1976: Frío y tembloroso.


Hoy desperté casi en el mismo lugar de aquella mañana del 24 de marzo.
Mi cama de hoy y mi cama de ayer están muy próximas. Una vigente, otra recordada.
Por entonces habitaba en mi pequeña casa en un esquinero de la misma que se había tabicado para construir un baño, que nunca se construyó. La pequeña habitación albergaba una cama de metal, y era fría, por lo que para esta época del año dormía cubierto con varias frazadas.
Ahora nuestro dormitorio matrimonial es el más grande de una casa que ha crecido en todo este tiempo, y donde había una pequeña ventana hoy hay una ventana amplia que da a la medianera pero deja filtrar luz, y donde estaba la cabecera de mi antigua cama un calefactor me permite dormir destapado.
Puesto en sentido contrario que en aquel entonces mis pies de hoy se enredarían en mis pies de ayer.
A la rutinaria hora de ir a trabajar, yo recién comenzaba mi labor docente, mi padre madrugador encontró en la radio la novedad de lo que había pasado: La presidenta había sido derrocada y la orden militar decía que había que quedarse en casa. Creo que yo grité mi descontento, aunque hubo ecos en la casa que decían que en la situación que se vivía ya no se podía seguir. Después aunque me dijeron que el desayuno estaba preparado, yo preferí no levantarme. Hoy lamento no haberlo hecho. De la misma manera que lamento que mis pies de hoy, no puedan tocar y abrigar a mis pies de ayer, que seguramente estarían fríos y temblorosos.

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