Personal de Y.P.F. se alejaba de nuestro Territorio.



El número 11 de El Austral-23 de mayo de 1959-  registra esta noticia detallando que: “Después de más de una década de trabajos dentro de los cuales se desarrollaron la más variadas tareas referentes a la Explotación del subsuelo en esta lejana Isla de nuestra Patria, en busca del ansiado Oro Negro, las cuales se vieron coronadas con el éxito al comprobar la existencia de una riquísima reserva de gas y petróleo, el personal de Y.P.F. se aleja”.

“Al entrar en la etapa actual o sea la Explotación de dichas riquezas ya la población de la zona disfruta de sus beneficios tal como el consumo de gas natural en sus hogares, Industrias y Comercios”.

“Este éxito se debe al esfuerzo mancomunado de hombres laboriosos, llegados de todas las latitudes y que unidos bajo la querida sigla de Y.P.F. hicieron posible el mismo, contando con elementos precarios y haciendo frente a las rigurosas inclemencias climatéricas de la región y sin miramientos de horarios, solamente con la satisfacción que da el deber cumplido”.

“Hoy los que se alejan llevan pese a todo el recuerdo de los momentos vividos en este rincón argentino, lamentando no poder ver el futuro venturoso que le depara el destino”.

A diez años del TF 1 la empresa estatal perforó 30 pozos de los cuales 12 eran exploratorios y 18 de desarrollo. Consiguiendo 15 productivos, ya sea de gas o petróleo; del resto 12 fueron secos y 3 abandonados por ser su producción insuficiente a nivel industrial.

En el marco de la denominada “batalla del petróleo” el gobierno contrata con la firma Tennessee Argentina S.A. la dirección y ejecución de los trabajos de exploración en un área de unos 14.000 kilómetros cuadrados; la firma norteamericana se asociará con Laughlin Porter para tareas de perforación. Cuenta para ello con cuatro equipos de perforación, dos dedicados al desarrollo y dos a la explotación, y su dinámica tarea comienza en la zona de Sara.

Las despobladas calles de Río Grande ven incrementado su parque automotor, la legislación aduanera permite la libre importación de vehículos al sur del paralelo 42, y a esto se suma el importante parque que traerá la firma contratista.

Sobre ese particular recuerda Raul Liscio, que luego de ser mecánico de aviación pasó a trabajar con los norteamericanos: “Ellos tenían vehículos de varias categorías: escarabajos para los supervisores para desplazamientos cortos, rápidos y ágiles; tenían Land Rover para desplazarse en el campo de petróleo y tenían otro tipo de camioneta aparte de los vehículos privados y ¡camiones de todo tipo!. Un Rollewing podía cargar equipamiento superpesado desinflando el rollo, porque no eran cubiertas, era un cilindro de goma que los desinflaba para que bajara la playa de carga, cargaban lo que tenían que cargar, inflaban las ruedas desde arriba y eran capaces de pasar ciénaga, barro, turba, lo que sea. ¡No lo paraba nada!”

El Padre José Zink, vecino a estos cambios desde la Misión Salesiana, ponderará la amistad crecida en el tiempo entre los petroleros y los religiosos:

“Los encargados de YPF, los ingenieros, eran casi siempre gente venida del norte y encontraban en la escuela algo que los alentaba. El campamento era muy cerca de la Misión y recuerdo que en aquella época venían los días de fiesta para las misas, para los cantos de los muchachos. Se solía cantar muy frecuentemente a dos voces. Cualquier acontecimiento, bendición de pozos, era una razón para venir a la Misión. YPF cooperaba mucho, al darnos hasta donde podían combustible. Aveces enviaban sus técnicos para hacer arreglos... ¡Cuántas veces nos proporcionaban caños! Los caños de acero para los pozos tienen una época de vencimiento y ya no se pueden usar más para eso, pero para otras cosas sirven. Siempre hubo esa relación de amistad y de mutua cooperación. ¡Nosotros le hablábamos de las cosas de Dios y ellos nos daban las cosas de Dios! ¡Que era lo que nosotros precisábamos!”

Con el tiempo el campamento consumiría agua de la Misión, y la escuela recibiría como contraprestación energía eléctrica.

Hubo quien no se fue  con YPF, y siguió con los norteamericanos, entre ellos Segundo López: “Yo me quedé porque cuando llegó Tennessee Argentina nos preguntaron si queríamos quedarnos, yo me quedé, con un compañero un tal Lezama, otro veterano el chileno Millán. Anduve mal con un compañero mío, con uno de los jefes. Había estudiado en National School por correspondencia y sabía mucho de motores, calderas, yo era de leer y le hachaba todo lo que ellos hacían mal. Un día me vine al pueblo a recorrer esos lugares donde dejaba mi sueldo, y me anduve durmiendo, por lo que mis compañeros que me tenían envidia, hablaron y terminaron por darme las cuentas”


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Claudio Bodyagian, antiguo poblador fueguino, a través de sus nítidas remembranzas nos lleva a aquella época de la explotación de petróleo en la isla. Bodyagian nació en París, y en el año 1958 llegó a Río Grande para trabajar en la empresa americana Loughing & Porter. Esta compañía llevaba el nombre de dos socios, era originaria de Texas, y se especializaba en perforaciones. YPF la había contratado, puesto que a partir de exploraciones previas, logró descubrir petróleo en la zona de la Estancia Sara y alrededores.

Así recordaba Bodyagian aquella etapa de su vida en el norte fueguino:

“La empresa Loughing vino a perforar los pozos de la Estancia Sara, porque eran los primeros yacimientos que tenían que desarrollar. Vinieron equipos de perforación vía Chile por barco. Creo que los trajeron de África, donde habían estado trabajando antes. Tomaron gente. Hubo un auge bastante importante en estos años: fines del ´58 y principios del ´59.

