Este es un libro que no tiene prólogo ni
epílogo.
En realidad se puede considerar epitafio el
primer escrito titulado Algunas verdades sobre Rosario Ranquel. ¿Y quién es RR?
(Tengo cierto miedo en pronunciar el nombre de un fantasma). Es el gaucho
tuerto, argentino él, del cual se tomaron los relatos y dibujos que antes de
dar forma a este libro dieron vida al blog del mismo nombre.
Y de aquí a la tapa, ilustración que no
corresponde a ningún relato interior, pero que si es sustancial en el espacio
virtual en el cual esta publicación se
incubó.
Y el libro tiene un epitafio, que marca la
muerte de sus autores, situación que creo encierra una trampa.., porque si ello
se mueren no habrá continuidad en este proyecto que creo recién empieza a
nacer.
Pero por las dudas, por si la guadaña viene y
pronto, sabemos que los creadores de esta publicación singular se han
dispersado, y uno vive en La Plata, el otro en Río Grande, y el tercero a mitad
de camino: en Gaiman, como los dueños de la fórmula de la Coca Cola nunca deben subir juntos a un avión.
Aunque no se levante ninguna bandera, como lo
exigiría una mítica producción cinematográfica, es un libro argentino; no solo
por la impronta editorial –del estado fueguino argentino- sino porque sus
personajes son de nuestra nacionalidad, aunque en su origen algunos de ellos
tengan cierta impronta europea.
Temporalmente se ubican en la primera mitad
del siglo XX, o tal vez un poquito antes, cuando se vive en la Isla Grande la
gran aventura de la colonización.
Y por ello es un libro de aventuras. Los
personajes no encuentran el mentado refugio fueguino, por el contrario están
continuamente en fuga.
Tal vez escape a este encuadramiento la
historieta Entrelazados; donde el universo descriptivo es coetáneo del tiempo de formación escolar
de Federico, el letrista mayor de esta zaga. Pero esta referencia nos lleva al
privilegiado lugar que el misterio tiene en varias composiciones de este libro:
en el dibujo. El extraño caso de la habitación 102 y Una visión celestial, en
el cuento Osvaldo Montoro y su circo patagónico.
La diagramación no deja saber cuál de los
dibujos es de Omar y cual de Germán; pero todos los capítulos, dibujados o
redactados, desnudan la esencia narrativa de Federico.
Algunos de ellos se extienden y tienen
verosimilitud: uno no duda que podría haber sido así. Como el caso de El
chancho colorado –donde la situación histórica del peso se encuentra demorada
en el tiempo- y donde se cumple aquello del asesino que toma el nombre de la
víctima; o en Rancho hambre, una relación cruel, sobre una experiencia
terrible, que ha dado lugar a interpretaciones siempre antojadizas.
El libro es un obra masculina, las hembras de
este relato aparecen siempre en un
segundo plano, al que se vieron resignadas en el proceso colonizador y la
experiencia preexistente, y la soledad domina el contexto global de El origen
del viento, con la pesada carga de los personajes los que aparecen con
múltiples carencias, entre ellas las de una familia.
¿Hay final feliz en estas aventuras?
¿Cuál es el origen del viento?
¿Cómo se llama el gallo de riña que aparece en
estas historias de manera reiterada?
No todas las respuestas están cercanas al
lector de primera mano, lector que tal vez no sea un niño sino un adolescente
un tanto crecidito y al que su pasaje por esta obra –seguramente- le ayudará a madurar
un poco más.
1 comentario:
muchas gracias, maestro!..y si, tiene razon..cuando nos juntamos los tres autores somos como dinamita...podemos fundir una licoreria
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