En su recuerdo publicamos un Reportaje realizado en noviembre de
2005, por MIGUEL VAZQUEZ, trabajo que forma parte del libro RIO GRANDE y su gente, que puede ser adquirido en la redacción de EL SUREÑO.
con las ventanas cerradas (y luz interior)
José David Coihuin
Coihuin, nació en la isla Quehue, del archipiélago de Chiloé, Chile. Desde los
17 años vive en la Argentina. En el año 1949 llegó a Río Grande, y luego de un
año se fue a Ushuaia. Como peón de campo, la esquila, el arreo y las tareas
rurales no le son ajenas. Trabajando de alambrador tuvo un accidente que a la
postre le hizo perder la vista. Hace más de 30 años que vive en el Hogar de
Ancianos San Vicente de Paul, sitio al que siente como su propia casa. Amó la
vida al aire libre y añora el mar. Con un relato sencillo, lleno de vida y luz,
nos conduce por la patagonia de un tiempo pasado.
¿Qué
recuerda de la zona donde nació?
Es una
zona donde son todas islas, está todo rodeado de mar y los que viven en la
costa se ocupan de la pesca, en agarrar centollas, pescados, casi todos tienen
sus embarcaciones y sus redes para trabajar, mis padres se dedicaban a eso,
pero igual tenían terreno para sembrar, pero se ocupaban en la pesca también,
porque todos los que viven en costa de playa tiene su bote para pescar, y se
pesca la sierra (NR: Pez
marino comestible de un metro de longitud, sin escamas, que tiene a ambos lados
del cuerpo dos líneas de color amarillento pardo y manchas ovaladas del mismo
color), el
curel, son los que más se pescan.
¿Qué
clima tiene?
Hace
calor, pero es muy llovedor, llueve mucho, en el tiempo de verano llueve mucho,
pero no es frío.
¿De
chico le enseñaron el oficio de la pesca?
Si, de
cuatro o cinco años yo ya andaba en ese trabajo, andábamos con mis otros
hermanos, nosotros éramos 11 hermanos... mis padres eran primos.
¿Por
qué decidió salir de la isla de Quehue?
Se me dio como se le da a todos los jóvenes,
algunos conocidos decían yo me voy en tal tiempo y otro los mismo, y yo hice
igual, me vine para acá
en el año ’41, y no volví más para mis parajes, tenía 17 años.
¿Había tenido
algún estudio en la isla?
Muy poco, porque
teníamos el colegio lejos, en la misma isla de Quehue, pero es una isla grande,
hay tres capillas en la isla, no recuerdo cuantos habitantes éramos, pero hoy
debe ser igual porque la gente no para allí, se va.
A veces iba al
colegio, iba uno o dos días y después ya nos tocaba trabajar en la agricultura.
¿Qué cultivaban?
Se sembraba el
trigo, la papa, la avena, habas, arvejas, de todo, eso era para consumo propio,
y teníamos una yunta de bueyes y una o dos vacas.
Cuando salió de
Quehue, ¿qué rumbo tomó su vida?
El 16 de agosto del
’41 me fue de Quehue y el 18 de septiembre entré a la Argentina con 17 años, en
la parte de Cañadón León, que hoy en día es Gobernador Gregores, entré por allí
y me vine a San Julián, salía a las comparsas de esquilas, en ese tiempo en San
Julián había 32 máquinas de esquila, porque había mucha esquila en ese tiempo,
Cuando volvíamos de
esquilar, íbamos al trabajo del frigorífico, y luego íbamos al campo a pasar el
invierno, nos juntábamos dos o tres compañeros y andábamos en campamentos, se
agarraban liebres, había muchas, y cazábamos también zorrinos, zorro gris,
había mucho zorro gris, el que había poco era zorro colorado, ahora hay más.
Cuando ingresó a la Argentina era menor de
edad, ¿en esos tiempos no se pedían documentos?
Uno andaba trayendo
su documento, y cuando llegaba a una estancia si había trabajo le daban,
trabajaba por día o trabajaba mensual, me acuerdo que en esos años pagaban
mensual 22 pesos, y no alcanzaba para nada, y si se portaba bien le pagaban dos
pesos más, y uno trabajaba en la esquila, en los baños de animales, en las
marcas, y le pagaban tres pesos por día.
