Doña Ernestina García de García Borges. La primera mujer educadora de Río Grande.

NUESTRA ENTREVISTA DE HOY: Doña Ernestina García de García Borges. La primera mujer educadora de Río Grande. Por Héctor Van Aken.

La Ciudad Nueva. Año 1. Número 1. 6 de abril de 1973.


Recuerdo que siendo muy niño, incursioné en la primera escuelita de Río Grande y quedaron grabados en mi memoria aquella casita a dos aguas y de dos ambientes donde funcionaba, y la imagen propia del educador Don Telmo Suárez que enseñaba a una concurrencia fundadora de 7 u 8 alumnos, sentados en cajones vacíos de gasolina y con un pizarrón de madera, pintado de negro.

Le sucedió Doña Enriqueta García de García Borges, siendo la primera mujer educadora que tuvo Río Grande. Los dos hicieron historia y sus nombres se mantendrán indelebles a través de las generaciones que pasen por las aulas de la escuela 2, de esta ciudad fueguina y austral.

Del Sr. Suárez no se tuvieron más noticias. De D. Enriqueta si. Hacía mucho que deseábamos verla. Procuraba ubicarla con la colaboración de mi mamá. No nos fue fácil. Un día supimos que pasaba temporadas en compañía de sus hijos: Carlos radicado en Bariloche, y Enrique, en Carmen de Patagones, y que solía viajar a Buenos Aires. Hasta que un día tuvimos la suerte de oír su voz a través del teléfono. Pasé un tiempo hasta que supimos su dirección y el 20 de diciembre anterior, acompañado por mi hijo la visité  en su domicilio de Olivos. ¡Qué sorpresa!: Estaba rodeada del afecto de su señora hermana, de un nieto y otros familiares. Fue un encuentro emotivo. Llevábamos un grabador y sus primeras palabras fueron:

-Llegué a la Tierra del Fuego en 1911. No podía decirte muchas cosas porque estoy muy emocionada de verte. Recuerdo todo aquello con mucho cariño y todos aquellos chicos me parecían hijos míos. Eres el primero que veo personalmente, y ahora, por correspondencia, he recibido noticias de Francisco Santomé y de Francisco (Pachi) Bilbao, entre los chicos que recuerdo porque eran las mayorcitos entonces. Época difícil. Recién llegada, maestra nueva, me encontré que la escuela no existía, para la que me habían nombrado, pero yo me arreglé en una casa que me proporcionó el Sr. Miguel Susic y allí colocamos unos bancos y el pizarrón…, mientras se construía la escuela nueva.

-Doña Enriqueta, ¿Cómo estaba constituida su familia?
-Bueno, yo venía de Ushuaia en compañía de Higinio, mi esposo, que pertenecía al Ministerio de Agricultura y de mis hijos Julio y Carlos.

-¿Conoció al Sr. Suárez?
-Si, lo conocí muy bien… Lo traté durante pocos días porque viajaba a La Pampa, creo.

-¿Cuándo dejó Tierra del Fuego, cuáles fueron sus destinos?
-Después de esa permanencia de cinco años en Río Grande, fue a la isla Martín García. Allí tuve la gran oportunidad de conocer al Presidente de la República, Dr. Hipólito Irigoyen, que me proporcionó mucha ayuda para la escuela. Nos veíamos con mucha frecuencia. Siempre le estuve muy agradecida. Estaba con una hermana, con la que yo me trataba.

Muy interesante lo que me cuenta porque precisamente el Presidente Irigoyen fue quién firmó el decreto de fundación del pueblo de Río Grande el 11 de julio de 1921.

-¿Después de Martín García dónde ejerció?
-Con mucha pena dejé Río Grande cuando me nombraron directora de la Escuela Nro 1 de Martín García. Desde esta isla, y luego de algunos años de servicios patagónicos me trasladaron a Inspección General (seis años) y luego de Inspección General fui designada maestra secretaria en General Roca, donde me jubilé.

--¿Recuerda la cantidad de alumnos, en total, que tenía la Escuela de Río Grande?
-Entre niñas y varones debían ser 34.

-¿Y la de Martín García?
-En la escuela de Martín García teníamos un profesor, un profesor de música y 48 alumnos. Muy linda escuela, muy bien instalada. No nos faltaba nada y siempre contábamos con la ayuda de la población. Me sentí muy cómoda. Tuve chicos muy buenos.

-¿Doña Enriqueta, cuáles fueron sus inquietudes y en que medida las vio convertidas en realidad?
-Y deseaba ver una escuela propia en Río Grande, y como no teníamos recursos recurrimos a los vecinos que fueron muy generosos. Se formó una Comisión-Pro Escuela integrda por tu papá y los señores Bilbao, Scott y Chapresto. Recuerdo también especialmente a Don Alejandro Menéndez que nos visitaba con mucha frecuencia y nos ayudaba muchísimo, de quien no me olvidaré nunca. Nos daba todo lo que necesitábamos… luz, calefacción, carne, que recibíamos a diario, y juegos para niños.

-A poco de naufragar el “Monte Cervantes”, en la bahía de Ushuaia, llegó a la escuela un salvavidas de ese buque y siempre estuve intrigado por saber que Transporte Nacional lo había traído..
-A mí también me tenía intrigada; sabíamos que era del Monte Cervantes, las comunicaciones marítimas con Ushuaia casi no existían. Solamente a caballo se podía ir en seis días, por una huella angostita, y entre las montañas.

