RUBEN BALIÑO, y el canto con amigos.


Los que llegamos la sala de sepelios de la cooperativa cuando terminaba el responso del Padre Felicísimo Vicente, compartimos la última media hora de su velatorio.

Ya un par de horas antes José Schipani, el encargado de esa servicio, nos dio cuenta de cómo había marchado todo, a nosotros que habíamos dado nuestro doloroso presente la tarde anterior, luego que la familia asistiera al par de hora que quisieron tomarse solos con el féretro llegado de Buenos Aires en vuelo de Aerolíneas.

Por eso nos encontramos con el ataúd tapado su poncho pompa, su sombrero, algunas fotos de la su vida en familia –muy singular esa que los mostraba vestidos a la antigua e impresa en sepia, y las rosas amarillas que el nombrara en esa canción que hace más de tres décadas identificara aperturas y cierres en el canal de televisión local.

Los amigos tenían buenos recuerdos y Lucía, por ella y su hermana había escrito que en homenaje al padre habría a la noche vino, y estaría su guitarra a disposición de quien quisiera tocar.
“Bebe vino, largo tiempo vivirán bajo la tierra, sin mujer, sin guitarra y sin amigos. “Bebe vino!”. En una clara adición al ideario de Horacio Guarany.

Pero en la última media hora antes de salir a la inhumación se sumaban las angustias, yo al lado de Julián Baeza recibía elogios de la guitarreada, de lo mucho que había tocado Pancho Pacheco –ese que mostramos en la foto en el quincho de su casa con Rubén- y lo sentido que había sido el momento en que Lucía, la hija mayor de Baliño cantó un tema de su padre con el respaldo de Leda Soto.

De Lucía sabía algunas incursiones recientes en el mundo del rock, pero este era otro abrazo. Mariana, la hermanita menor, se mostraba solícita preguntando a todos si alguien necesita algo, algo que no era más a esa hora que un vaso de agua…

Y de pronto entre a mirar los rostros: la mamá de Cecilia Aguilar, la señora de Degratti, Carmen, Adán, parecían estrechar filas cerca del féretro aquellos padres que había tenido el duro infortunio de perder un hijo; se lo comenté a Julián y el me habló de los dos hijos perdidos, del que se fue el prolongada enfermedad, y de la hija de inesperada muerte cuando ya se pensaba que se recibiría de abogada. Había un acuerdo tácito de compartir dolores.

Doris, la mamá de Rubén hacía cuenta del dolor de las amigas, y del de la gente común pensando que como iba a ser de otra manera si el gordo no sabía decir que no y siempre tenía unos pesos para ayudar a alguien, o para comprar lo que viniera al caso se le ofreciera.

Julián me habló de la certeza de hacer un homenaje radial a Rubén por la radio, Leda ya había hecho suya la mañana de domingo con un hermoso reportaje; en el decía que le tocó vivir en el colegio Don Bosco con un grupo de profesores que le enseñaron a amar este lugar; el finado ya había dado respuesta a mis duda sobre que podría haberle enseñado yo, manifestada en entrega anterior.

Baeza tomó la manija anterior a la mí y conducimos al amigo hasta el vehículo que lo conduciría en su último viaje.

Después se acercó a charlar Ramón Caicheo Mensing, que hizo memoria como un día con Raúl (Pérez, el extinto intendente de Tolhuin) le fueron a alegrar un cumpleaños solitario en su adolescencia. Y otros, más o menos conocidos, recuperaron esa vivencia de Baliño, como cantor de entre casa.

El recuerdo podría terminar aquí pero le pedimos a Leda que pudiera rememorar ese momento, y lo hizo en esos términos, escribiendo