¿Había cruzado a caballo a la Argentina?
Sí, me vine de a
caballo con un primo, cruzando la cordillera por Balmaceda y vinimos a salir en
Santa Cruz en la dirección de Las Heras, tardamos hasta llegar a San Julián como
un mes, ya que veníamos trabajando por día, luego caminábamos un par de días y
cuando había trabajo en una estancia pasábamos a trabajar en la señalada o en
los baños.
¿Mucho tiempo estuvo en San Julián?
Sí, ahí salía a la
comparsa, salí dos años de vellonero y después aprendí a esquilar, salí dos
temporadas en la prensa, para el prensado de la lana, y luego el encargado, un
uruguayo, me dijo que al otro año no salía con la prensa sino que salía a
esquilar, ya había aprendido a esquilar, en el primer año llegué a 190 animales
por día, y después me vine para estos lados.
¿Cómo surgió el continuar camino hacia el
sur?
Había yo bajado a
San Julián de la esquila y andaban buscando tres rasqueteros para el
Frigorífico de Río Grande, rasqueteros para las tripas, la tripa delgada del
cordero, de la oveja y del capón.
¿De qué año estamos hablando?
Del año ’49.
¿En qué se vino y con quién?
Nos vinimos tres
compañeros, de San Julián hasta Gallegos nos vinimos en colectivo y después en
un avioncito que había para 11 pasajeros, así nos vinimos y estuvimos
trabajando en el Frigorífico de rasqueteros, y luego me dejaron de salador de
tripas, en ese tiempo se trabajaba mucho la tripa y luego se la enviaba a
Alemania, la tripa valía $1.- el metro, se usaba para hacer salchicha.
Recuerdo que se
hacía una mesa larga de 11 metros, porque el capón tiene hasta 22 metros de
tripa, y la oveja más o menos 20 metros y el cordero 18, la tripa del cordero
es sanita íntegra, se limpia y todo sirve, la de la oveja la mitad y el resto por
el pasto viene picada y eso no se puede vender, y la del capón es más firme.
¿La paga era buena?
En ese tiempo nos
pagaban bien, cuando nos pasaron a buscar en San Julián los Jefes que
trabajaban acá en la tripería nos dijeron que nos pagaban $750.- por mes, y
allá uno trabajando toda la temporada en el campo no alcanzaba a ganar 100 ó
120 pesos, y yo le dije a mis otros compañeros que me venía y ellos no creían,
“qué le van a pagar esa plata” decían, “si eso no lo gana ni el gerente de La
Anónima y a ustedes le van pagar 750 pesos, mire como lo hacen leso (NR: en
Chile significa tonto, de pocos alcances)”; pero
yo dije que me venía, y vinimos con un tal Lindor Alderete, y otro muchacho del
que no recuerdo su nombre, está en Ushuaia.
¿Recuerda cómo era Río Grande cuando llegó?
Acá no había casi
nada, era todo tierra, las calles eran pocas, lo que había era mucho trabajo,
la gente trabajaba en la leña, en los aserraderos, estaba el trencito que iba a
la estancia y bajaba la lana, y después de la temporada me fui a Ushuaia.
¿Por qué se quiso ir a Ushuaia?
Me fui porque
terminó la faena del frigorífico, estuve un año nomás y me fui, nos fuimos a
Ushuaia de a caballo, porque no había paso por ningún lado, había que ir de a
caballo, el primer coche que pasó fue en el ’52, un coche alemán que en el agua
era bote y en tierra era coche, y después pasó un jeep del Ejército, pero le
costó pasar en la cordillera, lo pasaban a la rastra, había mucha turba, le
metían palos, los rollizos se iban para abajo, cuánto trabajo...
¿Y qué hizo en Ushuaia?