Bueno, estamos los dos muy emocionados. Usted fue mi primera maestra y para cualquiera significa mucho, y es motivo de gran emoción. Por eso es muy difícil hilvanar preguntas en tan poo tiempo. Dejamos para otra oportunidad, si Dios quiere, las nuevas que se puedan hacer. La única que me resta pedirle a la Sra. Enriqueta García de García Borges es un saludo para el pueblo fueguino:
-Muchas gracias. Ese saludo lo hice muchas veces y porque, como lo he repetido, les quise muchísimo y me desviví por ellos.

Realmente trabajó con un placer increíble.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Gracias por compartir este artículo, en el cual se cuenta sobre historia fueguina al tiempo que se conservan vivencias y experiencias personales. Había leído en la publicación “El Periodismo en Tierra del Fuego” de Arnoldo Canclini sobre La Ciudad Nueva, pero nunca me imaginé que estaría a mi alcance poder leer un artículo de ese periódico, ni ver su portada original, lo cual es muy interesante desde el punto de vista periodístico y gráfico. De aquel libro de Canclini quisiera sumar estas líneas sobre La Ciudad Nueva:

“El alma del periódico era Leonor María Piñero, que llegó a ser una de las figuras más prestigiosas de la cultura provincial. Fue una personalidad muy reconocida como voz del norte fueguino, y creemos que lo mejor es reproducir la imagen que nos transmite una comunicación de su colega Gutierrez:

‘Leonor Piñero era una mujer de múltiples proyectos (...). Sobre el mostrador de su quisco, situado frente a la guardia del hospital, tenía una máquina de escribir y un block de hojas en borrador en el que iba escribiendo las columnas de “Ciudad Nueva” entre cliente y cliente. Muchas veces eran estos visitantes los que le proporcionaban las informaciones de lo que iba pasando, sosteniendo de esa manera el boca en boca del viejo Río Grande (...). Ocupaba mucho de su tiempo en la distribución del diario, a veces en un Citröen color naranja, pero la mayoría de las veces caminando de casa en casa de los suscriptores. Otros recibían el periódico por correo’.

Agreguemos que pertenecía a una antigua familia local y que su trayectoria fue declarada de interés provincial “al cumplir cincuenta años narrando el quehacer y las vivencias del habitante de Tierra del Fuego y la Patagonia”. También fue corresponsal de los grandes diarios porteños y autora de varios libros en prosa y poesía. La salida del periódico era esporádica” (El Periodismo en Tierra del Fuego, A. Canclini).-

Doña Enriqueta menciona en la entrevista al Sr. Miguel Susic, quien le prestara ayuda en aquellos primeros tiempos en Río Grande. En el libro “A hacha, cuña y golpe”, entre los recuerdos de Emilia Susic de Bonifetti, encontramos referencias a su padre, el Sr. Miguel Susic: “Mi padre llegó a Tierra del Fuego en el año 1905 (...). Se inició como cocinero en el comedor general de la estancia Sara Braun, luego fue esquilador, prensero, alambrador y mil otras cosas en esa estancia (...). Mi papá era muy suave de carácter (...) y muy buena gente ... Era el oro, medía un metro ochenta y ocho de alto y flaco (...). Era muy payado, muy alegre. Siempre era la alegría de las fiestas, lo detonante era el viejo Susic ... Porque saltaba, bailaba, jorobaba, inventaba”.

Un saludo Mingo!
Hernán (Buenos Aires).

Anónimo dijo...

Hola Mingo!

Buscando en las páginas del libro “A hacha, cuña y golpe” otros datos relacionados a este artículo, encuentro una referencia brindada por un alumno del maestro Telmo Suárez, referido como el antecesor de Doña Enriqueta García de García Borges (primer maestro y primera maestra).

Aquel alumno es Antonio Kovasic. Más abajo transcribo un fragmento de una entrevista con él que, si bien se publica en el libro antes mencionado, corresponde originalmente a tu trabajo realizado en “De por acá”, en Impactos (Octubre 1992. Punta Arenas. Chile). Me pareció interesante agregarlo porque relata el contexto de la época, ya que al parecer Antonio Kovasic habría llegado a Río Grande antes de que llegara aquel primer maestro, al menos esto parecería desprenderse de sus dichos. De ahí que el lector podría inferir cómo era un poco la vida entonces:

Recordando a Antonio Kovasic (De Gutiérrez, Domingo. “De por acá” en Impactos. Octubre 1992. Punta Arenas. Chile): “Yo nací en Porvenir, Tierra del Fuego, en 1911, el 13 de noviembre. Me crié un tiempo en Punta Arenas, en la escuela fiscal y después me fui al convento de Don Bosco, ahí estuve cuatro años (...). El año 23 ya andaba por acá (...). Un tío me trajo a Río Grande y en el hotel teníamos una herramientas para hacer unas banquetas (...). El hotel de mi tío - actualmente Argentino - se llamaba Miraflores (...). En esos tiempos yo era muchachito (...) me gustaban los caballitos ¡Cómo el tío tenía! Me gustaban los perritos, cosas de chicos, buscar huevos de caiquenes, de gaviotas, pasaba el tiempo, escuela no había, ni proyecto de hacer una, no había chicos. El tío me trajo. Se llamaba Mariano Kovasic.

Telmo Suárez llegó a Río Grande y estaba con mi tío, era muy conocido como maestro de escuela (...). Él fue el primer maestro, yo estuve como un año en la escuela para repasar. Si sólo se podía hacer hasta cuarto (...), me mandó Mariano ...”.

Un saludo Mingo,
Hernán (Buenos Aires).-