El Diputado Agustín Gómez García, deja
registrado en el diario EL MERCURIO, impresiones de un viaje a Magallanes, en la edición del 15 de abril de 1914.
Campos libres de la Patagonia argentina. — Comparaciones
desalentadoras. — Porvenir de aquellos territorios. — Los ferrocarriles
internacionales.
Publicamos hoy la quinta de las informaciones que
hemos venido vertiendo sobre los problemas que afectan al Territorio de
Magallanes, según las declaraciones del diputado por Santiago, señor Gómez García.
En esta entrevista el diputado por Santiago se
ocupó en el desalentador abandono en que han permanecido nuestras riquísimas
tierras del sur a causa de la política centralizadora de nuestros gobiernos de
los últimos tiempos, estableciendo un parangón con lo que pasa en las mismas
regiones del otro lado de la línea limítrofe que separa a Chile de la
Argentina.
«Estos territorios, nos dijo el señor Gómez
García, ya contiguos a Magallanes o limítrofes a la Patagonia occidental
chilena, están libres de todo derecho aduanero y gozan de franquicias y de
servicios públicos de todo género, por cuya suprema razón es preciso contemplar
el régimen tributario de Magallanes en relación con los territorios libres de
la Patagonia oriental argentina.
«En Chile, fuera del radio central del país, la
administración y su organismo centralizador no entienden más allá sus brazos
protectores, notándose, al contrario, un olvido completo por el progreso y
tuición de las regiones apartadas.
«Este mal general, que no es un prejuicio
antojadizo, se convierte en una calamidad publica si se trata del Territorio de
Magallanes.
«Mientras los Poderes Públicos de la Argentina
conocen, estudian y trabajan por civilizar y poblar los desiertos y arenales
del Chubut y Santa Cruz, aquí en Chile no conocemos, no estudiamos ni
trabajamos por impulsar el progreso austral del territorio de la Patagonia
occidental chilena.
«Mientras en el Atlántico argentino se vigila, se
propaga la semilla civilizadora y se abren nuevos campos a los cultivos agropecuarios,
ayudados y privilegiados por las múltiples autoridades argentinas, que cuentan
con renta soberbia, con automóviles y estipendios especiales para desarrollar e
inspeccionar el progreso de la Patagonia oriental, aquí en Chile, desde el
grado 42 al 55, existe un solo gobernador, el de Magallanes, con un sueldo
escaso, sin viático, sin un carricoche, sin una sola renta especial para
conocer y propagar la civilización en la Patagonia occidental.
«Allí existe cabeza suprema que ordena el ensanche
de la riqueza territorial, colmando de privilegios y comodidades a sus
numerosos empleados; aquí no se conoce ni se ha conocido un espíritu superior
que haya pasado por el Gobierno y que haya pedido cinco centavos para
inspeccionar y poblar nuestros campos baldíos.
«Allá hay exploradores, ingenieros, geólogos y
geógrafos que, carta en mano, recorren las pampas, las cordilleras y las
pre-cordilleras andinas; aquí no hay noción de aquellos campos y nuestros mapas
consignan solamente, para vergüenza nuestra, un blanco en cuyo centro se lee
con letras mayúsculas de cinco centímetros cada una, esta infame declaración:
«inexplorado».
Se comprende así fácilmente que allá hay Ministros
y aquí fósiles cuaternarios o niños de colegio a quienes se les da una cartera,
como los juguetes de Juan y Margot en la poesía del vate mejicano.
Allá hay Ministros que han encanecido en el
servicio público, que tienen preparación para encausar el porvenir de su País,
conocimiento personal del suelo patrio; aquí, en los últimos tiempos, van a los
gabinetes, generalmente, los más tiernos y los más ductibles a las ambiciones
de los que tiran la cuerda detrás de las antesalas ministeriales; gentes
rústicas o semianalfabetas, que no conocen a su País y que no tienen interés en
conocerlo; pero si en jugar inconscientemente a los Altos Hornos, a los
chonchones de los ferrocarriles del Estado, a las tarifas transandinas
imposibles, al impedimento de los ferrocarriles internacionales, etc.; es
decir, a todo lo que significa un adelanto efectivo, para ser considerados y
respetados en el mundo entero, como Nación culta y progresista!