Conseguí
trabajo en un tambo de la Marina, un día andaba caminando en la calle y un
capitán en un jeep se paró me hizo señas, y yo fui y me habló, me dijo si
quería trabajar en un tambo, le dije que sí, y me mandó que fuera al otro día
al Hospital, me dio un papel y me fui, en el Hospital hablé con dos médicos, me
revisaron, me dijeron que andaba medio jodido de la vista y que no podía ir a
trabajar, pasaron dos días y andando otra vez en la calle me encontró de nuevo
el capitán, me tocó la bocina del jeep y me preguntó ‘¿qué le dijeron?’, le
mencioné que no podía ir a trabajar, sacó un papel, hizo unas rayas y me dijo
que fuera otra vez, fui a ver los doctores, miraron el papel y dijo un doctor,
‘bueno, vaya a trabajar nomás, donde manda capitán no manda marinero’, y me fui
a trabajar y trabajé como 9 años en el tambo de Marina.
¿Cómo era el trabajo en el tambo?
Duro, allí no
paraba nadie, porque se peleaba el encargado con la gente... en ese tiempo no
había luz, tenía que prender cinco (faroles) petromag, hacer la limpieza, había
60 vacas para alimentar y ordeñar, yo me tenía que levantar a las 4 de la
mañana, prender los faroles, y el capataz dijo ‘a este me lo voy a arreglar
yo’, él creía que no iba a aguantar, yo seguí nomás, me levantaba a esa hora,
hacía limpieza, le daba comida a los animales, maíz cocinado y pasto, y
preparaba todo para que estuviera listo para las 6 cuando comenzaban los
ordeñadores, y como en septiembre me dijo el capataz ‘levántese a las 6, junto
con los ordeñadores’, y yo le dije ‘yo no aflojé, aflojó usted’. Recuerdo que
había mucho abono para sacar, unas rimas (NR: Montón)
grandes hasta arriba, y había un carro y dos yeguas frisonas, grandes, y con
eso comencé a trabajar, le metí sin parar y saqué todo, hasta el barro, no dejé
nada, era un trabajo pesado, duro.
Luego llegó un
veterinario, muy buena gente, me enseñó
a poner inyecciones, me decía como era todo. También recuerdo que el
pasto lo traían de Bahía Blanca, venía sementín, todo para la comida de los
animales, lo traían en buque o en barcaza.
¿Hasta cuando estuvo con esa labor y qué
hizo después?
Estuve hasta el ’59
en el tambo, y después me fui a trabajar a (Estancia) Harberton, tenían 18.000
animales de esquila, fui de esquilador, me fui así nomás a ver si me daban
trabajo y me dieron enseguida, ahí esquilábamos menos por día, porque no se
bañaba la hacienda porque tenía mucho beri, una cosa que sirve para hacer
jabón, por eso no se bañaba el animal, y con eso llegábamos a esquilar 150 ó
160 animales por día.
¿Cómo es el trabajo del esquilador?
Es pesado, lo que
tiene que tener es aguante es la cintura, uno tiene que aguantar al animal,
cuando lo patea y todo eso, se hace agachado, encorvado desde que comienza
hasta que termina, se comienza a esquilar por el pecho, se limpia el pecho y se
empieza de la paleta cuando se tiende el animal, después se da vuelta y sigue
el lomo.
¿De quién era Estancia Harberton?
Los patrones eran
los Bridge, los mismos que de Viamonte.
¿Cómo era esa zona?
En invierno nevaba,
pero está en la costa del Canal Beagle, cuando había marea alta llegaba a 15 ó
20 metros de la cocina el agua, y a veces entraba en el galpón, teníamos que
levantar los fardos para que no se mojen.
¿Cuánto estuvo allí?
Estuve un año como
esquilador y después me pusieron en la cocina, de cocinero, había aprendido a
cocinar de andar mirando en Ushuaia en la Aeronaval, era conocido ahí y yo iba
a mirar lo que hacían los suboficiales cocineros, y ahí aprendí, cuando se fue
el cocinero que había en Harberton me pusieron a cocinar por unos dos o tres
días hasta que fuera otro, iban a venir a buscar a Río Grande o a Ushuaia, y
los otros compañeros del trabajo le dijeron que me dejen a mí, que no buscaran
a nadie, y estuve 9 años en total.