EN LA SIGUIENTE MADRUGADA

Si... no es inusual ,pero en otras partes del mundo hay ceremonias muy coloridas para despedir a los que se marchan de este mundo terrenal, sin ir mas lejos en el noroeste de nuestro país también se despide con alegría a los muertos,.son formas de pensar. Tal vez para que esa alma pueda dirigirse a destino bien, sabiendo que sus afectos aceptan su partida .. yo celebro tanto la vida como la muerte, aunque es inevitable expresar el dolor a través de sollozos, llanto o unas lágrimas. Los recuerdos lindos que se han vivido con quien se va... ese afecto que ha crecido durante determinado tiempo , afianza los afectos; y en el momento del final uno es consciente, que nunca mas podrá abrazar, besar, charlar ver otra vez a esa persona ...; pero después uno tiene que pensar que su etapa en este mundo terrenal ha concluido y surge otro plano , que es el espiritual, donde aquellos que recordamos se encuentran, un lugar desconocido aún para nosotros pero que esta pendiente esa visita,s e podría decir suspendida ..; y al pensar de esta manera cuando uno respeta a estas personas que se van , también en rueda de amigos expresa como le gustaría que los despidan .. y los verdaderos amigos generalmente tratan de cumplir con esos deseos ...

Pero cantar en un velorio es anormal para algunos, se cae en el límite, que se le falta el respeto a la familia , al muerto ... pero si ambas partes han estado de acuerdo previamente y los amigos también lo están , surge lo que aconteció hace unos días cuando fui a despedir a mi amigo Rubén ... Un artista que se ha entregado a su público quiere que lo despidan bien, que no lloren , que lo recuerden bien con una sonrisa , que se escuche buena música o que le canten sus colegas ...

Mi experiencia particular, me dice que en el momento que empecé a homenajearlo con sus canciones se armo una complicidad entre él y yo .. estábamos los dos nada más , era una energía extraña , mágica , sentía algo muy especial , era como acompañarlo a vivir esa otra etapa que es un misterio que develaremos cuando nos toque la partida ... al finalizar abrí los ojos y todos estaban como transportados en la poesía de Karukinká y Mi pequeña isla austral ... canciones que se han escuchado pero nunca interpretados como esa noche; porque cada frase nos hacía recorrer la vida de Ruben, en mi caso desde su adolescencia con Los Carperos, Don Bosco Cinco, como profesional, esposo padre, colega de la musica, compañero de escenarios...

Comenzar a cantarle fue fácil, y todos se empezaron a animar a recordar que canción le gustaba o le gustaría escuchar.., fue mágica esa hora y cargada de muchísima emotividad . pero el momento más impactante cuan Lu su hija mayor , espontáneamente se acerco y me manifestó que le gustaría cantar pero no sabia la letra de las canciones, como yo. Entonces en ese segundo de complicidad nos animamos a leer la letra de Karukinká y Lucía pudo cantarle a su papá ,que era otro de los grandes deseos de Ruben, una lucha silenciosa que había iniciado hace mucho tiempo: que una de sus hijas se incline hacia la música como para que su obra tenga continuidad...

Pero al margen de todo esto ... nos tomamos la mano con Lu y esa magia invadió el lugar y creo que Rubén ahí, quedó tranquilo y feliz partió ..., en el lugar solo existían las lagrimas del silencio ... Después más amigos siguieron con su regalo musical y yo... me acerque a Doris ,su mami , y nos abrazamos , y todo siguio igual pero con un sentimiento especial de que Rubén ya descansaba en paz. Me fui saludando amigos a fumar un cigarrillo afuera y ahí , me di cuenta donde había cantado .. pero tanta fue mi entrega que nunca me di cuenta ... he derramado lagrimas en esa sala por amigos que se fueron , pero esa noche yo también sentí cierta liberación y me siento una transgresora de ciertas tradiciones ...

No tengo nada más para agregar , solo que si otro amigo me lo pide, con gusto cantaré para él o ella .. las despedidas así ... son menos dolorosas.

Leda debió partir a las dos de la madrugada para realizar en LRA 24 el programa nocturno Los habitantes de la noche, donde el tiempo comenzó a tener otro largo, y otro ancho.

2 comentarios:

Pali dijo...

a mis abuelos maternos se los despidió así... y rendir homenaje es tan simple como eso. Gracias Mingo por publicar ésto.

Marcela dijo...

Ruben se merecia una despedida asi, rodeado de su seres queridos, amigos, y escuchando su musica. Siempre lo recodaré cantando en los actos en el patio/gimnasio de nuestro querido colegio Don Bosco.
Gracias, profe por sus palabras, un abrazo,
Marcela