Conversaciones con Ramón García.4 "Acá se ganaba plata, porque se ganaba bien y no había donde gastarla".

El viernes 30 visitamos a Juan Ramón García en su casa paterna, fuimos a desayunar y como ocurre en este tiempo llegamos de noche.


Compañeros en el secundario recordamos muchas cosas, las fotos ayudaron a recuperar esa memoria.

Sobre la mesa se desparramaban álbumes de distintas formas y tamaños. Nos inclinamos hacia aquel que reunía fotos en blanco y negro, fotos de España.

Estábamos andando otras vez sobre la memoria fresca de Ramón.

Al rato llegó un sobrino con su hijo. Ahí nomás la hermana -Carmen- que vive al frente. De pronto las risas ocupaban el despertar. La casa nos abrigaba.

Ramón tenía recuerdos de esa casa, y se los confió en su momento a su nieta Silvana Andrea Zapata García:



En el 61 me fui enfermo a Buenos Aires. Tenía la casa hecha hasta la cadena nada más, las paredes hasta la cadena, y de tanto mirar, y de tanto malos tratos, me enfermé. Me enfermé de los nervios. Estuve un mes con las piernas para arriba para que el estómago se… Tenía el estómago caído, estaba flaco. Estuve cerca de un mes. Pero fui a un curandero y me arregló el estómago. Y ya me compuse enseguida.
Tardé mucho en hacer la casa. Yo tenía hasta los marcos de las puertas y me los robaron, me los arrancaron, me los llevaron. Después trabajé y me pagaban el día, pero eso fue después. Pero eso fue después, con mi suegro. Después que trabajaba un camión yo y un camión él. Primero decía que me pagaba por dos o tres peones, por andar con el camión, pero después los sueldos iban aumentando y a mí se me iba achicando. Hasta que quedamos casi iguales. Una vez se fue a Buenos Aires, con la Carmen y dejó el camión. Tenía unos camiones. Uno se lo dejó a otro y el otro me lo dejaba a mí. Y nos anduvimos peleando los dos. Porque yo soy de la casa y en vez de dejarme a mí al mando, lo dejó a otro. Entonces cuando volvió otra vez a Buenos Aires le dije que le dejé los camiones al otro porque yo así no trabajaba con los camiones, porque yo (no) tenía que ser maltratado por nadie. Si se los dejaba al otro que se lo deje al otro también a otros, viste. Entonces ahí me dijo que me lo iba a dar a trabajar a medias, así que después seguí trabajando con él. Él fue muchas veces a Buenos Aires. No teníamos ratos libres, no nos alcanzaba el tiempo. Cuántas veces dejaba un peón porque me daba lástima; y lo dejaba y agarraba el camión y me iba solo. El abuelo no me dejaba ni siquiera escuchar radio. Ni siquiera podía escuchar los partidos de fútbol. Los domingos iba donde Casiola, a escuchar los partidos de fútbol. Primero iba a lo de Fernández, el gallego, que vivía ahí arriba, y después donde Casiola.
Así que después trabajé el camión a medias, después cuando murió trabajé el otro. Los dos. Pero casi nunca trabajaba con los dos camiones, con uno (o) el otro alcanzaba.
Esta casa la terminé cuando tu madre trabajó acá abajo, en la Ford -Ramón le habla a Silvana de Carmen García Torres- Una vez me dio esta sorpresa. Resulta que tuvieron que disminuir el personal, y ella no estaba, ella no sé cuánto tiempo tenía trabajado ahí. Tuvieron que disminuir el personal y a ella también le tocó, y le tuvieron que pagarle lo que, porque como era menor, una plata se la dejaban en depósito, no sé cómo era el asunto, un porcentaje. Entonces cuando fue que la suspendieron tuvieron que darle todo lo que le estaban pagando menos desde que trabajaba y me llegó acá…  -¿Cuánto necesita para terminar la casa papá? ¿Con esto la termina? –me decía con un atado de billetes, con el que me daba así por las narices. -¿De dónde sacaste eso?- yo me asusté y resulta que era que le habían pagado. Tenía esa plata y otro tanto en un cheque. Así que la mitad hice que la pusiera en el banco a nombre de ella, y con lo otro yo terminé la casa. Vinimos a meternos bajo un techo. Todos los que vinimos, vinimos con la ilusión de hacer su casita propia. Primero hice mis ladrillos, hasta para las divisiones… después pedimos con mi cuñado el cemento que nadie quería porque no era fresco y así pichuleando hice mi casita, de a poco.
La gente era buena toda. Era mejor que ahora porque era de acá, gente conocida, éramos como una familia todos. Podía estar alguien adentro de mi patio que todos lo veían, y lo sacaban corriendo.
En España también, uno dormía con la puerta abierta. Pero en todos lados es igual, en España o acá, hay buenos y hay malos.


Acá nosotros siempre nos entreteníamos. Hacíamos redes nosotros para pescar, para usar nosotros. Pasábamos en el invierno cosiendo. A mí me dolía la espalda siempre ; tejiendo  con una aguja, aguja de tejer. Nosotros hacíamos de todo. El único entretenimiento que había era el cine, donde fuimos pocas veces, hacíamos el  12 de octubre, hacíamos una fiesta. los españoles nos juntábamos y hacíamos desfiles de carrozas, nos disfrazábamos. Hacíamos cosas lindas. No había televisión ni nada, pero acá se ganaba plata, porque se ganaba bien y no había donde gastarla.


*En la foto; españoles de fiesta.

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