En ese tiempo había
de todo, abundante, se daba cordero, en tiempo de esquila se comía puro cordero
nomás, y tenían una buena quinta, se cosechaban 90 bolsas de papa, y de todas
las verduras, frutas, zanahoria, lechuga, y tenía un invernáculo chico también,
salían unos pepinos grandes, ajos, muy linda tierra.
En las vacaciones
me iba a Ushuaia, porque tenía conocidos allí, me iba de a caballo, ese era el
medio de movilidad, después comenzaron a andar las lanchas, las pesqueras o las
lanchas de la Subprefectura, que iban a estar 3 ó 4 días a Harberton, muy buena
gente la de la Subprefectura, y con eso nos íbamos a Ushuaia.
Luego de esos años
pedí aumento y no me quisieron dar, entonces dije que trabaja hasta tal fecha y
me retiraba, y así fue.
¿Le gustó haber estado en Harberton?
Sí, me gustó, me
gustaba el paisaje, el mar, y también íbamos a buscar flechas a donde
estuvieron los paisanos, los onas, donde había un montón de conchillas ahí
cavábamos y sacábamos de abajo huesos de ballenas o de lobos. En ese lugar las
ballenas morían solas, varaban todos los años dos o tres, cuando las corren las
orcas desesperadas iban a esa tierra y allí morían, nosotros cuando varaba
alguna le sacábamos el cuero y la carne para comer, es buena, como la carne
vacuna, pero tiene carne en la aleta nomás, lo demás es pura grasa.
¿Qué hizo luego?
Me vine a trabajar
a Ushuaia en la empresa vial Trefao, una empresa que fue la que hizo la huella
de acá a Ushuaia, ahí estuve alambrando, y después ahí perdí la vista.
¿Qué fue lo que sucedió?
Cuando estaba
trabajando, había un palo, un varón grueso, que lo había arrastrado la
topadora, y yo dije ‘lo voy a cortar y me va a dar cinco postes’, y lo vi que
estaba muy cimbrado, y me dije que no lo iba a cortar porque ‘capaz que se
reviente’, y me subí arriba del palo y lo toqué con el hacha tan afilada que
uno trabaja y lo toqué así nomás y reventó y me tiró como cinco metros, y fui a
golpear contra un tronco y me rompió la cabeza, me hundió el hueso, no sangró,
y ahí quedé, estuve como 4 ó 5 horas tirado ahí, mis compañeros estaban más
lejos abriendo una picada y yo en ese lugar solo, me saqué las puntas de los
huesos para arriba, las arrancaba, me paraba y mareado me caía, suerte que
tenía un perrito chiquito, cachorrito y ese me llevó hasta el campamento, se llamaba
Porteño.
Ahí me curaron,
tendría que haber ido al pueblo o a Buenos Aires, pero no fui nada, y a los
tres meses perdí la vista del ojo derecho y al año me atacó el otro, y de eso
me mandaron a Gallegos, ahí me operaron porque se me había despegado la retina
y quedé bien, recuperé la vista, me dijeron que no tenía que trabajar por un
año o dos, pero después tuve que trabajar, como a los cuatro o cinco meses me
vine a alambrar, y ahí perdí otra vez, veía arriba y abajo, me llevaron a
Buenos Aires y allá me quemaron la vista con el rayo láser, en lugar de
solucionarme le problema me perjudicaron, eso fue en el año ’63.
¿Cómo siguió su vida ya sin la posibilidad
de ver?
Estaba con unos
conocidos, después me trajeron acá al Hogar (de Ancianos) una asistente social,
yo no quería venir, pero me dijo que iba a estar bien acá, y vine cuando
todavía no había abierto el Hogar, porque estaban pintando, poniendo los
vidrios, me trajeron al Hospital, éramos 8, yo era el más joven, nos trajeron
el 1º de diciembre, y el resto de los 8 que vinimos estuvieron algunos un mes,
otros dos, otros un año, otros cuatro y se fueron, me quedé yo solo y estoy
todavía.
Debe recordar a mucha gente que pasó por
este Hogar...
