LA CANDELARIA 1946.6



“Por los faldeos del parque Faustino Minici corrí siendo niño, jugando a las escondidas tras los misterios gozosos y dolorosos, respirando profundamente el aroma de las flores del verano y las hojas secas del otoño, saboreando ya no de tan chico… un asado en su reparo, lamentando la muerte de las garzas con la llegada del invierno en esa danza inmóvil que las arrojo en los senderos sombríos, a cada paso. Y siempre… después de la gruta… esa cruz que miraba con veneración, aun sin saber su historia”.

De esta manera finalizamos nuestro relato, con la presencia de las garzas a las que volvimos a ver a fines de este otoño revoloteando en el parque, y graznando a mi paso.
Al levantar vuelo sorprendimos sus sombras.
Era las denominadas Garzas brujas que según Ricardo Clark constituyen la única garza residente en toda la región; hay años en que se hace presencia la Garcita bueyera, de color blanco en contraposición de lo oscura que es la que fue observada por nosotros. Esta última es originaria de África, hay creencia que su presencia da la señal de un buen invierno.

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