A abuelos míos mató el apodado Chancho Colorado, Mac Lennan de nombre, administrador de Menéndez. Mató como a dos, tres, allá en la playa. Algunos se tiraron barranca abajo, cayeron, se quebraron ahí. Otros se fueron muy adentro del mar, donde hay unas piedras gruesas, para esconderse, y casi los agarra el mar. Tan sólo uno se escondió entre las rocas. Y bueno, ellos esperaban para ver si salía de ahí, y otros más se escaparon por debajo de la barranca, adonde viven, ahí se metieron, no pudieron matar a todos, pero por lo menos se mataron como a sesenta ahí, en ese lugar que salía al otro lado del frigorífico, un poco más arriba.
Esa fue una de las matanzas más grandes que hubo. Esos cuentan el cuento, esos que dispararon, cuentan el cuento, esos. Y ahí fue donde mató el Chancho Colorado. Porque les pagaban una libra esterlina por cada cabeza, les pagaba Menéndez, José Menéndez, el fundador de esas estancias que están allá. Una libra esterlina por cada cabeza de Indio. Y pagaban a cada matador; el matador seguía matando, cuanto más indios mataba, más cabezas traía, más libras esterlinas recibía. A los matadores los voy a nombrar: uno era José Díaz, algo de portugués. Otro se llamaba Kovasich, yugoslavo, Niword, Alberto Niword, otro. Son tres, Sam Islop era otro. Sam Islop, y este Stewart, que tenía algo de malvinero. Mas o menos los conozco por mi mamá que los nombró a todos, que son esos y hay varios más que yo no me recuerdo.
Mataban para limpieza de campos. Porque los indios llevaban animales para comer, no para producir, sino para comer llevaban ovejas ellos. Y por eso los mataba Menéndez. Menéndez sacó permiso seguro del gobierno, quién sabe qué gobierno estaría en esos tiempos. Dijo que los maten nomás. Así que tenía autorización. Por eso mataba. Si no, no iba a matar nada, si no, habría algún representante del gobierno que no los permitiría matar.
Entonces los indios eran mansos, la flecha no tenía tanto alcance como la carabina; podía agarrarlos muy fácilmente y amansarlos, no matarlos, así como matar animales. Se hicieron una limpieza, y más para la pampa mataron más, los cazadores de indios. Ellos mataban porque les convenía, porqué les pagaban una libra esterlina por cada cabeza, y a la mujer le cortaban los senos, le cortaban los senos para que vieran que fue mujer y entonces pagaban un poco más por la mujer, me parece, una libra y media o algo así. Decían que producían los chicos y que los chicos cuando fueran hombres iban a ser ladrones. Eran ladrones por necesidad, porque ellos tenían hambre; con las flechas a ellos les costaba, muy difícil para matar los guanacos. Se ausentaban los guanacos del movimiento de la gente, lejos se iban. Y así, para no morir de hambre, buscaban los animales de los Menéndez. Y de eso comían ellos. Los mataban y los metían en los chorrillos para que no se eche a perder la carne. Y así tenían la carne, así iban manteniéndose.
Bueno, estos señores era para poblar, tranquilamente era para poblar, para eso era la limpieza de matar a los indios, para que puedan poblar, producir con las ovejas esas. Para su ganancia, para su producto, con eso tenían sus ganancias, por eso mataban los indios. Cuanto más indio encontraban, más mataban, los mataban a todos. Sí, eso era; para poner ovejas mataban los indios. Para limpiar, que no haiga ningún indio. Entonces estaban tranquilos.
Después hubo otra matanza en Cabo Chico y, un cerro de Cabo Chico y, que está un poco más arriba. Cuenta mi tío, que era tío legítimo mío, que se mantuvo ahí tirando flechas. Estuvo tirando fechas a los enemigos, que estaban con carabinas y todo. Pero él y otros se metieron dentro de una cueva, y ahí se mantuvieron, hasta que se vino la noche entonces se fueron los matadores. Y uno de los matadores quiso agarrar la flecha así con la mano y la flecha se enterró acá en el cuero, y le agarró cuero y carnes, y ya no quiso saber más, retrocedió y se fue, se fue.
