencias potables. Todo esto debía ser analizado para no llevar miasmas a los vecinos, sino el problema por el cerco no pagado podía ser un poroto comparado con los conflictos que adquirirían carácter estacional con los desbordes.
El amplio terreno, en parte por la casa chica, permitía destinar un lugar para la huerta, otro para el gallinero, y hasta en algunos casos el chiquero y el jardín, este último en muchos casos más escaso que el precedente.
Con estos requisitos esenciales podíamos estar ante una vivencia de sedentarismo en el antiguo espacio nómade fueguino.

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