Acá han muerto
muchos, más de cien, y de los que han estado a cargo del Hogar recuerdo a Don
Vicente Ferrer, él fue un hombre muy bueno para nosotros, muy buena gente, como
él no hubo ninguno; cuando yo quería irme de vacaciones me daba ropa, me daba
plata, y yo me iba a Ushuaia o a Punta Arenas, a ver amigos y familiares.
¿A su lugar de nacimiento no volvió nunca?
No, desde que me
fui a los 17 años nunca volvía a estar ni con mis padres ni con mis hermanos,
en el terreno de mis finados padres tengo a mi hermano más chico, cuando yo
salí él tenía un año y medio, a las que he visitado son a unas hermanas que
tengo en Punta Arenas.
¿Ni por carta ha mantenido contacto?
Sí, les he mandado
cartas, ahora hace mucho que no les escribo, siempre estoy que quiero ir pero
la plata no alcanza...
¿Cómo pudo superar el hecho de perder la
vista?
Primero veía un
poco de un ojo, pero luego no, uno se siente triste, pero nunca perdí mis
ganas, acá ando solo, voy, vengo, conozco el lugar de memoria.
¿Qué imagen guarda de cuando tenía la
posibilidad de ver?
Mis trabajos de
ovejero, andar en el mar, eso me gustó mucho, siempre lo veo en mi memoria, me
gusta mucho el mar; debe ser porque nací en la costa del mar, cuando tenía 4 ó
5 años y nos embarcábamos en un bote mi finado padre me tiraba al agua para que
nade y aprenda a salir.
¿Qué recuerda de su padre?
El vino también a
la Argentina en el año ‘16, vino a Río Grande, decía que no había nada, unas
cuantas casas nada más, trabajó en María Behety, en la Sara, y también estuvo
en el año ’32 cuando fueron los grandes nevazones en que murió casi toda la
hacienda, la oveja es más dura, aguanta, aguanta hasta 20 ó 22 días sin comer,
después se ponen ciegas, el caballo aguanta menos, igual el vacuno.
Él trabajaba en la
esquila y en el frigorífico, había mucho trabajo y pagaban bien.
Si tuviera la
posibilidad de volver a ver, ¿qué le gustaría ver?
El mar, estar ahí,
trabajar con las cholgas, con todo eso.
Recuerdo que antes
en Bahía Aguirre había aserradero y yo iba ahí, un año se rompió la chata que
llevaba las maderas y el buque, no recuerdo si era el Bahía Thetis o el Bahía
Aguirre, que estaba para cargar la madera y ese perdió el ancla con 50 metros
de cadena y pagaban 50.000 pesos al que pudiera encontrar la cadena o
rastrearla, pero no se puede ahí porque calma un rato y cuando vuelve la marea
se pone malo el mar, no se puede aguantar el mar y hay mucho cochayuyo, un
alga, recuerdo que una vez vinieron los japoneses, la sacaron toda y lo
envasaron.
¿Qué cosas le hubiera gustado hacer si no
hubiera perdido la vista?
Uno cuando anda
bien, cualquier cosa le viene bien, esquilar, carnear, llevar arreo, el que
trabaja en el campo hace todo eso, me gustó siempre el campo, amé la vida al
aire libre, andando en el campo lo primero que uno se compra son dos lonas, una
para tapar las pilchas y la comida que uno trae, y otra lona larga para
taparse, esas que no les pasa el agua; siempre anduve de a caballo.
Le gustan mucho los animales...
Sí, me gustan los
perros y los caballos, si tuviera una parte donde estar ahora... me gustaría
tener un perrito, le haría una buena casilla, me gustan mucho los animales,
pero ahora no puedo.
Ficha Personal
José David
Coihuin Coihuin, nació en la isla Quehue, del archipiélago de Chiloé, Chile, el
16 de agosto de 1923. Nunca se casó. Vive en el Hogar de Ancianos desde hace
más de 30 años. Se hizo ciudadano argentino y tiene una Pensión de Arraigo y de
PAMI. Sufrió de hidatidosis “por comer carne cruda, cuando uno anda en el campo
la cocina así nomás”, y por ello tiene muchas operaciones, y “he sufrido
mucho”.
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