«Allí hay concepción de la riqueza austral, empuje
para adquirirla, generosidad para cultivarla; aquí nuestros sabios han enseñado
y enseñan que las tierras australes son desiertos inhospitalarios, ventisqueros
peligrosos, sierras abruptas, donde habitan solamente leones y sabandijas.
Por eso, allá la exploración científica creó
campos donde la alfalfa produce tres cortes en el año, los pobló de animales y
los está cuajando de productos agrícolas; mientras aquí los baguales espantan
al viajero audaz y el chucao lo aterroriza con su grito siniestro.
«Por eso, por conocer los argentinos la Patagonia
occidental y mediterránea mediante el genio del insigne Moreno, perdimos
nuestros campos y el Arbitro británico tuvo misericordia de no entregar los
archipiélagos patagónicos, inhabitados y desconocidos hasta hoy; mientras
nosotros ignorábamos que teníamos sobre aquellos territorios un título
incontrovertible, reconocido el año 31 e inscrito el año 77 en el Conservador
de Bienes Raíces de Calbuco, después de haberse hecho la entrega material de la
mayor parte de aquella zona desde el año de 1783 adelante por las autoridades
españolas a chilenos que acompañaron al Padre Menéndez, a Moraleda, etc., y a
otros beneméritos sacerdotes y geógrafos.
«Los territorios libres de la Patagonia argentina,
con suelos incultos y mediocres se están convirtiendo en jardines y haciendas
mientras los territorios gravados de la Patagonia chilena se están desmantelando
y desmereciendo, a influjo de regímenes de ignorancia y de barbarie.
«Yo no temo a la grandeza argentina; al contrario,
la aplaudo y la admiro, al propio tiempo de parangonarla con el sistema de
despreocupación que aquí observamos.
«No sé si sea el único chileno que ha cruzado
veinte veces las cordilleras, los lagos y las pampas patagónicas en todas las
latitudes, desde el Pacifico al Atlántico, y, por eso, me sienta atraído por la
belleza y la grandiosidad de la zona austral; pero si sé que la verdadera
riqueza y el porvenir de mi País está en el sur de Chile, y sobre todo en el
cruzamiento de las montañas por el riel internacional.
«La política internacionalista de los que no
conocen a su País, pero que lo persiguen como a enemigo, se muestra tangible en
el inicuo abandono del territorio; y por eso se concibe que nazcan
monstruosidades como la de ignorar el número de islas que pueblan los mares de
nuestros archipiélagos australes o de poner valla a los ferrocarriles
internacionales que, como el de Salta a Antofagasta o el de Chubut a Reñihué,
nos marcarían una nueva etapa de riqueza y de bien social.
«El prejuicio de que los ferrocarriles
internacionales pudiesen ser un mal para nuestros cultivos agro-pecuarios
estaría bien considerarlos en tiempos de Sardanápalo, no en esta época de vida
intensiva, donde los productos de la más insignificante Nación del mundo,
Andorra o San Marino, están nivelados por el precio mundial del vapor, del
ferrocarril y del frigorífico!
«En conclusión, dándonos la mano con los puertos
libres de la Patagonia argentina, haremos obra de cultura y de pueblos amigos,
que no imponen gabelas injustificadas al libre tránsito de las naves chilenas y
argentinas, que hoy se consideran como enemigas en los puertos de la Patagonia occidental
y oriental, donde deben ayudarse, protegerse y amarse con el cariño de
hermanos, que labran la felicidad de ambos pueblos.
«Por eso, terminó nuestro entrevistado, queremos
que las franquicias de que habla la ley de cabotaje argentina no sean letra
muerta para las naves que llevan la bandera de Chile, como acontece hoy, y, en
lo cual me ocuparé más adelante, celoso de que la amistad sea inquebrantable y
duradera entre argentinos y chilenos.»