Los sucesos de Semana Santa de 1995 tuvieron su correlato en el juicio que se le siguió a Oscar Martínez, el dirigente metalúrgico aparecía como el gran responsable de desbordes que habrían motivado la represión, y por ende la muerte de Víctor Choque.
De este volante que argumentaba en su defensa ya hemos hecho una entrega. Preparémonos para la siguiente.
12 de abril. La indignación se desplegaba junto con el
nuevo día.
Se realiza una concentración frente a la Gobernación. La
bronca explota a cada minuto. Algunos reclaman la renuncia del gobierno otros
reclaman la libertad de los detenidos.
Marcelo Sosa (UOM Ushuaia) trata de apaciguar a los
manifestantes, pero estos interrumpen su discurso y reclaman que hable
Martínez.
Este, inicia el discurso cuestionando a lo actuado por el
gobierno y a la policía; desde la concurrencia reclaman nuevamente la
liberación de los presos.
Martínez afirma que van a arrancar a los detenidos de las
garras de la policía y es aclamado por los asistentes. Estos, reclaman marchar
de inmediato a la Jefatura para concretar esa exigencia. Una vez allí, una
legisladora se ofrece como mediadora para verificar si existen presos. Algunas
piedras son arrojadas hacia el edificio, muchos consideraron que se trataba de
provocadores policiales infiltrados entre los manifestantes.
Los uniformados no desaprovecharon la oportunidad y
salieron de inmediato y masivamente a descargar toda su furia sobre los
obreros.
Ahora, además de balas de goma y gases lacrimógenos,
dispararon balas de plomo.
Las calles de Ushuaia se asemejaban a una ciudad ocupada
por tropas extranjeras que no tenían ningún escrúpulo en invadir viviendas
particulares, golpear a quien se le cruzaba en el camino, parapetarse en el
famoso colectivo naranja para transitar generando el pánico entre la población
disparando a diestra y siniestra.
Esa tarde, muere Víctor Choque, se producen al menos 27
heridos, algunos de ellos quedarán con diversos grados de discapacidad.
El gobernador Estabillo se justifica planteando la
supuesta existencia de infiltrados. El ministro Baschera renuncia y nunca, ni
siquiera, fue llamado a testificar en la causa judicial por la salvaje
represión desatada. (Aquel inculpado dirigente, hoy diputado nacional).
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