Pequeña historia de LRA 24

El próximo domingo se cumplirán 35 años de mi incorporación a Radio Nacional. Había iniciado la experiencia el 2 de abril de 1977, unos meses antes, con un cortato que me fue ofrecido en la calle por el director de entonces: Jorge Eduardo De Amuchategui. Yo caminaba rumbo a El Austral, periódico que entonces dirigía, y él salía de Autosur donde había cargado combustible. No lo pensé dos veces ante su requerimiento -el de un locutor para el verano-, después me dí cuenta que era el Día de los Inocentes. La broma y el verano han sido la sal de mi vida profesional.
LRA 24 nace en el norte fueguino en tiempos en los cuales las doctrinas de seguridad apuntaban a reforzar los espacios de frontera. Con la inauguración el 28 de abril de 1973 y su transmisor de 25 kv se pretendía generar un medio al servicio de la población, pero al mismo tiempo una vía de penetración de mensajes soberanos sobre la región magallánica y el espacio marítimo circundante, en el cual se encuentra Malvinas.La construcción fue licitada y con ello la firma SADE-OBERLMEC SRL, bajo la dirección técnica del Ingeniero José Omar Massaro, quien no descansó incluso durante dos inviernos para lograr la concreción del proyecto

Si bien la dotación fue cubierta mediante una prueba de aptitud local, también llegaron empleados del norte del país, al influjo de las diferencias salariales que se planteaban; y así se pudo llegar a la inauguración –en gran medida apresurada- por un gobierno que ya estaba en retirada.
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Recordamos estos nombres:
Locutores: Mabel Traberg, Rubén Ramírez, Héctor Bellagamba y Silvia Cuello. Operadores de estudios: Luján Muñiz, Eduardo Acosta, Alberto Chenú, Daniel Pisano, Hugo Hammar y Juan Juárez.
Redactores: Emma Susana Cobos y Gloria Novak.
Discoteca. Cecilia de Valdez, Josefina de Barbera y Carmen Valencia.
Administración: José Finocchio.
Uniformados: Fabián Benítez y Juan Marín.
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En la planta transmisora los integrantes venían de la dotación del correo local: Pedro Franco, Pedro Barbera, Néstor Bianchi, Reinaldo Genissel, Mario Benedetto y Omar Ziben, con la jefatura de Rodolfo Canalis que pronto compartiría la función con la Presidencia del Concejo Deliberante. La planta debía procurar no solo tener la señal en el aire, sino proveerse de energía eléctrica puesto que la usina local no estaba preparada para el impacto de recibir la transmisión de Radio Nacional.

La Dirección de LRA 24 trajo un funcionario de Mendoza en la inauguración: Carlos Pignolo, para luego ser reemplazado por el comodorense Enrique Eduardo Sánchez, con algunas suplencias del locutor Ramírez por los continuos viajes del jefe a su ciudad, vendría más tarde un técnico –Francisco Pérez- hasta que pasa a ocupar esta jefatura Jorge Eduardo De Amuchátegui; un locutor con experiencia en Ushuaia que continuará en funciones aun después del golpe de estado de 1976.

La radio comenzó con recursos limitados: 40 discos y ninguna máquina de escribir. La confitería del cine le prestaba los últimos éxitos musicales y a dada hora un operador iba a buscar los discos que te prestaban que después de la hora debían ser devueltos para poder renovar la oferta musical. El material propio venía de LRA 10 y LRA 11 y era material de hacía más de una década que incluso después hubo que devolver. El teléfono era prestado por la Municipalidad.

Los contenidos de la programación atendieron de entrada al sector rural, con los Mensajes a la comunidad, donde se establecían vínculos inmediatos con la dispersa población de las estancias circunstancias, no sin problemas con la administración de correos que veía la necesidad de hacerlo mediante la imposición de un telegrama. Por otra parte las directivas de estilo llevaban a transformar el lenguaje popular, en modismos más “cultos”, que llegado al caso sustituían el “piño” por la “majada”, para reemplazar toda forma de “chilenización”.

Las cintas eran bienvenidas. Llegaban en encomienda semanal con títulos como Teatro Breve, Pasaporte al futuro, Oraciones siglo XX, Por sobre los tejados. Mientras que en la esfera local se producía: Nunca es tarde, Argentina en el verso el canto y la leyenda, Cuide su salud, Periódico oral docente, Conociendo la Tierra del Fuego, La tía Mable (primer programa infantil) hasta que llegó el momento de los colaboradores.

