El Gobernador del Estrecho recuerda al
soberano la empresa inconclusa de poblar y fortificar Magallanes, y como el
infortunio acompañó sus regreso donde fue capturado por corsarios ingleses,
apresado en Londres, y luego de regreso por los hugonotes franceses los que
pidieron un rescate que la corona pagó con dinero que tenía pendientes de
cobrar Sarmiento.
Pero esta circunstancia de su recobrada
libertad no venía a dar solución a los que quedaron esperando en las australes
comarcas. Socorro que se había solicitado en dos oportunidades con antelación
por intermedio de Juan de Herrera y Juan Ruiz de Velazco, y si bien se había
tomado conocimiento por funcionarios del escorial que el rey Felipe había dado
su consentimiento para ese socorro, el mismo se había demorado.
En un párrafo de su comunicación Sarmiento
dirá: Por esto suplica a Vuestra Majestad por la sangre de nuestro señor
Jesucristo, se acuerde de aquellos sus tan leales y constantes vasallos, que
por servir a Vuestra Majestad quisieron quedar en regiones tan remotas
(espantables a todos los que se volvieron huyendo) confiados de la misericordia
de Dios y de Vuestra Majestad, que lo mandaría a visitar y recorrer, como Pedro
Sarmiento, en el real nombre de Vuestra Majestad se lo prometió.
Sarmiento de Gamboa estaba implorando al
soberano un socorro que nunca se cumplimentará, y allá seguirá en el sur por
breve y doloroso tiempo, el Real Felipe que en su triste destino será identificado
como Puerto Hambre, por la terrible muerte de sus ocupantes
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