EVOCACIONES** 27 de agosto de 1894. Desde Punta Arenas, Maggiorino Borgatello dirige correspondencia al sucesor de Don Bosco, donde cuenta alegrías y penas.

Varias son y diversas las noticias que debo darle; unas buenas y malas otras.

Ayer tuvimos una gran consolación; dos jóvenes de unos diez y ocho años vistieron el hábito de las Hijas de María Auxiliadora. Son cinco ya las hijas de Puntarenas que se consagran al Señor en la vida religiosa, y que con otras cuatro de Chile, se unieron á las Hermanas que vinieron de Europa para ayudarnos en el apostolado. Esto nos prueba que el terreno no es tan ingrato, ni completamente estéril, como parecía en un principio.
Esperamos que Dios N. S. nos mandará niños en nuestra ayuda. ¡Lo necesitamos tanto! ¡Oh cuanto mal intenta hacer el demonio en esta ciudad y en todas estas regiones! ¡Atemoriza el pensarlo! Cada vapor que llega á este puerto, pone nuevos obstáculos á la obra moralizadora del Misionero. Si el Señor no pone remedio, la cosa va mal. Encomendamos encarecidamente en sus oraciones y en las de nuestros amados Cooperadores á nosotros y á estas pobres almas tan insidiadas por el demonio, que hace cuanto puede para no dejarse arrancar este extremo confín de la tierra, donde ya de tanto tiempo ha fundado su reino.

El martes de la semana pasada á las diez de la noche, con tiempo borrascoso, con viento frío y nieve, Monseñor Fagnano, apenas de vuelta de la Misión de la Candelaria, en compañía de Don Pistone y de Don Scagliola, con el mismo vapor Torino partió para la isla Dawson, con el fin de trasladar á aquella Misión doce indios que nos confiaron pocos días antes y para llevar víveres á nuestros hermanos. A aquella noche siguió un día todavía peor para viajar; el viento helado continuó por todo el día y cada media hora venían ondas de helada nieve. Nuestros pobres hermanos pasaron todo aquel tiempo en viaje; pues el jueves por la mañana, con un tiempo no menos perverso, estaban ya de vuelta con Don Bernabé que se prepara para ir al Río Grande.

El misionero le cuenta a Don Rúa:

Trajeron buenas noticias de la Misión de San Rafael. La pequeña iglesia está ya terminada y es muy hermosa; le falta solamente la torre. Inauguraron el muelle que es muy cómodo y tuvieron el consuelo de ver venir nuevos indios, entre los cuales un tal Jacinto, compañero del capitanejo Antonio, que es el más indiferente hasta el presenta para con nosotros y fue el que cooperó más eficazmente á la triste insurrección contra Don Pistone en 1891; vino con toda su familia decidido á quedarse para siempre en la colonia; fue recibido muy cortésmente y se le asignó una casa. La escuela de música va progresando como también progresa el espíritu de religión entre los salvajes. En resumen, esta Misión principia ya á darnos algunos consuelos.
Aquí en Puntarenas, aunque la estación sea propicia para fabricar, por falta de medios y con grande dolor nuestro, hemos debido suspender los trabajos de la nueva iglesia, que tanto necesitamos. La capilla actual, además de ser privada, es completamente insuficiente para una población de más de tres mil almas. Los gastos hechos ya para esa nueva construcción pasan de diez y siete mil seiscientos pesos, de los que hasta el presente, solo hemos podido reunir diez mil quinientos, y todavía serían necesarios al menos otros veinte mil.
Y ¿Deberé ocultar á V., amadísimo Padre, que estamos cargados de deudas? Todavía están por pagar los quince mil pesos por el viaje que el vapor Amedeo hizo el año pasado á la Misión de la Candelaria; otros tantos hay por provisiones necesarias para los dos colegios de Puntarenas; luego para la Misión de Dawson, para esta nueva iglesia, para la Misiónde la Candelaria; en una palabra, nos hallamos tan cargados de deudas, que dan mucho que pensar á Monseñor, porque no sabe como podremos pasar adelante. ¡Pobre Monseñor! Confía tanto en la Divina Providencia, que estamos ciertos que no nos faltará en las presentes estrecheces.

En tanto que ya para cerrar su correspondencia dirá:

En tanto que admiramos la grande confianza en la Divina Providencia de este nuestro amado Prefecto Apostólico, nos edifica sobremanera su gran espíritu de sacrificio. Animado del mayor celo por la gloria de Dios y por la salud de las almas, se muestra siempre intrépido y no le arredra peligro alguno. La semana pasada cuando desembarcó en el Río Grande, con intensísimo frío y nieve en abundancia, no pudiendo la canoa llegar á la orilla, se descalzó y se dirigió á tierra con el agua y fango hasta las rodillas. Antes de salir de Puntarenas para aquella Misión, yo le había provisto  de un buen par de zapatos; mas á su vuelta no vi en sus pies que unas viejas zapatillas. ¿Qué había hecho de los zapatos? Confesando en aquella capilla, vio al indio Calafate que perdía los pies entre dos viejos zapatos; no le permitió su compasivo corazón dejarlo ir en tal estado á recibir su santa Comunión; se quitó los zapatos y se los regaló al joven indio.- Tales actos de abnegación y sacrificio le atraen grandemente las simpatías hasta de los mismos salvajes, y á nosotros nos sirven de grande estímulo para soportar con alegría cualquier sacrificio.
 Reciba, amadísimo padre, mis afectuosos saludos y le ruego se digne extenderlos á todos esos dignos superiores. Bendígame y me permita besarle con respeto la mano y profesarme con aprecio, afecto y reconocimiento.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Más abajo sumo a tu artículo algunos datos biográficos de quien fuera autor de esas líneas, Mayorino Borgatello, que tenía 37 años al momento de escribirlas:

“Mayorino Borgatello vino de Italia directamente al sur (año 1888) por expresa invitación de Monseñor Fagnano. Nació en la provincia de Alesandría, el 8-2-1857. Aquí en La Candelaria, tuvo destacada actuación; fue uno de los primeros Directores (1913). Etapa fundacional, donde todo se hacía a fuerza de gigantescos sacrificios de toda índole (...). Al P. Borgatello la vida, le permitió hacer rendir otra de sus facetas: la de escritor (...). Es uno de los misioneros que más ha escrito. Sus libros serán perenne arsenal documental de las luchas sostenidas por Mons. Fagnano y las primeras misiones de la Patagonia Meridional y Tierra del Fuego.

Escribió entre otros el “Glosario de la Lengua Alacaluf”; “Un conquistador de almas Monseñor José Fagnano”; Torino 1923. Con motivo de los primeros 25 años de las misiones Salesianas, “Nozze da Argento”, Sociedad Editorial Salesiana, Turín/1920; un extracto de esa obra se conoció como “Florecillas Silvestres” SEI, Turín, 1924.

Otra de sus actividades, la de juntar o colectar objetos, dio como resultado origen al Museo de Historia Natural en Punta Arenas. Hoy lleva su nombre y es otro orgullo de la Congregación Salesiana. Según Entraigas, “único reducto del folklore fueguino” promovido por Mons. Fagnano con el aporte de todos los misioneros salesianos e inaugurado el 18 de octubre de 1893. Los últimos años los pasa en Turín, en la Basílica María Auxiliadora, donde fallece el 20-12-1929”. (Revista “A la costa de un arroyo IV”, Anecdotario de la Misión Nra. Sra. de la Candelaria, Río Grande, Tierra del Fuego. Agosto 2003).

Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.).