Los primeros y perdurables fueron Deportes en el 640, con la conducción de Juan José Degratti y Horacio David Surt, abarcando el deporte local y los diarios que llegaban sobre el mediodía, en dos emisiones: la larga de los sábados y la corta de los lunes. Y su predisposición para transmitir, junto con personal estable de la filial, las competencias automovilísticas y deportivas. Entonces se lo podía ver a Daniel Pisano, extendiendo la línea de utilizando los postes de alumbrado, o la cooperación del Batallón de Infantería para el caso de las carreras.

Los espacios radiales avanzaban tentativamente, y eran temáticos en lo musical y breves en su extensión; hasta que se fueron conformando los primeros ómnibus: el de la mañana Buen día gente, buen día música; después de las 14: La tarde por Nacional; y una revelación de fin de semana ¡La mejor música para le mejor noche!, programa de pedidos musicales atendidos por Rubén Ramírez en la noche del sábado.

Con el invierno llegó. el Dr Adrián Bitsch y su programa para el hombre de campo: Lavando Cebaduras para intimar y conocernos, un ciclo que llega a nuestros días. Leonor María Piñero, escritora y periodista local, apuntó a difundir la creatividad artística con Cono de Tinta Sur, primero con un pequeño libreto de 15 minutos, después consolidándose en la tarde del sábado en una hora de mesa redonda literaria. Ambos espacios ganaban audiencia sobre el sur santacruceño.

Los espacios informativos de LRA 1 eran a la noche, o bien muy temprano, cuando había buena propagación, y no duraban más de cinco minutos. Del Batallón se traían cables informativos, que en muchos casos venían tremendamente mutilados. Con el tiempo se consiguió una máquina propia, que resultó ser un gastadero de papel. Por suerte se optimizaban las comunicaciones radiales.

La actividad cultural llevaba a extender las líneas para dar lugar a transmisiones en directo, como cuando llegaron Los chalchaleros para la inauguración, o ante la presentación de Los solistas de la Camerata Bariloche en el cine local, situado a 150 metros de la emisora

Pese a los estímulos materiales la radio no pudo conservar parte de su personal inicial, sobre todo en el tema locutores. Para fines de 1976 solo quedaban algunos contratados y fue entonces cuando se resolvió el pase de Juárez como locutor, y la incorporación de Enrique Bischof y Oscar Gutiérrez. El primero había sido infante de marina, ejercerá el periodismo usando el teléfono, y es recordado por sus programas de entretenimientos. El segundo, egresado de la Universidad de La Plata, cultivará la historia regional y oral, pasando a ser después de 1980 el supervisor de la filial.

La radio daba los datos del tiempo, que se solicitaban a la Base Aeronaval, leía comunicados fundamentalmente de reparticiones oficiales, pasaba música nacional en un 75%, eludiendo los cada vez más extensos listados de temas prohibidos. Y había temas de los cuales no se podían hablar, los vinculados a la seguridad nacional, el Beagle, Malvinas.

Curiosamente sobre estos dos tópicos se vivieron situaciones de guerra que condicionaron la vida radial y comunitaria.

En el 78 con operativos de oscurecimiento a pleno día, durante el verano fueguino, y la huída en masa de buena parte de la población. El acceso a la emisora estaba controlado por los Albatros de la Prefectura.

En el 82 sumados al optimismo de la guerra que veníamos ganando, la ciudad militarizada, las cadenas con LRA 1 y con Radio El Mundo, y desde el punto de vista interno la censura naval a las noticias que se grababan hoy mañana recién volvían más prolijas, y los informes que internamente se enviaban a las emisoras de Buenos Aires que mantenían en alto el espíritu bélico. Desde la planta la antena a la máxima potencia permitía el regreso de los aviones en función de ataque, sin necesidad de orientarse como no sea por el radiogoniómetro.

Y después las verdades, las desilusiones, y las esperanzas que nos entregaron a la democracia.

Poco antes de terminar el mandato militar se dotó a la emisora de los recursos humanos que siempre se habían reclamado. Así ingresaron Alberto Grosso, Guillermo Del’Oro, Rubén Rivarola, Catalina Fava, Graciela Pesce, Gerardo Bellón, Mirta Flores y Abel Torres.

Ya para entonces contábamos con un transmisor de FM donado en 1981 por el Ejército, justo cuando estábamos por ser licitado, incrementando el valor de la oferta a tal punto que no hubo interesados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El mensajero del rio es una excelente poesia. Tuve varios accidentes de trabajo y he dedicado mi tiempo a leer en internet y esto es de lo mejor que encontre.