Palabras de Graciela a Lita.(*)


 Una de las últimas cosas que dijo con claridad.... "El Río Grande que tanto queremos"... Y si. Acá donde luchó trabajó, peleó y puteó. Acá donde codo a codo con mi papi aprendieron a hacer pan y facturas y hasta masas finas (con los consejos de Doña Petrona y enfriando el hojaldre sobre el nicho de gas), masas que, según ella, se comían los amigos de mis hermanos “bandejas enteras!!”….

Acá, donde le dio pensión a los muchachos del Banco Nación en la vieja Panadería antes del incendio… Donde hicieron pastas en la Fábrica Los Picapiedras. Y donde a fuerza de laburo y manos solidarias nos levantamos de las cenizas cuando todo se nos quemó. Y a empezar de nuevo, a tejer sweaters en la automática para salir de la malaria… y a vender lotería, repuestos de moto Don Víctor para juntar un mango y sacar un préstamo para levantar todo de nuevo. Con la ayuda de aquellos vecinos de un Río Grande donde éramos muy pocos, y el empuje de quien no se da por vencido ni aún vencido.

La misma mujer que poco tiempo después, junto a sus amigas armaron unos viajes para chicos y chicas que nunca habían salido de Río Grande, “garroneando” hasta con zapatillas nuevas se los llevó, al Italpark y a Mendoza, a la casa de mi abuelita a conocer otros cielitos.

La misma que junto a las mujeres de muchos de las 1as comisiones del ACRG armaban bailes para juntar plata para los premios del GPH que recién nacía. La que vendía el Prode y le gustaba tirarse unas fichas en el Casino.

La que sintió como una hermana a su amiga Francisca, con la que se trataban de Ud. con el mismo cariño con el que se puteaban. La compañera de loba y canasta de tantas bellas mujeres, edificando con algunas, una amistad que se conservó intacta con el pasar de la vida. Sólo por cariño, nombro algunas que se fueron antes. Esther, Elena, Nena y Teresa, Tila y Nely. De las antiguas de corazones fuertes que siguen remando, Coquita, Chelita, Olinda, Feli. De las más jóvenes, las que compartieron sus últimos cumpleaños y le dieron la gran alegría de venir hace un mes…. las que compartieron hasta sus últimas canastas, (cuando a media jornada arrancaba a jugar a la loba como jugaba con aquellas viejas lindas)…. 

Así fue ella. Laburadora y divertida. Fuerte y emprendedora. Jodida y buena. El dolor de la ausencia de papá primero y de mi hermano después, la marcaron. La reventaron. Pero volvió a salir. Otra vez. Y siguió. Apoyada por tod@s quienes la queremos, se aferró al amor a su hijo Aldo, a sus niet@s y a sus hermanas y sobrin@s de acá y de allá y a mí. 
Y se aferró a Cantera… Donde te perseguía si no pagabas o te cagaba a pedos si entrabas sin saludar!!!…. 

Con el fruto de una vida de laburo familiar disfrutó de viajes y amig@s y familia. Siempre disfrutó de darle unos pesitos a sus niet@s y era muy feliz cuando le brindaban un rato de su compañía. En los últimos tiempos, hasta disfrutó de l@s amig@s de sus niet@s que amaban a esa abuelita que quería sentirse parte, aferrándose a la vida en las reuniones.

Disfrutaba del vinito con Fanta y el anisito en el café al que siempre le faltaría azúcar…... Y disfrutó del aire fresco de los últimos años: sus bisniet@s. 

Tuvo la fortuna de contar con el amor, el cariño y el respeto de muchísima gente con la que tuvo relación, aún aquellos que la vieron pelear por un papel o un trámite. 

Sintió siempre que Río Grande nos dio, nos quitó y nos dio… TODO. Y también, que le dimos todo y que ella le dejó mucho a su RÍO GRANDE adoptivo “AL QUE TANTO QUEREMOS”. 

Pero la vida va…Y así se fue apagando, la Señora de Donoso, Julia, Lita, la MAMÁ de los mellizos, mi MAMÁ. LA ABUELA. LA TÍA. LA AMIGA. Ella. La que hizo lo que pudo, hasta que pudo, para tenernos a todos bajo su ala, como gallina a sus pollos. La rompe cocos. La fuerte. La hacedora. La puro corazón. Se fue. 


Te quisimos y queremos. Te seguiremos queriendo por siempre. Gracias por tanto. Mamá.

(*)Se llamaba Julia Lima de Donoso la vecina que falleciera el 31 de agosto de 2016. Su hija Graciela Donoso de Cayre la recordó en el primer aniversario de su muerte. Palabras que creimos necesario rescatar.

La foto nos remonta al año 1997 cuando los mellizos Aldo y Victor cumplían cincuenta años, Graciela recién llegaba de Mendoza, y Víctor Jesús ya había fallecido.

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