Sangre misionera en Isla Dawson.



El conjunto de los integrantes del establecimiento se habían ausentado a Punta Arenas vista la proximidad de las fiestas patrias chilenas, habiendo quedado en el lugar el Padre Pistone y el Hno. Silvestro.

Corría el 7 de septiembre de 1899.

Los indígenas reducidos desaparecieron antes que llegaran un contingente extraño que más tarde fue identificado en las personas de El Capitán Antonio, Jacinto Mañasco, Miguel Vuelto, Francisco y José Esperanza, hijos del Capitán.

El pequeño José le presentó al sacerdote una piel de nutria que era la señal de ataque, Antonio y Jacinto lo tomaron por los brazos, mientras que Francisco intentó degollarlo con un gran cuchillo, logrando una gran herida que le dejó una cicatriz por la cara hasta el mentón.

Miguel intentó decapitar a Silvestro pero como este lo esquivó fue herido en un hombre, desplomándose y haciéndose el muerto.

Pistone corre hacia el bosque cercano y los indios lo persiguen, entonces Silvestro se levanta y desde la ventada de la vivienda cercana hace disparos con un rifle Gras, que hizo huir despavoridos a los atacantes.

Entre ambos se curaron sus heridas, y permanecieron atentos por si se repetía el ataque alacalufe.


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