Mi padre era comunista



A pesar de la distancia, pero gracias a las redes sociales. he seguido con gran interés el debate suscitado en Ñ en relación a la figura de mi padre, el “gallego” Soto, y más específicamente a propósito del libroAntonio Soto: de Ferrol hasta el fin del mundo, escrito por mi dilecto amigo Lois Pérez Leira. Me veo en la necesidad de aportar desde lo personal algunas reflexiones con el fin de aclarar aspectos de la vida de mi padre, si bien el debate estuvo dado por mi otro gran amigo Osvaldo Bayer, quien me regaló mi historia personal, y el periodista señor Isidoro Gilbert, a quien no tengo la suerte de conocer. Creo que necesito expresar mis reflexiones, ya que de alguna manera yo he vivido el día a día de la investigación del libro de Lois Pérez Leira desde 1997 en que me propuso que buscáramos a Antonio como persona, hijo, hermano, padre.

Así durante todos estos años he compartido con él encuentros maravillosos con mi familia, lo que me permite hoy en mi plena adultez disfrutar de todos estos bellos recuerdos, más frescos, más palpables, en fin, vivir desde los afectos.

Comienzo mis reflexiones asegurando tajantemente que nadie en Punta Arenas sabía del pasado de dirigente huelguista en Argentina de mi padre, ni sus amigos personales, menos yo. Sólo me confesó que no podía entrar a dicho país, y con mi madre debe haber existido un pacto de silencio pues nunca pudimos conversar el tema ni siquiera después de publicado el libro de Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde, a raíz del cual yo me enteré de que papá había formado otra familia, que tengo hermanos, y que mi padre era anarquista y había tenido tan destacada participación en esa historia.

Mi corazón siempre estará agradecido con Osvaldo Bayer, por haber sido quien sacó del anonimato a mi padre y quien realizó ese gran trabajo de investigación. Luego de las largas dictaduras de Chile y Argentina, nos llegó la primavera y pudimos conmemorar el centenario del nacimiento de mi padre.

Fueron actos que se realizaron en Ferrol, Buenos Aires, Río Gallegos y en mi natal Punta Arenas. Estos actos fueron organizados por la CTA y la CIG, Central Sindical Gallega, siendo el coordinador de todas estas iniciativas Pérez Leira.

En ellas participó Osvaldo Bayer, como principal referente histórico. Fueron unas jornadas memorables. A partir de aquellos actos con Leira comenzamos a pensar en la necesidad de seguir investigando la vida de mi padre, ya que quedaban aspectos desconocidos y yo quería saber toda la verdad.

Durante ese tiempo encontré a mis hermanos en Valparaíso y forjé lazos fraternos con ellos. Pude, con Lois, leer las cartas que conservaba mi hermana Alba, que nuestro padre le había enviado a su mujer, madre de mis hermanos y conocer, además, por boca de ellos, su militancia partidaria, que los obligó a vivir en varias partes de Chile, siempre evitando ser detenidos por comunistas. No sé qué rol jugaba él, pero Alba relata las continuas reuniones y su cambio habitual de casas; luego de 10 años, mi padre volvió al sur argentino, a Tierra del Fuego, con la promesa de reunirse posteriormente con su familia.

En una etapa reciente encontré a mi tía Elvira, hermana menor de mi padre; fue nuevamnete Lois el autor de esta búsqueda y posterior encuentro, justo el día en que celebramos los 110 años del natalicio de Antonio Soto. A partir de este maravilloso encuentro comencé a conocer mi historia familiar de primera mano. Durante horas mi tío Pedro Molina, esposo de Elvira, me fue relatando recuerdos familiares; así me enteré de que mi padre había sido un destacado activista de la Semana Trágica, motivo por el cual permaneció escondido durante varios días para que no lo mataran, y luego escapó al sur patagónico. Mi tío me señaló también que tanto Antonio como su hermano Francisco Soto eran simpatizantes de la revolución rusa.

Es en casa de mi tía en Buenos Aires donde pudimos, junto con Lois, leer las cartas que mi padre le envió a mi abuela y donde señalaba que sus amigos comunistas se contactarían con ella por si necesitaba algo; menciona varias veces la palabra partido. Estas misivas están ahora en mi poder, gracias a la generosidad de mi familia.

Por lo expuesto, todo indica que mi padre estaba vinculado al Partido Comunista; incluso los primeros años no le escribió a su madre por temor a que sus cartas fueran interceptadas. Creo que su vinculación con el partido dura hasta que regresa al sur argentino desde Valparaíso; además, para avalar esta aseveracion quisiera relatar que junto a Lois Pérez Leira entrevistamos a un gran amigo de mi padre, don Carlos Vega Letelier, periodista y escritor, quien nos contó que ambos habían sido de la Asociación Amigos de la Unión Soviética. Confirmó lo que yo ya había declarado sobre el apoyo de mi padre a los frentes populares y a Salvador Allende, y a las candidaturas socialistas al municipio. Lo que además recuerdo, porque ya era una joven dirigente estudiantil, es que mi padre fue un entusiasta defensor de la Revolución Cubana, y pese a ser una persona muy de izquierda jamás tuvo conductas anarquistas. Por el contrario, era un hombre muy apegado a respetar las leyes y normas y cuando me instruía en educación cívica y movimientos políticos no recuerdo jamás que me haya explicado qué era el anarquismo, movimiento que merece todo mi respeto. Ante toda esta información nueva, me pareció bastante contundente la tesis de que mi padre fuera miembro del Partido Socialista Internacional; sería raro un anarquista apoyando la Revolución Cubana o que fuera miembro de la Sociedad de Amigos de la Unión Soviética.

Mi cariño entrañable para Osvaldo Bayer y Lois Pérez Leira, mis amigos del alma y hombres buenos y estudiosos que sólo han querido escribir sus verdades. Y yo respetuosamente escribo esto con el único objetivo de brindar mi punto de vista.

Por Isabel Soto Cárdenas
Revista de Cultura Ñ. Buenos Aires, Argentina. Sábado 17 de septiembre del 2011.

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