Excelentísimo
Señor:
En la
denuncia que forma objeto de expediente que antecede, se da cuenta de un hecho
que carece de bases verídicas, equivocando el objeto de una marca que he
emitido que corresponde a exigencias de mis trabajos mineros, que en
realidad es una ficha, como acostumbran emitir casi todos los
establecimientos industriales de la República, con la diferencia que la marca
mía no representa, como la de otros, valor fiduciario
alguno.
Mi
establecimiento en Tierra del Fuego se halla a veces incomunicado por períodos
mayores de seis meses. Allí los obreros no trabajan
asalariados, sino reciben casa, manutención, máquinas y herramientas gratis, y
parte del oro que extraen del suelo, oro en polvo, que a la intemperie, en el
campo libre, es imposible manejar o, fraccionar, sin pérdidas considerables.
Para evitar
ese inconveniente, hice acuñar el oro en la Casa de
Moneda de Buenos Aires en forma de medallas, indicando
el peso y la ley que representan, como V. E. puede ver por muestra que queda
adherida a la presente, y que no representa valor monetario alguno. Pero
como es difícil acuñar medallas por fracciones menores de un gramo, y teniendo
muchas veces que satisfacer diferencias en centígramos de oro, tuve que
emitir vales en forma de la estampilla, que agrego y
que, según la inscripción, representa diez centavos o
centígramos, de oro local de Tierra del Fuego, es decir la décima
parte de dicha medalla, pudiendo asegurar a V. E. que no existe otra
clase de oro local en aquel territorio.
En la
denuncia se afirma que la estampilla va inutilizada con un sello que dice
“Sandi Point” y también que toda mi correspondencia que sale de San Sebastián
lleva está clase de franqueo.
Pues bien,
ambas aseveraciones son completamente inexactas: jamás he utilizado estampillas
de la manera indicada y cuando, hace cuatro meses, hubo despacho de
correo oficial en San Sebastián -era la primera y última vez en el período
de seis años, señor ministro-, mi correspondencia ha sido
franqueada por este correo solitario, que me
proporcionó un perjuicio de algunos miles de pesos, por graves negligencias en
su despacho, como puedo comprobarlo ampliamente.
Eso no
obstante, me he abstenido de enviar correspondencia con estafeta particular,
por donde andaba (aunque sea una sola vez) dicho correo oficial.
Mis
mensajeros van por vía terrestre, atravesando el desierto a caballo entre
puntos que carecen de otro medio de comunicación, amparándome a este efecto en
lo que dicta el artículo 6, inciso 3 y 6 de la Ley de Correos.
Dichos
mensajeros, a más del sueldo que les pago reciben, como estímulo para evitar el
extravío de la correspondencia, por cada carta que conducen, una marca de diez
centígramos, que inutilizan o devuelven al recibir el oro efectivo.
Con este
procedimiento, en que me valgo de una marca en forma de estampilla,
no me he permitido aún las licencias que se toman los fabricantes norteamericanos
de cigarrillos y de medicinas de patente, lo mismo que los establecimientos
balnearios europeos, que agregan a sus mercancías o emiten
estampillas que representan valor fiduciario, y no he cometido más de lo que
acostumbran hacer los fabricantes de perfumería, que ostentan estampillas
especiales en sus pomitos o de las personas que adornan su correspondencia con
timbres como los que se ven en el N° 940 del periódico “La Nature”, que
acompaño. (Anexo al expediente) (19).
Este
procedimiento, lejos de perjudicar intereses ajenos responde a una
necesidad vital del establecimiento, allana una deficiencia de la gobernación,
que, sin hacer efectivos los medios de comunicación que le asigna el
presupuesto, fomenta una oficina de correos en Tierra del Fuego, cuyo encargado
se halla en Buenos Aires, como asimismo escuela, policía, juzgado y otras
reparticiones, cuyos respectivos jefes o se encuentran en la Capital de la
República, o no existen!
Ya tuve el
honor de elevar al señor Ministro tina exposición, haciendo presente el
lamentable estado de la Gobernación y las pocas delicadas tendencias del señor
Gobernador; y como la denuncia que motiva la presente, al carecer de bases,
sólo tiende a envolverme en tramitaciones judiciaIes enojosas, ruego a V.E. se
digne ordenar sea agregado este escrito al referido expediente, resolviendo el
señor ministro lo que crea más conveniente.
Es justicia.
Julio Popper”
El precedente informe, de gran valor para precisar la finalidad de la
“estampilla”, contenía además, como todas las notas de Popper al Ministro del
Interior, alusiones a deficiencias administrativas en Tierra del Fuego y
provocaba la consiguiente reacción en los funcionarios aludidos.
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