Yo siempre estuve aquí, desde los antiguos tiempos del sol
y la madera, vi crecer estos lengales y transformarse a las montañas.
Aún recuerdo el comienzo de las aguas y la nieve, ellas
viven en mí con esa convicción que les da verme transitado tantos siglos.
Encareciéndome las cumbres es una y surcándome el cuerpo la
otra, pacientemente, ininterrumpidamente-
Yo recibí por primera vez el viento, este inseparable
compañero, viajero de mi alma y prometedor de otros sueños. Con él compartí mi
nacimiento feliz y asombrado, descubriendo mi piel de turba y bosques,
reconociendo a los primeros humanos en habitarme.
Ellos también fueron hermanos del hielo y la ventisca, que
no son más que el modo que tengo de expresarme, con esta voz fría y seca, que
no es otra cosa que el amor que entrego sin tregua ni pausas con arrebatos de
temporal como hembra herida o con la calma de los lagos que son mis primeras
pariciones como madre.
Yo soy la madre del guanaco, el río, la bandurria y el
hombre. Vengo del tiempo ancestral de los antiguos, soy la parte del lado que
nos falta, pues soy tan de ustedes, como ust4edes míos, más allá del tiempo, la
flor y la nevada, de lo justo o lo injusto, de la verdad y la mentira.
Desde mi mar hasta la cordillera, y de la estepa a los
bosques, soy la tierra. Me han puesto muchos nombres y me han dividido mil
veces, desde los días en que me acompañaban kree y kreen en el antiguo idioma,
o sol y luna en estos nuevos tiempos. Más yo crezco al cobijo de los años, con
mi propia historia y mis recuerdos, con la misma ilusión y amor que irrumpía el
universo. Vengo a decir que aún persisto, más allá del olvido y más aca dela
vida. Con la entrega de siempre, con el mismo ser que camina mi piel, el delas
largas cacerías antes y el que me trepana las entrañas ahora.
Más quiero decirles que los amo, que soy vuestra madre joven
y esperanzada, con el anhelo de contar juntos la historia, de la de ustedes y
la mía. Pues al fin de cuentas la libertad se elige y gratifica. Yo, que he
visto al hombre morir a manos del hombre, digo que ya basta. Hoy he vestido de
rojo todo el cielo, pues les regalo mi sangre que es nuestra vidam vengo a
contar mi propia historia, en las voces de ustedes y los otros, vengo por la
vida, pues yo siempre aquí estuve. Tierra del Fuego o Karukinka me han llamado,
humildemente solo digo, soy tierra, mar y viento, soy la isla.
(*) Transcribimos en toda su poesía el segundo acto de la Cantata de Walter Buscemi, que en el CD fue interpretado por Juana OIyarzábal: Pocha. Su voz aparececió grabada siempre en las representaciones de la Cantata.
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