Miguel Núñez Cortés: Embarcados en el Estrecho de Magallanes

Damos continuidad con este artículo a otro del mismo autor que nos llevó a recordar aquella construcción del Gasoducto General San Martín. www.metrogas.com.ar


 Ya había culminado mi trabajo del estudio de la traza terrestre del gasoducto que uniría el entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego conla Provinciade Santa Cruz. El mismo partiría de las instalaciones de YPF en San Sebastián, llegaría hasta el Cabo Espíritu Santo en Tierra del Fuego y, luego de cruzar el Estrecho de Magallanes, uniría Cabo Vírgenes con las instalaciones de Gas del Estado en El Cóndor. Mientras en los dos tramos terrestres el caño sería de30 pulgadasde diámetro, en la marina, apoyado en el fondo del Estrecho, tendría24 pulgadasy una longitud de aproximadamente37 kilómetros.
Por lo tanto, faltaba aún estudiar el Estrecho de Magallanes, información especialmente necesaria para conocer la totalidad de las variables a las que debería ajustarse una obra de tal envergadura. La ejecución de dichos estudios fue solicitada por Gas del Estado al Servicio de Hidrografía Naval, el cual puso a disposición el buque A.R.A. GOYENA y su tripulación especializada. Propulsado por dos motores diesel de 1170 HP cada uno, gracias a los cuales podía alcanzar una velocidad máxima de 12 nudos, el navío tenía unos58 metrosde eslora y estaba tripulado por 60 hombres.

Unos días antes de que embarcaran, nos reunimos en Ushuaia con los Inspectores designados por  Gas del Estado. La responsabilidad recayó sobre el ingeniero Hernán Chiterer y  otro profesional universitario, ambos dela Gerenciade Estudios, Proyectos y Obras (GEPO). En esa reunión se les pidió a los citados representantes técnicos que transmitieran al Capitán del A.R.A. Goyena las coordenadas geográficas de inicio y final del recorrido, es decir los puntos terrestres donde ingresaría y emergería la cañería submarina, ya fijados con anterioridad.

Una vez a bordo, a mis dos compañeros les asignaron un camarote debajo de la línea de flotación, junto a la sala de máquinas. Las paredes del mismo, en contacto con la sala de máquinas, vibraban las 24 horas del día. Imposible dormir y difícil alimentarse en un barco que sufría ráfagas de viento que llegaban hasta los 120 km/hora y olas de7 metrosde altura. Lo habitual en esas latitudes oceánicas.
Ubicado el A.R.A. Goyena en el Estrecho de Magallanes, comenzaron los estudios y las prácticas para poder entregarle a Gas del Estado los datos meteorológicos y mareológicos, composición geológica del suelo marino, perfil topográfico del fondo, gráficos de oleaje y corrientes del mar magallánico. En nuestra Base de Operaciones de El Cóndor, diariamente recibíamos noticias (algunas alarmantes, otras alentadoras) que luego se retransmitían a Buenos Aires por el sistema de comunicaciones de micro ondas de Gas del Estado. La tarea duró 15 días, tiempo necesario para poder culminar el programa pactado.

El día del arribo del A.R.A. Goyena a Río Gallegos, fui a esperar a mis jóvenes compañeros al muelle. En sus rostros, demacrados y delgados, se observaban los rastros de dos semanas de gran sacrificio en cumplimiento del trabajo que les fuera asignado; Con todo el material volamos juntos a Buenos Aires. Se empezaba a preparar el Pliego de Bases y Condiciones para la construcción de un desafío histórico para la ingeniería mundial.

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