Lo recuerdo joven,
llegando al colegio Ceferino Namuncurá, donde su esposa –Olga- era mi maestra
de primero superior.
El matrimonio era
reciente, y todavía no llegaban los hijos.
Los Canga vivían en
un lugar privilegiado de nuestro pequeño pueblo, en la intersección de San
Martín y Belgrano y Don Lizardo tuvo diversos desempeños públicos en la década
del 60, siendo los más relevantes los que lo llevaron a estar al frente de la
Municipalidad, con comisionado.
Cuando pasé al
secundario el Ingeniero estaba allí, y fue profesor en distintas asignaturas a
partir del segundo año.., todas relacionadas con su especialidad “matemática”;
Canga se nos imponía con innumerables ejercicios que debíamos resolver en el
pizarrón o traer resueltos como tareas del hogar.
A la vez en un
tiempo de transición entre que el Colegio Nacional nunca concretado pasó a la
jurisdicción del Obispado, y de este a la Obra de Don Bosco, él fue el Rector
del Instituto. Férreo defensor de sus alumnos solía confrontar con el periódico
local donde los “muchachos” de entonces parecíamos ser los malos de la película
para el periodismo pueblerino.
La empresa que
naciera de su empuje fue creciendo, un día lo interrumpimos en clase –cosa que
no hacíamos frecuentemente- para que confirme si era cierto que se estaba
construyendo un Canal de Televisión en el pueblo.., y era cierto que lo hacía
su gente.
Con el tiempo fueron
apareciendo algunos techos de cumbrera saliente que eran propios de sus
diseños, en tanto que los caminos fueron ocupando cada vez en mayor medida sus
emprendimientos ingenieriles.
Con el tiempo todo
este quehacer fue transferido a sus hijos, y a él se lo podía ver en algún
menester ligado a Estancia La Porteña, un establecimiento rural que adquiriría
a Jorge Lombardich.
Nuestros encuentros
se fueron volviendo esporádicos, cada vez se fue quedando más en Córdoba, una
vez fue en un casamiento, otra en una visita de Eduardo Angeloz, que se alojó
en su establecimiento rural.
Fue una asignatura
pendiente poder entrevistar a quien fue mi profesor y en algún momento inclinó
mi vocación por la Ingeniería.., y un
aplazo en marzo no haberlo logrado.
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