ALFIO BALDOVÍN -padre- EL HOMBRE POR SU OFICIO.



Va a ser un mes que Don Alfio terminó sus días en este Río Grande. La Tierra del Fuego fue para él el lugar para terminar de envejecer, para terminar de ascender y descender en la vida.

Estamos hablando de Alfio Baldovín, padre, padre de Alfio el fotógrafo que no acercó la imagen de la juventud lejana y cordobesa, y la sombra de su existir fueguino.

El programa de computación me desvía continuo Alfio a Alfil, como si lo suyo hubiese sido transitar por las diagonales de la vida. Y me pregunto ¿qué hago?, ¿lo incorporo a mi diccionario o admitimos la evidencia?.

Don Alfil había enviudado justo un mes antes. La partida de Sergia lo sumió en nuevos silencios.

La partida de su hijo homónimo, y de Alvaro que se hizo ushuaiense les dio un destino de sur. Y el sur ya pasó.

Durante sus primeros años de su residencia definitiva entre nosotros rondó la redacción de El sureño, donde su publicaban sus notas reflexivas sobre Los oficios del hombre.

Hemos guardado un buen número de ellas, pero en esta evocación desatamos el siguiente título:

EL CARTÓGRAFO.

A veces nos sentimos empequeñecidos hasta lo máximo. Escuchamos a diario hablar del microcosmos y del macrocosmos. En realidad del universo todo. Y, si nos ponemos a pensar vemos que nuestro planeta Tierra, es tan pequeños, que no es ni tan siquiera un punto en el infinito firmamento, quizá menos que eso, tal vez sea casi innecesario decirlo que es casi nada, y digo casi, porque si en realidad existe es porque algo es.¿No es así? ¿Y bien, si la tierra es tan pequeña, qué queda para el hombre entonces, que es otro punto en el planeta?

Pero no debemos sentirnos abatidos. Al fin y al cabo aquí estamos y estaremos por mucho tiempo. Y es ahí donde el hombre se yergue y considera a su punto Tierra como lo más hermoso y bello. Esa es la vida, la visión que tenemos de la vida. Por eso el hombre está de pie. Y aquí aparece el dibujante de mapas y de cartas, el CARTÓGRAFO.

El no es el que diseña, ni inventa, ni crea una ilusión, todo lo contrario, es el que trata con toda severidad y agudeza de hacernos conocer todos los espacios posibles. Tierras enteras en sus dibujos con sus costas y costas con sus salientes y entradas, con sus cabos y sus golfos. Todo cae bajo la pluma de un CARTÓGRAFO. Ríos, arroyos, altos peñascos y grandes depresiones. Todo.

Siempre hubo CARTÓGRAFOS, que a la postre son el brazo derecho del geógrafo, que es quien estudia y trata la descripción de la tierra. Es hermoso saber dónde estamos y porqué. Pero lo primero es conocer nuestro hábitat. Nuestro sitio y entonces comenzaremos a entendernos mejor y a amar a nuestra Tierra y todo lo que ella encierra.

Creo que aún no se habían acallado las voces del triunfo por el descubrimiento de América, cuando ya se sintió la necesidad de saber qué era esto y dónde estaba rodeada de tanta agua. Decía que si bien pronto gritaron Tierra de una de las naves de Colón, ya empezaron los CARTÓGRAFOS a tener protagonismo. Verán que a renglón seguido de Colón llegaron muchos navegantes más, curiosos navegantes, hasta un Américo Vespucio quien comenzó sus primeras cartas, tanto que en el año 1507 el alemán Martín Waldsemiller publicó un mapa y le puso a éste el nombre de América en homenaje al navegante. Y aquí estamos, aquí vivimos. Hoy, la tarea del CARTÓGRAFO se verá favorecida por las impresionantes fotografías que los aviones y satélites espaciales a tal fin envían, ya que dibujan cuadrantes tras cuadrantes con exactitud. Y el CARTÓGRAFO, muy agradecido, ya que en sus comienzos fueron, por así decirlo, las cosas por él vistas, con brújulas y sextantes y su riesgo, que tuvo que tuvo que elaborarun mapa con toda fidelidad. Hoy tampoco existen los límites para el CARTÓGRAFO. Vemos a menudo con satisfacción que los medios nos comunican la belleza de tal o cual lugar, e inmediatamente nos trasladamos ahí in mente, pero se´ra mejor ubicarlo desde un mapa y andar sin fronteras y meternos dentro de ellos. Un CARTÓGRAFO NOS HA AYUDADO. Él ha hecho de estas región una carta geográfica. Y aquí radica su valor, el de hacernos conocer más que donde los odiados límites nos encasillan entre paralelos y latitudes, meridianos y longitudes con sus inagotables números. El hombre quiere saber cómo es la parte donde está en este planeta Tierra. Y ahí recurrimos al CARTÓGRAFO.

Y cuando nos hablan de viajes y guerras galácticas, recién entonces nos miramos las palmas de las manos y empezamos a conocer los surcos que en ellas corren. Tal vez necesitaremos ahí de un CARTÓGRAFO, para que nos encamine, y alargue en su dibujo la línea de la VIDA.

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