1
Ahí van mis deseos de autodefinirme,
dan una vueltita graciosa en torno al desagüe
y caen definitivamente caño abajo
¿estará bien que busquen la cloaca con tantas ansias?
A lo mejor allá en el fondo oscuro,
lejos de las reglas sociales,
ellas puedan hacerse de un destino más digno.
Si pasa como creo
que otras ganas se juntan a las mías,
es posible que lleguen a u fin fertilizante,
y eso, después de todo,
no sé si está tan mal.
En tanto yo aprovecho cada baño,
cada lavada de cara,
para quitarme con jabón y cepillo,
mis eternas ganas de autodefinirme.
2
Los hechos suceden en dos sentidos,
el uno transita hacia cualquier punto de este mundo,
el otro va a dar en un blanco fuera de lo evidente.
He pensado muchas veces
que es la fuerza inevitable de ese blanco
la que mueve la vida de aquí arriba
¿debiera tal vez decir, de aquí abajo?
De todas maneras hay momentos
en que se manifiesta una verdad inobjetable,
cuando un oculto brillo de la cosas llega,
en un recuerdo desdibujado,
un segundo más tarde de lo necesario,
a repetir lo que había dicho antes.
A confirmar una vez más,
cuando ya es inevitable,
que en medio de uno se qué oscuro proceso
se ha perdido la magia.
3
El poder de los ojos no es comparable
al poder de las manos.
En algún punto, el reto camino de mis ojos
se cruza con el recto camino de mis manos.
Y esa inexplicable intersección
define, con pulcra exactitud,
el instante inasible
en que no es posible establecer comparaciones.
4
Si pudiéramos dar vuelta esta realidad como una página,
para ver qué sigue,
o releerla con nueva dedicación, letra por letra.
Si pudiéramos cambiar algunos verbos,
o redefinir ciertos adjetivos.
Tal vez fuera posible discontinuar la secuencia,
detener de algún modo este proceso,
o agujerear la trama del espeso ropaje
para saber si debajo dios está desnudo.
5
Más allá de la vida,
más allá de nacer
sea instalado el origen,
un poderoso origen
cómo un sol.
Y desde allí nos
mira
con la cara de un dios.
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