La vuelta del perro..

Hubo un tiempo que no existía mejor manera que llamar al sueño de los más pequeños que sacarlos a pasear en el auto, en circunstancias de llegar la noche, puesto que esas criaturas indomables –en momentos en los cuales se pretendía sustraerlos de la TV- se alteraban de tal modo que crecían sus desvelos, y con ello la desesperación familiar.

El traqueteo del vehículo llamaba dormir y después venía el tema de como reaccionaba cada uno de ellos cuando de vuelta al hogar se los debía bajar y depositarlos en su lecho.

En algunas circunstancias cuando comenzaron a instalarse los kioscos de las 24 horas era ineludible pasar  a comprarles algo, una golosina una gaseosa..

Cuando los chicos ya se aquietaban tal vez el comentario del padre con la madre pasaba por conversar sobre este trámite al que algunos solían llamar “la vuelta del perro”, reflexionado que en su vida pre fueguina no existían estas tensiones, y estas salidas. Tal vez como parte del lujo que significaba vivir aquí, o las urgencias que envolvían a la familia.

¿Qué cuando comenzó a darse esto? Bastante después de cuando comenzamos a colocarles llave a las puertas de nuestros carruajes. Y mucho antes de las exigencias de las sillitas individuales para transportar a nuestros infantes

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