YPF estaba desde hacía bastante tiempo. Yo he hablado con gente que estuvo con YPF y me contaban que ya habían empezado a hacer exploración en la década del cuarenta y habían detectado este yacimiento de la Estancia Sara.

A mi me contratan para traducir los partes de operaciones que venían en inglés y que había que entregar a YPF en castellano. Ese fue el primer trabajo que yo hice. Al poco tiempo me colocan en la oficina de personal donde empecé a trabajar de ayudante y así fui escalando posiciones en esa empresa que estuvo acá diez años.

A principios del año 59 por el cambio de política, todas las áreas, no solamente las de Tierra del Fuego, sino también las de otros lugares del país, fueron entregadas en concesión a empresas privadas. Fue cuando cambió de gobierno y asumió Frondizi. Aquí le tocó venir a una empresa norteamericana que se hizo cargo de todas las áreas, de toda la Isla prácticamente, para explorar, explotar y desarrollar. YPF se retiró. Eso fue a principios del 59.

Como nuestra empresa (Loughing & Porter) era una empresa contratista y además norteamericana no hubo ningún inconveniente y seguimos trabajando para Tennesse Argentina S.A.: la filial argentina. Seguimos perforando para esta nueva empresa y terminamos de desarrollar los pozos de la Sara.

Tennesse vino a reemplazar a YPF. Era una empresa que tenía otra misión, además le convenía explotar lo más rápido posible porque, yo no conozco bien el contrato, tenían un contrato por veinticinco años. De manera que cuanto antes pudieran extraer el petróleo era mejor para ellos. El tiempo apremiaba. Entonces invirtieron mucha plata, empezaron a perforar muchos pozos, aumentaba la cantidad de equipos en actividad. Pero como la política cambia todo, esto duró hasta el año 65. Entonces cambió el signo político del gobierno y el nuevo gobierno, al poco de asumir en 1963, anuló esos contratos y le tocó anular esos contratos que tenía la Tennesse. Volvió YPF a tomar las áreas y nuestra empresa, que como dije antes era una empresa chica contratista, siguió perforando para YPF. Pero con menos intensidad”.

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Anónimo dijo...

VIENE DEL COMENTARIO ANTERIOR

Es interesante observar cómo se organizaban entonces los recursos humanos para llevar adelante la tarea de perforación, cuáles eran sus tareas específicas, sus funciones y jornadas laborales:

“La dotación del equipo de perforación por turno se compone por el jefe de turno y el maquinista que maneja la máquina que hace girar la mesa rotativa. Esta es la que arrastra al girar toda la columna de caños y en el fondo hay un trépano con dientes que al girar va taladrando la tierra. Después está el enganchador, que es la persona que sube al piso que está en la torre y cada vez que hay que agregar un caño, desengancha uno de los caños que está en la torre y lo engancha al otro caño que está en el pozo y ya ha terminado su recorrido. Además hay tres o cuatro personas que están en la boca del pozo que ajustan los caños con las llaves, que limpian, que enroscan el trépano, etc. El trépano tiene su vida útil: puede dar vueltas en un pozo diez o quince horas. Cuando el maquinista ve que no hay penetración, supone que el trépano está gastado, entonces se sacan todos los caños, uno a uno, se saca el trépano, se lo cambia por otro nuevo y se vuelve a bajar agregando nuevamente los caños. Es un trabajo de rutina. Nosotros trabajábamos por turnos de doce horas. Una vez que el equipo se arma para hacer un pozo, no para hasta que termina: veinticuatro horas por día, todos los días, no se puede parar hasta que el pozo quede terminado.

La profundidad de los pozos es la estimada por la empresa que quiere el pozo. Acá en Tierra del Fuego los pozos de la zona de la Sara andan en el orden de los 2.200 metros. Más al norte de la isla está alrededor de 1.600 a 1.800 metros, como en San Sebastián.

En la dotación del equipo están el electricista, el mecánico. Un equipo de perforación tiene mucho de eléctrico: motores, generador de energía, iluminación. El mecánico tiene que mantener la bomba, los motores. Además está el especialista en inyección, en lodo, que tiene agregar los aditivos que hacen falta. El aditivo tiene que tener ciertas propiedades: tiene que controlar la densidad, viscosidad, etc. Hay una serie de valores que se tiene que cuidar porque un lodo sin las propiedades adecuadas puede producir un desmoronamiento. Si se derrumba el pozo, se aprisiona toda la columna y hay que maniobrar para liberarlo. Después está el inspector de la empresa concesionaria, en este caso, YPF o Tennesse, que cuidaban sus pozos. Cuidaban que sus pozos se realicen de acuerdo a sus especificaciones. Hay que cuidar también el diámetro del pozo, que no tenga cavernas. El pozo tiene que ser cilíndrico” (Bou, María Luisa, Repetto, Élida: “A hacha, cuña y golpe. Recuerdos de pobladores de Río Grande”, Talleres Gráficos Recali S.A., 1995).-

En la página 579 del libro antes citado, una fotografía recuerda el Primer Pozo Petrolero de la zona de Río Grande. Se trata de un monumento que posee dos placas recordatorias. Lupa en mano, puede leerse en una de ellas: “Homenaje de la administración Comodoro Rivadavia de YPF al yacimiento Tierra del Fuego al cumplirse el XXX º aniversario del descubrimiento de hidrocarburos. Río Grande 17-06-1979”. Y en la otra: “Homenaje de la sub administración austral al personal que formó parte del equipo perforador del pozo T F 1. 1949 -17 de Junio -1979”.

Un abrazo Mingo,
Hernán (Bs. As.).-