Así que mataron, dos o tres mataron ahí. Y cerca de Despedida, también mataron otro.
(Extractado de: Wot'n. Documentos del Genocidio Ona Tomo II, de Nelly Iris Penazzo de Penazzo, y Guillermo Tercero Penazzo, en base a una nota aparecida en el diario
1 comentario:
Hola Mingo!
A tu artículo me gustaría aportar una referencia toponímica: el origen del nombre “Cabo Peñas”. Para ello, debemos ir al año 1619, exactamente, al día 20 de enero. En aquella fecha, dos naos pequeñísimas, cuya eslora no llegaba a los 20 metros, cruzaron frente a la línea de la costa oriental de la Isla Grande. “Nuestra Señora del Buen Suceso” y “Nuestra Señora de Atocha” eran sus nombres. Ambas habían zarpado de Portugal (Lisboa) el 27 de Septiembre del año anterior. Al mando de esta expedición iba Bartolomé García de Nodal, acompañado por su hermano Gonzalo, y un cosmógrafo de nombre Diego Ramírez de Arellano.
Breves fragmentos del diario de aquella navegación fueron transcriptos por Juan E. Belza en su interesante libro “Romancero del topónimo fueguino” (Instituto de Investigaciones Históricas Tierra del Fuego, Buenos Aires, 1978). El mencionado diario, refiere en la fecha 20 de enero:
“Desde el cabo (Peñas) para el Sud o Sudeste, son las montañas muy altas y todas cargadas de nieve como la costa de Asturias, muy buena de conocer, aunque no sea sino por la nieve, que no la hay sino desde el Cabo de Peñas en adelante…”.
¿Qué podemos interpretar de este comentario?
En primer lugar, observamos una comparación entre la costa Este de la Isla Grande hacia el sur del Cabo que desde entonces se llamará Peñas, y la costa de Asturias. Ambas costas son caracterizadas por el diario con “montañas muy altas y todas cargadas de nieve”. El diario indica después, que en la costa de Asturias hay nieve “desde el Cabo de Peñas en adelante”, aunque no aclara, sin embargo, hacia qué dirección podría referirse con la mención ‘en adelante’.
Realizando una búsqueda geográfica, podemos decir que Asturias constituye una comunidad autónoma situada al norte de España (una zona ciertamente montañosa), y que su límite norte es el Mar Cantábrico. Allí, sobre este mar, se encuentra el cabo homónimo al de la Isla Grande de Tierra del Fuego, aunque con una leve diferencia en la conformación de su topónimo: el agregado de la preposición “de”, tal como aparece indicado en el Diario de los hermanos Nodal…
Reseñas geográficas indican que el Cabo de Peñas constituye el extremo norte de Asturias, y que sus abruptos barrancos pueden llegar a tener una altura de cien metros. Específicamente, el Cabo de Peñas se encuentra ubicado en el Consejo de Gozón (Asturias), cuya capital es la villa de Luanco, la cual ha crecido en el último tiempo gracias al turismo.
Podríamos interpretar – siguiendo los apuntes del diario de viaje – que la costa oriental fueguina al sur del Cabo Peñas, trajo a los navegantes el recuerdo de la costa asturiana, y esta última, a su vez, les recordó el Cabo de Peñas, nombre que asignarían entonces al promontorio fueguino.
Juan E. Belza, en su “Romancero del topónimo fueguino”, agrega lo siguiente: “(…) también influyeron en la elección (del nombre) las enormes piedras brotadas de peligrosa restinga surcada por canales profundos”. Al decir del autor, el Cabo Peñas era llamado por los aborígenes Aush con los nombres de Oije (lugar de pesca) y Amisk (Abajo). El segundo topónimo, pretendía dar cuenta de las piedras de la restinga, que se suponía en algún momento se habían desprendido de la barranca del Cabo.
En este año 2019, se cumplieron cuatrocientos años del origen de este topónimo fueguino. Aquel 20 de enero de 1619, había sido día domingo. Curiosamente, cuatro siglos después, el día 20 de enero volvió a ser también el séptimo día de la semana…
Un saludo Mingo!
Hernán (Bs. As.)-
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