Allí el antropólogo austríaco describe
el Cowhtóxen que podría interpretarse como una danza al servicio de la magia
del tiempo, pues esta actuación quiere hacer desaparecer la lluvia prolongada,
la niebla o la caída de la nieve.
El inspector –que así llama el
sacerdote a quien dirige la ceremonia- designa unos ocho muchachos jóves para
la representación de esta danza.
“Estos
se despojan de su vestimenta, y, alrededor de las sienes, se colocan a modo de diadema una gruesa corona de pasto
arrollado, a la que denominan as. Repetidamente se escucha del interior de la
Choza Grande un fuerte aullar que llega al campamento como un alargado y profundo
wa, wa,m mwa… No bien estos llamados
son reemplazados por el was was was
de acento estridente y excitado, repetido con rapidez, los ocupantes del
campamento lo reconocen cuál es la actuación planeada y se preparan
convenientemente”.
Gusinde incluye en su descripción
pentagramas de las melodías que forman parte del ritual, distinguiendo los
roles de los hombres y las mujeres; en uno de esos tramos dirá: “Las muchachas y mujeres se han acercado
rápidamente, provistos cada una de bolsas de cuero, cucharones, o recipientes
de hojalata, que llenan con agua. Muy cerca de los hombres, estas mujeres
forman un grupito irregular o un semicírculo. Con mucha alegría se ocupan ahora
de vaciar sobre las espaldas de los hombres el agua, mezclada con hielo y nieve,
contenida en los recipientes. Algunas personas apuntan directamente a la
cabeza; y, aunque esto no sea del agrtado del hombre, no tiene más remedio que
soportarlo.
Corre el 26 de mayo de 1923
Los rituales son descriptos
minuciosamente y al final, dirá Gusinde, sobre su regreso a la Choza grande: “los ajetreados intérpretes se ubican lo más
cómodamente que pueden junto al fuego, y se calientan bien todo el cuerpo.
Pronto quedan olvidados los estremecimientos producidos por los chubascos de
agua helada, y todos esperan confiados el éxito de sus esfuerzos”.
Esta danza tiene en vista la meta
especial de detener lo más pronto posible el mal tiempo, ante todo la prolongada
lluvia o nevada, que les resulta muy molesta para el desarrollo de sus
actividades de celebración del Klóketen, el rito de iniciación de los jóvenes
en hombres.
Las ilustración que precede este comentario está tomada de la edición de su libro sobre LOS INDIOS DE TIERRA DEL FUEGO; en tanto la foto -de su propiedad pero de una difusión posterior- muestra la real situación de los intervinientes en este ritual: las mujeres ya han adoptado indumentaria europea, y los hombres que se han desnudado seguramente también ya han dejado de usar plenamente su atuendos tradiconales. El dibujante a la vez tomó el conjunto desde otro ángulo. Aclaramos: el dibujante y el fotógrafo son la misma persona: Martín Gusinde.
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